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Un día en Nueva York con Woody AllenMediometrajeDocumental

Un día en Nueva York con Woody Allen
6,2
552
Documental David Trueba viaja a Nueva York para entrevistar a Woody Allen, que hace un repaso de su filmografía y de sus inquietudes, esas que lleva mostrando en más de medio centenar de películas, desde al amor, las infidelidades o la muerte. Además, David Trueba pasea por los escenarios icónicos de Nueva York en los que se han rodado algunas de las escenas de las películas más representativas del director.
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
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6
23 de febrero de 2024
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es interesante escuchar a Woody Allen hablar de cine, y David Trueba es un interlocutor muy agradable y con grandes conocimientos. Sin embargo, esta charla de menos de una hora se queda escasa, poco profunda y te deja la sensación de haber sido una simple entrevista intrascendente, lo cual es poco cuando tienes la oportunidad de hablar con el director neoyorquino durante un tiempo relativamente prolongado.

Dicho esto, entiendo también que no es fácil y tampoco es una entrevista muy calculada, sino que Trueba va planteando temas según van surgiendo en la conversación, lo que sin embargo no le confiere la naturalidad que se podría esperar. Además, el diálogo entre ambos directores resulta sobrio, quizá demasiado estático en lo técnico, con muy pocas licencias de "documental" elaborado.

Como digo, un placer ver este tipo de contenidos, pero tras mirar otros documentales sobre Woody Allen, esta entrevista sabe a poco.
6
24 de febrero de 2024
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con motivo de la retrospectiva Woody Allen en el canal monográfico de Movistar + (dial 15), anoche se estrenó este documental de David Trueba, conocido escritor, guionista y director de cine. Es un buen complemento del ciclo que estamos viendo, ya que en él se repasa la filmografía del director neoyorquino, a la vez que obtenemos valiosas reflexiones sobre el cine y sus alrededores. El documental (de apenas una hora de duración) comienza con un juego de imágenes, casi en paralelo, entre las cinematográficas de Allen y las rodadas ad hoc, en este viaje de Trueba a New York. Y claro, siempre en la mente, la obra maestra absoluta, Annie Hall. Digamos que DT se identifica con el viejo maestro, con esas gafas de pasta y ese aire distraído. Enseguida hice caso del rótulo superior, que me decía que se podía ver en VOSE, y cambié a la versión original con subtítulos, claro. Por favor, vedla en el original, merece la pena escuchar al viejo WA, por fin, en su propia voz.

En esos 52 minutos que dura, o menos, Trueba lleva a Woody a recorrer su filmografía, desde aquellos tiempos juveniles en que era un simple cómico que escribía chistes y los interpretaba en directo (véase su recreación en Annie Hall), hasta los tiempos más actuales, en que hace una peli por año y luego sigue con su vida tranquila, en su querida ciudad. Aunque últimamente se va lejos de NY para rodar, pero bueno. Aunque es poco tiempo, hay un repaso exhaustivo de una carrera prolífica, llena de títulos memorables. Vamos a ver. Lo que aprendemos, en esta primera parte, es la importancia que el montaje tiene en las películas, esto no todo el mundo lo sabe. Allen se apoyó, en esas primeras cintas, desde Toma el dinero y corre hasta Interiores, en la labor del gran Ralph Rosenblum. Con él rodó seis películas, incluida Annie Hall, su obra maestra, como ya hemos dicho. Su sustituta fue Susan E. Morse, que había sido ayudante de montaje en estas seis películas. Como bien señala el entrevistador, a partir de Annie Hall hay un cambio en el cine de WA, que se vuelve más intimista, tal vez más dramático, sin enlazar un chiste con otro, como sucedía en su primera etapa. También me gusta la pregunta por su gusto por el cine europeo.

