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La joven

Drama Miller es un guardabosques que vive en una desierta isla cerca de la costa americana. El otro habitante de la isla es Ewie, una huérfana inocente e ingenua de 13 años, hacía quien Miller se siente irresistiblemente atraido al descubrir que se está convertiendo en mujer. Cuando llega Traver, un inocente músico negro huyendo de un intento de linchamiento por una falsa acusación de violación, Miller quiere delatarle para deshacerse de él. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
27 de mayo de 2008
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en inglés con poderoso guión del represaliado Hugo Butler, a partir del relato “Travellin’ Man”, de Peter Matthiessen, “La joven” es el último intento de Buñuel de hacerse un sitio en Hollywood.

Por su fuerte personalidad, la imagen del cineasta es la de un hombre inflexible, de un solo y original estilo. En realidad tenía un versátil dominio del oficio.
En “La joven” trabajó con el mismo equipo estadounidense de “Robinson Crusoe” y se acopló fácilmente a la técnica norteamericana, logrando una obra con impecable factura de melodrama hollywoodiense y aire sureño, homologable según todos los códigos de la industria, excepto los morales.
Cada película debía delimitar claramente el bien y el mal, ensalzar el uno y condenar el otro; Buñuel, en cambio, necesitaba guardar una mínima imparcialidad ante los conflictos planteados en el argumento, y definir a los personajes alternando apuntes favorables y desfavorables.

A una pequeña isla, reserva de caza, donde viven el guarda y una niña que está dejando de serlo (huérfana, su abuelo acaba de morir “de whisky barato”), llega furtivamente en lancha un hombre negro que huye del linchamiento.
La naturaleza es envolvente, con abundante participación de animales, en función ilustrativa, según costumbre del Buñuel etólogo: una gran araña aplastada, un candoroso cervatillo, abejas de colmena, un conejo cazado, un raposo que entra al gallinero y devora a una víctima…
Con creciente tensión, cargada de deseo, al obedecer también los hombres al instinto animal, se va cuajando una disputa por la niña, convertida en símbolo de poder, en trofeo.
El hombre blanco canta baladas ‘country’ ante la chimenea, con guitarra; el hombre negro toca aires ‘soul’ al clarinete, bajo las estrellas. Pero también esgrimen pistolas, rifles, machetes, granadas…
El duro conflicto pone de manifiesto la catadura del guarda: no sólo es racista convencido sino que se recrea en el deseo brutal hacia la niña.

La actriz que la encarna, de unos 13 años, no tenía experiencia ni talento, al decir de Buñuel. Fuertemente obligada por los padres, vigilantes en el rodaje, terminó aportando una intensa presencia, aunque no en cuanto intérprete sino a la manera de los ‘modelos’ bressonianos.

La llegada a la isla de un perspicaz reverendo (un irreconocible Claudio Brook, el futuro Simón del Desierto) abrirá el camino a la solución.
Sin embargo, la transacción establecida por el reverendo no satisfizo al público norteamericano, en cuyos esquemas cuadraba un castigo más riguroso para un personaje como el guarda, que a su innato racismo sudista unía la inclinación pedófila.

Estrenada sin éxito en Nueva York, un periódico de Harlem sugirió colgar al pobre Buñuel de una farola de Manhattan.
No obstante el fracaso comercial, fue siempre una de sus películas predilectas. Considerando la esmerada calidad que puso en ella, es comprensible.
Archilupo
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21 de febrero de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me recuerda a la de Elia Kazan del mismo año, “Wild River”. Al igual que aquella, “The Young One” fue un fracaso taquillero, pero de la misma manera que Kazan, Buñuel la consideró una de sus mejores obras.

En el ambiente de claustrofobia sofocante que crea la isla y la naturaleza salvaje Buñuel analiza, sin tomar parte, aspectos de la situación social norteamericana (recuerdos de “Diario de una camarera”).

Miller, a pesar de su racismo aparente, y de la manera en la que trata y se aprovecha de Evalyn, no es más que un reflejo de la sociedad en la que vive, y demuestra cierta autonomía al demostrar comportamientos honorables tanto en su interacción con Traver como en sus intenciones finales para con Evalyn. Estos son contrastados con los de Jackson, el redneck por excelencia.

Por una vez en Buñuel el cura es una persona ecuánime que va por delante de los prejuicios de la sociedad y ayuda a resolver los problemas en la medida que puede. No condena a Miller, si no que intenta hacerle ver como contrastan sus comportamientos con los de Traver, acusado injustamente de violar a una mujer blanca adinerada.

Traver es un personaje casi mitológico, que llega a una isla desierta, donde vivirá su aventura y pasará una serie de pruebas.

Con la joven inocente Buñuel demuestra primero que no es posible vivir en sociedad sin el desarrollo personal de un esquema moral, pero que este será necesariamente un compromiso con los tiempos en que se vive. Tanto Miller como Traver, Jackson y el Reverendo tienen actitudes criticables pero comprensibles, y hasta cierto punto necesarias. Por que aquí no hay buenos ni malos absolutos, sólo un reflejo y una exposición imparcial de la sociedad, y esto no debió gustar a Hollywood.

