Después de esta interminable persecución tienes la sensación de haber vivido una auténtica pesadilla, sientes la necesidad de limpiar el sudor y la suciedad de tu cuerpo, de cambiarte de ropa, de desentumecer los músculos engarrotados como consecuencia del esfuerzo realizado para mantenerte a salvo de esa horrible criatura. Aún tiemblas de miedo. Te falta el aliento. Tienes sed. Jonesy está contigo. Aprecias como nunca tu vida. Deseas más que nada volver a casa. Descansa, pero no bajes la guardia...

Terror y acción convertidos en arte. Scott consigue que te sientas parte de la tripulación; que vivas la aventura.

Puro espectáculo.

Es increíble cómo un cartel de cine bien realizado puede llegar a desprender tanta energía como para seducir a quien no posee referencia alguna de la película a la que se enfrenta. En fin, si hubiese estado tan sólo al mismo nivel que esta composición gráfica que hábilmente le sirve de reclamo, habría sido increíble. El color de la imagen, la fotografía, el vestuario, las escenas a cámara lenta y el sonido, consiguen que cuando comienzas a ver la película realmente tengas interés. Una vez transcurridos quince minutos no te transmite nada más. Bueno, tal vez algo de sueño.

Cuando un chef se enfrenta a la creación de un nuevo plato debe tener presente la reacción de los comensales que terminarán degustándolo. Para ello deberá iniciar un largo camino en busca del equilibrio entre los matices conocidos y los qué aún no se han dado a conocer.

En la mayoría de ocasiones, cuando vas a un restaurante de cocina creativa terminas molestándote por varios detalles: en primer lugar, suele dolerte el bolsillo y en segundo lugar, echas en falta algo más de comida (al menos la suficiente como para no tener que volver a sacar algo de la nevera al volver a casa).

En Quantum of Solace, Forster nos sirve un plato con una gran presentación, a buena temperatura, bien elaborado y con sabores renovados, pero falto de "fundamento". Y es que parece que se ha olvidado de los pilares sobre los que debe erigirse una película de 007: sabores innovadores como un argumento actualizado (aderezado con interesantes tintes políticos), la imagen de tipo duro de Bond en continuo conflicto con sus sentimientos y su vulnerabilidad y respeto hacia las mujeres no se me antojan en absoluto incompatibles con la clásica banda sonora, las sorprendentes armas de Q o una canción principal rompedora y duradera, que echamos de menos desde el eterno "Goldeneye", de la genial Tina Turner.

Tras el visionado de la cinta sientes que, como tras saborear una espectacular creación culinaria de última generacíon, lo importante está en la esencia de las cosas; no basta con un bonito envoltorio.

La propuesta de Forster es francamente interesante, pero parece correr el riesgo de perder el alma de la saga por el camino.

Ojalá todo estuviese medido y los creadores quisieran, de este modo, que nos identificásemos con el personaje y su lucha interna por comprender ciertas claves, tan necesarias en todo momento de transición (y que lo acompañan desde sus orígenes: "Casino Royale"), para ir dotándolo, poco a poco, de las características que lo han convertido en un icono del cine de acción de todos los tiempos.

En esta película todo carece de sentido, pero esto no tendría porqué ser impedimento para poder pasar un rato entretenido disfrutando de un gran paquete de palomitas. Sin embargo, tras ver el resultado de semejante despropósito llegas a sentir que las palomitas te las podías haber comido en tu casa visionando, calentito, algo más interesante en tu reproductor de dvd. Y es que, en esta "joyita" casi nada es salvable:
- La puesta en escena y la fotografía me dejó frío: Los paisajes no impresionan en absoluto, intuyéndose además presencia de "croma" en las escenas rodadas en primer plano, sobre todo al principio de la película, cuando los personajes aún no han iniciado su aventura.
- El físico de los personajes, el vestuario, el maquillaje, las rastas y sus dientes blancos hicieron que desde el primer momento me sintiera un tanto incómodo. Nunca consiguieron que tuviera la sensación de encontrarme 10.000 años atrás.
- La interpretación es muy pobre. No consigue que te emociones, ni que rías, ni que llores; no transmite nada.
- La digitalización de los animales no está conseguida. Es increíble que 15 años después de Parque Jurásico los efectos sean incluso peores. La falta de realismo del tigre es lamentable.
- El guión no es nada original. No hay nada que no hayamos visto antes.
- La música nunca adquiere protagonismo y nunca más volverás a recordarla.
- La mala dirección se deja ver con claridad en las escenas de acción: están pobremente realizadas por carecer de buenas coreografías, siendo dificilísimo ver algún impacto certero.
- El montaje es lo único que quizás pueda salvarse, ya que dota a la cinta de la fluidez precisa para conseguir que el espectador siga viéndola hasta el final.

En definitiva, esta película sólo es recomendable para aquellos a los que les basta con una sucesión dinámica de acontecimientos para divertirse en el cine. No será del agrado de aquél que crea que el cine es una expresión de arte.

10.000 es una mala película de aventuras. Es todo lo contrario a películas como El Último Mohicano o Apocalypto ( a la que "casualmente" se parece en gran parte del metraje). Éstas tienen los mismos ingredientes que la anterior, pero además aportan una gran banda sonora, una excepcional fotografía, interpretaciones creíbles, giros inesperados...y lo más importante: consiguen que te sientas parte de la historia; consiguen emocionar.

Aunque a mi parecer Idependence Day y El Día de Mañana son películas que consiguen entretener (único propósito de este director), Roland Emmerich no obtiene esta vez el mismo resultado con la misma fórmula.

Las palomitas deben ser tan sólo un complemento al espectáculo que vemos, no el único aliciente de una sesión de cine.

Se abre la puerta de Jurassic Park y se ve: un decorado de cartón piedra, unas localizaciones aburridas, un guión ridículo, un sentido del humor infantil, un catálogo de dinosaurios pobre, unos efectos digitales vulgares, un reparto desaprovechado y al recién llegado Chris Pratt intentando evitar que todo se hunda. ¿Cómo se llama la película?