Luego, hay que destacar a otro de sus colaboradores, de su equipo técnico: Gordon Willis. Él fue su director de fotografía en tres películas sensacionales, sobre todo la primera: Manhattan, Zelig y La rosa púrpura del Cairo. Precisamente a partir de esta última hay otro giro en su carrera, según ve DT, y el maestro está de acuerdo. Como no la he visto (a ver si uno de esos días…), no puedo opinar. Me gusta que DT no esté en plan marujo, preguntando por las equivalencias y paralelismos entre vida y obra (ya sabemos que Allen nunca ha querido hablar de esto, ni siquiera cuando era obvio). En cambio, Trueba le pregunta por la importancia que tiene la magia en sus cintas, algo en lo que no había reparado (no he visto ni la mitad de su filmografía, la verdad). Aparecen secuencias, fragmentos de muchas pelis, que nunca he visto. Allen quiso ser mago, e hizo sus pinitos en su juventud. Así como Fellini estaba loco por el circo, él por la magia, y todo lo que eso conlleva. Se pasa un poco de largo por sus pelis de los años 90. En realidad, ya no se habla más de sus pelis, se pasa a temas más generales, más de opinión. El tiempo es oro, y nuestro hombre tiene ya 88 años, no se lo puede tener ahí dos horas tonteando.

El fin del verano siempre es triste
Aunque entre las mantas pueda hablar de amor
Del cielo beige al cielo gris, oler castañas
Y entre el humo, anhelar el calor



,decía la canción de Danza Invisible. El fin de la entrevista es triste, también. Trueba le pregunta por el futuro del cine, y nuestro hombre dice que no es muy optimista sobre ello. Le gustaría pensar que la cosa va a cambiar, que van a volver las golondrinas, quiero decir, los viejos buenos tiempos…, como cantaba Annie Hall…, pero no. Él quiso hacer películas para que se vieran en un teatro, es decir, uno de esos cines como los que había por todo Estados Unidos, por la Gran Vía de Madrid (ahora, los malditos musicales), por Málaga incluso (querido Victoria, Astoria, Andalucía, Echegaray con ratas y todo, qué tiempos). Esos tiempos ya no volverán, ahora lo que mola es Primark, cada vez más grande. Los tiempos han cambiado. Ahora, por una entrada de cine, es decir, un alquiler de una peli, se reúnen seis o siete en un salón, con la tele de 65’’, ¡o más!, su home cinema o su cutre barra de sonido, y vámonos que nos vamos, Manuel. Pero el cine era otra cosa. Esas emociones compartidas, todos ahí en la sala oscura, eso no se repetirá. Aunque no se nombra a ninguna empresa, ya sabemos de quién es la culpa. Del cha-cha chá, o de la Vihen Zanta, o vete tú a saber. Adiós Manhattan, adiós Annie, adiós a todo eso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como en un juego de espejos, buscando la simetría, cerrar el círculo, este hermoso documental acaba con imágenes de Trueba paseando por Nueva York, y ahí sentado en ese banco icónico, junto al río de los sueños, pensando, tal vez, en el fin del mundo, el fin del cine tal y como lo conocíamos ya no existe. Cuando ya no esté Woody, ni Martin, ni Ken, quién nos contará historias, quién.
7
26 de febrero de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunto varias veces durante del visionado de este documental cuántas películas dirigidas o escritas por David Trueba habrá visto Woody Allen a lo largo de su vida, y si será consciente de que en esa entrevista no tiene ante él a un mero entrevistador sino a un devoto admirador que hace películas en las que se nota a la legua la huella y el espíritu de su cine ( en un país además en el que el propio cineasta neoyorkino ha llegado a rodar un par de veces). Y es que de los tres Trueba que conocemos, de los Trueba de toda la vida, tal vez sea David el más alleniano de todos ( hasta físicamente comienza a darse un aire al director de "Manhattan"). Esta pieza de Movistar + no es un “todo lo que siempre quiso saber sobre Woody Allen y nunca se atrevió a preguntar”; más bien al contrario, Trueba parece intuir en más de una ocasión lo que le va a ofrecer su interlocutor en cada respuesta, y el encuentro tiene algo de retórico, al menos en el formato en el que se nos presenta. Que como dice uno de los comentarios que me preceden “sabe a poco”.

