Fiebre del ladrillo
5,3
708
22 de abril de 2020
22 de abril de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustan las películas de atracos, falsificaciones, especuladores, robos y gente de mal vivir. FIEBRE DEL LADRILLO, falla en su homogeneidad. Es como si no centrase el foco en lo que quiere contar, o por lo menos como hacerlo.
Su protagonista es un tipo listo, que de una situación extrema, al borde del precipicio, consigue una fortuna con brillantes golpes de ingenio.
Resulta entretenida, en según que tramos, pero las teclas que toca para organizarse, hacen que tomes distancia, con la consiguiente y añadida, pérdida de interés.
Su protagonista es un tipo listo, que de una situación extrema, al borde del precipicio, consigue una fortuna con brillantes golpes de ingenio.
Resulta entretenida, en según que tramos, pero las teclas que toca para organizarse, hacen que tomes distancia, con la consiguiente y añadida, pérdida de interés.
18 de abril de 2020
18 de abril de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiebre del ladrillo aprueba con un 5, sí, pero de milagro.
Y aprueba porque tiene momentos divertidos y un estilo a ratos que parece casi de videoclip, con esa dirección tan dinámica de Cüneyt Kaya. También aprueba porque David Kross es un actorazo que engrandece cada proyecto en el que participa. Hace ya doce años de su descubrimiento en The Reader, donde le aguantaba el tipo a la perfección a una Kate Winslet en la plenitud de sus facultades como actriz (que ya es decir), y Kross ha madurado hasta convertirse en un actor extraordinario. Clava perfectamente en esta ocasión la personalidad canalla de su rol, pero haciéndolo también simpático.
El problema es que Kaya pierde una buena oportunidad, que tenía servida en bandeja sobre la mesa, para haber hecho una película que dijera algo importante sobre la especulación del ladrillo en estos últimos años y especialmente durante la crisis económica. Fiebre del ladrillo es más un ejercicio de estilo, una especie de mezcla mal hecha de comedia y thriller que no termina de funcionar, y deja pasar la oportunidad de haber hecho algo importante que se hubiera podido recordar como una buena película.
No es el caso.
Y aprueba porque tiene momentos divertidos y un estilo a ratos que parece casi de videoclip, con esa dirección tan dinámica de Cüneyt Kaya. También aprueba porque David Kross es un actorazo que engrandece cada proyecto en el que participa. Hace ya doce años de su descubrimiento en The Reader, donde le aguantaba el tipo a la perfección a una Kate Winslet en la plenitud de sus facultades como actriz (que ya es decir), y Kross ha madurado hasta convertirse en un actor extraordinario. Clava perfectamente en esta ocasión la personalidad canalla de su rol, pero haciéndolo también simpático.
El problema es que Kaya pierde una buena oportunidad, que tenía servida en bandeja sobre la mesa, para haber hecho una película que dijera algo importante sobre la especulación del ladrillo en estos últimos años y especialmente durante la crisis económica. Fiebre del ladrillo es más un ejercicio de estilo, una especie de mezcla mal hecha de comedia y thriller que no termina de funcionar, y deja pasar la oportunidad de haber hecho algo importante que se hubiera podido recordar como una buena película.
No es el caso.
10 de mayo de 2020
10 de mayo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimable producción alemana, distribuida por Netflix en España, que parece está suscitando distintos pareceres en las personas que la han visto, pero que a mi me ha convencido y gustado bastante.
Está basado en hechos reales, creíbles al cien por cien dado los tiempos que corren, con los negocios inmobiliarios como medio para forrarse indecentemente empleando métodos fraudulentos.
La película es un thriller criminal sin hacer sangre, salpicado constantemente por un humor que a veces hace reír de veras (la escena de la segunda subasta inmobiliaria) y en casi todo momento saca la agradecida sonrisa del espectador.
Y es que, pese a que los tres protagonistas con taimados estafadores, granujas cien por cien carne de cárcel, se les coge simpatía, por más que sus acciones sean reprobables. No son los hechos los que causan la empatía para con el espectador sino su personalidad, su inteligencia y también torpeza y estupidez al mismo tiempo.
El guión es francamente bueno, en todo momentos suceden hechos y situaciones y los diálogos son siempre de calidad. Asimismo, las interpretaciones son excelentes. Y la belleza de las chicas que salen, de diez.
En mi opinión está bastante bien, por encima de la calidad media de las pelis de Netlix, pero parece que no soy opinión mayoritaria en esta ocasión. Qué se le va a hacer.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
Está basado en hechos reales, creíbles al cien por cien dado los tiempos que corren, con los negocios inmobiliarios como medio para forrarse indecentemente empleando métodos fraudulentos.
La película es un thriller criminal sin hacer sangre, salpicado constantemente por un humor que a veces hace reír de veras (la escena de la segunda subasta inmobiliaria) y en casi todo momento saca la agradecida sonrisa del espectador.
Y es que, pese a que los tres protagonistas con taimados estafadores, granujas cien por cien carne de cárcel, se les coge simpatía, por más que sus acciones sean reprobables. No son los hechos los que causan la empatía para con el espectador sino su personalidad, su inteligencia y también torpeza y estupidez al mismo tiempo.
