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Exil

Drama Tras un frustrante día de trabajo, Xhafer (Mišel Matičević) regresa a casa para darse cuenta de que alguien ha colgado una rata muerta encima de su puerta de entrada. La cuestión de quién lo ha hecho poco a poco se adueña de su mente, alterando su comportamiento tanto en casa como en el trabajo. Xhafer es un kosovar que vive en Alemania, por lo que esta acción sugiere tener connotaciones racistas tras de sí. Cuando su mujer le sugiere ... [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una profunda reflexión sobre la personalidad de un hombre albanokosovar que trabaja en Alemania, que piensa que le están haciendo bullying en el trabajo por culpa de ser extranjero.

Xhafer está casado con una mujer alemana y tiene tres hijas, Nora la mujer se ocupa de ellos mientras intenta hacer un doctorado en casa. Sus compañeros de trabajo lo dejan fuera de la lista de correos electrónicos de la oficina y retienen datos cruciales para sus informes, a eso hay que sumarle algunos incidentes en la puerta de su casa con ratas muertas. Todo esto comienza a pasarle factura, convirtiéndose en una persona obsesiva a punto de explotar.   

La tensión va en aumento y no se sabe hasta qué punto son imaginaciones suyas, pero su comportamiento comienza a ser preocupante, casi ahoga a su mujer por la noche, tiene bronca con su suegra, los amigos comienzan a darle de lado etc. la paranoia en la que se ve envuelto le supera.

El angustioso papel protagonista es de Mišel Matičević y su adorable mujer es Sandra Hüller (Tony Erdmann, A la vuelta de la esquina). La producción es de Kosovo y dirige Visar Morina.

La fotografía es verdosa, como mohosa de algo que está pudriéndose lentamente, y la inquietante música de Benedikt Schiefer ayudan mucho a darle un aspecto al film que consigue atraparte de principio a fin.
Destino Arrakis.com
videorecord
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23 de septiembre de 2023
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Si con “Exil” imaginas un drama sobre el exilio, te equivocas. La película trata la extranjería, sí, pero en un sentido que no tiene que ver con el hecho humano de migrar, sino con la semiosis y la equivocidad.

Una palabra, como signo, para un nativo, remite de forma inmediata, inequívoca y natural a su significado (salvo excepciones) y por eso para un nativo, el significado recubre la palabra hasta hacerla imperceptible en tanto signo. El extranjero, al contrario, es alguien que jamás deja de percibir residualmente el signo, nunca sentirá el significado como algo natural, sino convencional y, por lo tanto, al margen de esa convención, siente que podría remitir a cualquier significado, o sea, el signo es equivoco. Exagerando hasta el paroxismo ambos estados, podría decirse que es como si el nativo viviera dentro del significado y el extranjero viviera exiliado, en el signo. No obstante, las palabras, o sea, los signos lingüísticos son solo un tipo de signos y la semiosis impregna toda la vida humana.

Vivir en un mundo de signos, un mundo equívoco y preguntar siempre por el significado; he ahí un drama, una pesadilla hecha de dudas (¿por qué la gente me trata así?), de paranoia (¿significa que me odian por ser extranjero?), de malentendidos (significaba algo que no tenía nada que ver), etc. Huimos de la equivocidad a través de la religión y la ciencia, pero la vida cotidiana sigue llena de signos equívocos, que sorteamos concediéndonos los unos a los otros el beneficio de la duda.

Sin embargo, esa voluntad de confiar, como toda voluntad, es frágil. Xhafer es puesto a prueba a diario. ¿Qué significa una rata muerta? ¿Qué significa una tapa de inodoro levantada? Conjuramos nuestros miedos con todas nuestras fuerzas, pero solo podemos hacerlo reforzando un signo con otro signo igual de equívoco (me ha dado un beso ¿qué significa? Ah, pero también me ha dicho que me quiere, entonces el beso seguro significa que me quiere, pero lo dijo a prisa: ¿ya no me quiere?).

“Exil” es el retrato de la humanidad a través de un extranjero que ha entrado en barrena en ese mundo de signos. Despierta nuestra compasión, pero también cierto humor negro: Su hijo mama de la teta (nada más natural), pero ese signo dispara su paranoia: “¿siempre lo hace así?”. Es escalofriante, pero también ríes porque es una forma de reírte de ti mismo, porque todos alguna vez nos ponemos un poco gilipollas.
Ferran BM
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