Hay que tener en cuenta que no estamos ante un documental al uso, y que su interés reside en el hecho de que siempre es un placer escuchar a Woody Allen, sus reflexiones en torno su carrera o al cine en general. Si encima estas reflexiones se producen en el marco de una conversación con alguien que parece conocer al dedillo su personalidad y su obra, el placer se multiplica. Porque, a pesar del formato y de su corta duración, lo que aquí se escucha por parte de entrevistado y entrevistador y todo lo que rodea este “tête à tête” es oro puro. Sólo espero que el encuentro y la charla se prolongasen un par de horillas más; sería maravilloso que algún día David Trueba decidiera mostrarnos el director´s cut.
7
25 de febrero de 2024
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino en cada entrevista a Woody Allen en modo “voy a responder a las mismas preguntas de la manera que se note lo menos posible que voy a responder de nuevo a las mismas preguntas”. O al menos me lo imaginaba antes. Antaño no pasaba que ya tenía 88 años, que ya no le produce nadie y que casi le preguntan poco. Al menos no como antes de tener esta edad avanzada. Así que si viene alguien que dice que viene de España y que dice llamarse David a realizarte quizá las mismas preguntas, te preguntas que por qué no. Y le abres a este David la puerta de tu despacho y todo y le respondes a las mismas preguntas de la manera que esta vez te sale responder las mismas preguntas, sólo que esta vez quizá sean las primeras preguntas que te hacen en… cuánto tiempo. Y te enteras luego que David viene de Europa, viene de España y te preguntas si conocerá Oviedo, Barcelona seguro, ¿Donosti?. David, te llamabas, sí, y mi hermano se llama Fernando, te preguntó las mismas preguntas hace unos años, también llovía en Nueva York, los dos hacemos películas, pero tenemos más preguntas, lo que pasa es que ya sabes, tenemos que hacerte las mismas preguntas, por eso lo dejamos para cuando pasen unos cuantos años y yo me parezca más a ti, cuándo será eso, cuando yo tenga tu edad y tú ¿120 años? Por cierto que sepas que todas tus películas hablan de mí. De David y de muchos David. Muchas gracias, Sr. Allen. Ah, que sepa que tengo un sobrino que también hace películas, aunque alguno se cree que es mi hermano, pero le tendrá que hablar en francés. De inglés sólo sabe decir Manhattan.
7
28 de febrero de 2024
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rebajas de enero” –aquella canción de Joaquín Sabina que hablaba de los amores resignados-, terminaba con estos versos: “Emociones fuertes / buscadlas en otra canción”. Y así termina también, un poco, esta entrevista de David Trueba a Woody Allen. Al final de los títulos de crédito, justo después de declarar que ningún animal fue lastimado durante la grabación, pone que si queréis morbo leeros la autobiografía de Allen que publicó Alianza. Y si queréis morbo duro, sexo hardcore, pasaros por los foros de las podemitas cuando hablan del señor Konigsberg. Lo de Jesucristo en la cruz les parece poco castigo para él.

David Trueba ha venido a Manhattan a hablar de cine y nada más. Y de cine en plan directores de cine, nada de preguntas de aficionado. Germanía de rodajes: cómo escribes los guiones, cómo te llevas con el montador, qué consejos recibes del director de fotografía... ¿Algún actor te ha tocado mucho los cojones? Cosas así. Son cuestiones interesantes, pero no es quizá lo que esperábamos los abonados. Y que conste que yo no venía por el morbo -porque tengo bastante claro el “asuntillo” - pero sí para escuchar algún chiste coñón o alguna perla de sabiduría. Y la verdad es que, por ahí, poca cosecha.

Sólo cuando David y Woody rememoran las viejas películas y sale a la palestra el nombre de Mia Farrow uno se tensa un poco en el sofá. Pero nada: Allen la menciona como quien recuerda a la vecina del quinto. Una gran actriz y tal... Su autodominio es absoluto. Su pasotismo también. Yo echaría espumarajos por la boca.

Me pregunto, al final de la entrevista, si Woody Allen sabe que quien le está entrevistando es un director de prestigio en España y no cualquier interviewer de una revista especializada. El papel de Trueba es de absoluta subordinación... Su aspecto físico también es curioso. Al principio, ya que estamos en Nueva York, dirías que se da un aire a Andy Warhol, con esas gafas y ese pelazo canoso, pero luego, a medida que avanza la entrevista, puede observarse que David Trueba, de tanto admirar el cine de Woody Allen, está sufriendo una metamorfosis al más puro estilo de Leonard Zelig.

https://www.instagram.com/augusto_faroni/
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