El guión es francamente bueno, en todo momentos suceden hechos y situaciones y los diálogos son siempre de calidad. Asimismo, las interpretaciones son excelentes. Y la belleza de las chicas que salen, de diez.
En mi opinión está bastante bien, por encima de la calidad media de las pelis de Netlix, pero parece que no soy opinión mayoritaria en esta ocasión. Qué se le va a hacer.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
1 de junio de 2020
1 de junio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Viktor Steiner (el angelical David Kross, protagonista de El lector) es un joven ambicioso que llega a Berlín y emprende una desenfrenada serie de estafas orientadas al negocio inmobiliario con una compulsión ludopática, acompañado por Gerry, una suerte de traficante de trabajadores extranjeros en negro y la bella Nicole, una inteligéntisima y despiadada ejecutiva de seguros (Janina Uhse), una suerte de Romy Schneider).
El ascenso y caída de Viktor es relatado por él mismo mediante flashbacks a una periodista que está filmando un reportaje. Nos enteramos también a sus motivaciones ancladas en su historia familiar (las escenas con su madre, Silvina Buchbauer, son lo mejor de la película).
De este modo, el drama personal del protagonista se complementa con escenas de de sexo (poco), drogas (bastante) y rock de un tono pretendidamente pop o canchero que no suena sincero durante su saga de estafas y enriquecimiento a niveles alucinantes.
En definitiva, un telefilme alemán (dirigido por el berlinés Cüneyt Kaya) ágil pero que deja gusto a poco.
El ascenso y caída de Viktor es relatado por él mismo mediante flashbacks a una periodista que está filmando un reportaje. Nos enteramos también a sus motivaciones ancladas en su historia familiar (las escenas con su madre, Silvina Buchbauer, son lo mejor de la película).
De este modo, el drama personal del protagonista se complementa con escenas de de sexo (poco), drogas (bastante) y rock de un tono pretendidamente pop o canchero que no suena sincero durante su saga de estafas y enriquecimiento a niveles alucinantes.
En definitiva, un telefilme alemán (dirigido por el berlinés Cüneyt Kaya) ágil pero que deja gusto a poco.
24 de julio de 2020
24 de julio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Ignoraba la existencia de esta película a la que he accedido por recomendación personal, y la verdad es que tampoco me ha cambiado la vida, pero hace un buen intento por no ser indiferente.
El tema de persona que lo tiene todo y lo acaba jodiendo no es nada nuevo, ya se ha visto desde hace años en varios largometrajes (y quizás haya más que, al igual que este, no conozco su existencia). Esta 'Fiebre del ladrillo' lo hace desde un prisma menos dramático, pero sin ignorar la realidad de este mundillo de ambición.
Las vivencias de Viktor Steiner no son muy diferentes de un Jordan Belfort, de un Henry Hill o un Tony Montana, aunque con quien más compartiría sería con Belfort pues sus vidas son contadas desde un punto de vista cómico. Como Belfort, se ve su ascenso y su caída sin que eso signifique dramatizar en exceso los hechos sin faltar a la cruda realidad; Steiner con su labia y los personajes de los que se rodea (sobre todo Gerry y Nicole) son quienes levantan la función con sus dramas, alegrías y situaciones variopintas.
Visto el currículum de sus actores protagonistas, parecen jóvenes promesas y se nota. El mismo protagonista, David Kross, veo que ha trabajado con Steven Spielberg en 'War Horse (Caballo de batalla)' o con Stephen Daldry en 'The Reader (El lector') o su compañero de fechorías, Frederick Lau a quien no echaba la edad que realmente tiene, tiene con 30 años más de 100 trabajos (entre ellos 'La ola'). El trío protagonista, más un guion contada desde un punto de vista algo distinto al habitual en este tema ya conocido de tocar cielo e infierno hacen el resto.
El tema de persona que lo tiene todo y lo acaba jodiendo no es nada nuevo, ya se ha visto desde hace años en varios largometrajes (y quizás haya más que, al igual que este, no conozco su existencia). Esta 'Fiebre del ladrillo' lo hace desde un prisma menos dramático, pero sin ignorar la realidad de este mundillo de ambición.
Las vivencias de Viktor Steiner no son muy diferentes de un Jordan Belfort, de un Henry Hill o un Tony Montana, aunque con quien más compartiría sería con Belfort pues sus vidas son contadas desde un punto de vista cómico. Como Belfort, se ve su ascenso y su caída sin que eso signifique dramatizar en exceso los hechos sin faltar a la cruda realidad; Steiner con su labia y los personajes de los que se rodea (sobre todo Gerry y Nicole) son quienes levantan la función con sus dramas, alegrías y situaciones variopintas.
Visto el currículum de sus actores protagonistas, parecen jóvenes promesas y se nota. El mismo protagonista, David Kross, veo que ha trabajado con Steven Spielberg en 'War Horse (Caballo de batalla)' o con Stephen Daldry en 'The Reader (El lector') o su compañero de fechorías, Frederick Lau a quien no echaba la edad que realmente tiene, tiene con 30 años más de 100 trabajos (entre ellos 'La ola'). El trío protagonista, más un guion contada desde un punto de vista algo distinto al habitual en este tema ya conocido de tocar cielo e infierno hacen el resto.
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