El ciervo atado, los conejos cazados, el mapache que se come a la gallina en el gallinero mientras las otras se agrupan y miran, la araña aplastada por Evalyn, las abejas, son elementos típicos del director, en una película que es por lo general tremendamente realista.
dem331
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16 de octubre de 2016
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada entre “Robinson Crusoe” y “El ángel exterminador” (cuyo título inicial era “Los náufragos de la calle Providencia”), “La joven” puede adscribirse al género que fundó la célebre novela de Defoe. La isla en que transcurre la acción es un territorio intermedio entre la realidad y el mito, una especie de modelo a escala reducida de la sociedad humana, de sus relaciones de atracción, miedo y poder, plantado en medio de la naturaleza; al mismo tiempo, la isla es una negación de la idea de paraíso, desde su mismo umbral en el que aparece inscrita la ley como amenaza.

Respecto a “Robinson Crusoe”, “La joven” añade una dimensión adicional de complejidad mediante la incorporación de un personaje femenino: una Eva adolescente (Evvie, Key Meersman) que reparte manzanas tanto a Viernes (el negro fugitivo Traver, interpretado por Bernie Hamilton) como a Robinson (Miller, el guardián de la reserva, un Zachary Scott diametralmente opuesto al protagonista de “The southerner”, de Renoir).

En un territorio que parece tomado de “El malvado Zaroff", Buñuel filma algunas de las imágenes más bellas de su obra, y esquiva toda tentación de cincelar una fábula humanista gracias a su infalible instinto, nutrido de humor poético, amor por la paradoja y total despreocupación por lo que Nietzsche llamaba “la moral del rebaño”.

Buñuel nunca cae en la candidez de hacer de sus personajes portavoces de ideas propias: filma siempre desde fuera, como a través de una ventana, sin tomar partido –pero en absoluto con indiferencia, como demuestra su fidelidad a algunas imágenes recurrentes: los pies y los muslos femeninos, y un peculiar bestiario –aquí perfectamente integrado en la trama.

Lejos de los interiores de la alta burguesía, de los sueños y cuchillos surrealistas, de las querencias literarias y las vidas de santos (con todas las comillas que se quieran) que jalonan su carrera variopinta, “La joven” es una película de casi diabólica inteligencia, en la que la gravedad de los temas (el racismo, la corrupción de la inocencia) no da pie a discursos morales sino a un relato absorbente de desarrollo imprevisible. Buñuel observa los comportamientos de sus criaturas con una claridad insuperable –pero esa claridad no anula las ambigüedades y contradicciones de lo real, y conduce a un desenlace desconcertante, que cada espectador debe resolver por su cuenta.

https://navegandohaciamoonfleet.wordpress.com/
el pastor de la polvorosa
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27 de noviembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La joven" es una de esas películas poco conocidas y poco valoradas de la filmografía de Buñuel (junto con otras muchas de su etapa mexicana) que sin embargo merece ser vista, y ser valorada, por la ácida y dura visión que hace de la sociedad estadounidense. Es un film en parte estadounidense, pero la franqueza con la que trata temas controvertidos y difíciles le sitúan fuera del cine de Hollywood, fuera de la idealización presente en la mayoría del cine comercial estadounidense de su época. Esa indefinición entre el drama "sureño" (del sur del los EE.UU.) y el componente mexicano del equipo técnico y los escenarios naturales se traslada a su vez a una más que curiosa indefinición genérica, ya que el film, aunque tenga algo de drama naturalista, de aventura, de "thriller" y de denuncia social, no pertenece a ningún género concreto.

Situada su acción en una isla del sur de los EE.UU., aunque rodado en la costa del estado mexicano de Guerrero, este largometraje plantea temas candentes del momento como el racismo y la tensión entre blancos y negros, o la adolescente como objeto de deseo -recordemos "Lolita" (Lolita, 1962), de Stanley Kubrick-, y otros más escabrosos como la violación, la pedofilia, el linchamiento...También está presente el tema de la religión a través del reverendo interpretado por el actor mexicano Claudio Brook, futuro protagonista de "Simón del desierto" (1965). El interés erótico que la cámara -y por extensión, el ojo de Buñuel- muestra por las piernas desnudas de Key Meersman hace recordar otras películas de Buñuel. Es una película que muestra con brutalidad una naturaleza brutal, tanto la del paisaje y los animales, como la de los seres humanos que habitan allí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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11 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Buñuel menos reconocible, pero tan retorcido y perverso como siempre; tocando aquellas teclas de la condición humana que expresan nuestro auténtico comportamiento: turbios amores, salvajes reacciones ante la supervivencia, racismo, el innegable afán de la libertad, las pulsiones incontrolables de la lujuria, la avaricia y el alcohol....; y también, en esta ocasión y encarnados principalmente en el fugitivo, los valores positivos de la solidaridad y la justicia natural.

Interesante este viaje del maño universal por una isla del sur de los USA que encierra un compendio de inmoralidades, difícilmente adjudicables a alguno de los protagonistas, por su brutal condición y por hallarse más próximos al salvajismo animal que a la encarnación de seres inteligentes.
Curioso también ver a Luis Buñuel inmerso entre actores norteamericanos y con un joven mexicano que se haría muy popular, Claudio Brook (el cura), que posteriormente aparecería en dos diamantes de su época mexicana: El Ángel exterminador y Simón del desierto, obra, esta última, que protagonizó.

Basada en la novela Travelin' Man de H. B. Addis, fue la segunda, y última, película rodada en inglés. En 1954 había dirigido: Robinson Crusoe.
Sinhué
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