No sé porqué, pero siempre he conservado un odio visceral por Matt Dillon que no logro encontrar de donde viene, esa fue la razón de que no fuera al cine a ver esta película. Mas ya saben lo que pasa cuando te acercas a un videoclub y no hay nada que pillar, comienzas a mirar títulos, carátulas, y una te llama la atención, y dices: “¿Por qué no?” y te la llevas a casa. Desde los títulos de crédito, con esa magnífica canción, me enamoré de esta película, no solo de Natalie Portman, sino de Rapaport, de Hutton, incluso comencé a mirar con otros ojos a Dillon. Es una película en la que no pasa nada, pero dentro de los personajes pasa de todo, y eso es lo que me encanta, son tipos reales como tu y como yo, gente que tal vez no podría defender el edificio Nakatomi de unos terroristas, ni disparar contra la Estrella de la Muerte, pero tienen esos problemas que tenemos muchos de nosotros que acariciamos o ya somos pareja de los treinta, ¿Qué cojones hago con mi vida? ¿Qué fue de todo lo que planeamos? ¿Qué fue de la pandilla? ¿Qué voy a hacer? Y por eso la adoro, porque es la película con la que a mi edad me siento identificado, supongo que dejé de identificarme con Los Goonies, después con las primeras de Kevin Smith y al final, gracias a un feeling de videoclub, logré una película con la que identificarme y es esta. De nuevo vuelve a mi esa frase genial de los Simpsons “Que viejos somos”, pero aun quedan los colegas para echarte una mano y unas birras, más viejos, más perdidos, pero tus colegas.

Con la sensación de entrar a escondidas en una mansión cuyas habitaciones son escenarios, un teatro que se va desplegando por cada lugar de esta casa de alienados. Interpretaciones llenas de fuerza y calidad hacen que boquiabierto, casi sin darte cuenta, recorras este lunático mundo teológico, literario, sentimental, mientras mentalmente ahondas en tus razones para creer o no creer. Es una de esas películas que te obsequian con algo nuevo, que te dejan un regusto que no sabes diferenciar, a veces es amargo, y otras dulce. Una bella película repleta de magníficos actores.

Masacre ven y mira con un par de coñas, pero Masacre ven y mira al fin y al cabo. La venganza por la venganza. Escenas excesivamente largas, violencia gratuita, un sobrevalorado oficial alemán cuya interpretación esta calcada de muchas de las Tim Roth únicamente supongo que este tío sabia alemán y esa sería la excusa que uso Tarantino, el autentico SOBREVALORADO Tarantino, para admitirlo en su sequito. Una película normalucha, aburrida en la mayoría de sus partes y cuyo rigor histórico me la suda, me parece genial que se invente la historia del mundo pero que lo haga bien al menos. Después de Reservoir Dogs y Pulp Fiction murió, eso es lo que pensaba, y así me lo sigue demostrando. Es lo malo de mimar demasiado a un niño, que se acostumbra y luego hace lo que le sale de las narices, solo por divertirse él y sus colegas.

Una noche, a mil kilómetros de mi hogar y de aquella a quien un día amé, en un servicio de un bar, escritas en la pared con un rotulador leí las siguientes palabras: “Tu tan lejos, y la nostalgia haciendo de las suyas” aquello tuvo la virtud o la insensatez de crear un mundo en mi memoria, mas bien de abrir las puertas de un reino cerrado ya hacia tiempo. A veces las palabras, y también las imágenes, poseen ese don. Esta película es para mi como aquella frase en la pared, es capaz de rozar suavemente fibras de mí creando así la melodía de una canción perdida. “Nos aferramos a nimiedades”, es una de las frases mas ciertas que jamás el cine ha creado, ¿Quién no conserva pequeñas cosas de mujeres que un día se fueron? Un hombre puede llorar, cantaba el Loco, y reconozco que más de una lágrima se vio obligada a buscar un nuevo camino lejos de mí con esta película. Ya se que diréis que el final es facilón, para agradar, ese tipo de cosas, pero ¿a quien de nosotros no nos gustaría un final así? Y ante todo reconocer el trabajo de Daniel Auteuil “un hada” en estado de gracia. Una película preciosa, dulce, triste… Gracias Daniel, gracias Vanessa, gracias Patrice, gracias a aquel tipo que escribió aquello en esa pared, gracias por la nostalgia, pues la mayoría de las veces es lo único hermoso que nos queda.

La belleza de ser obrero, de no tener ni un duro, pero de sentirse parte de una unidad que es eterna, si uno cae, dos nacen. Cuanto late mi corazón al sentir que aun podemos lograr la victoria, y Tim nos propone eso, algo que paso hace lo que parece miles de años, pero que siempre podrá volver a pasar, el pueblo unido jamás será vencido, frase repetida hasta la saciedad pero real, aunque su demasiada reproducción ha hecho de ella un cliché, Tim Robbins en esta película la vuelve a hacer real, la vuelve a convertir en un objetivo y no bajo el hablar pedante de los grandes pensadores socialistas, sino junto a la voz de la gente, del pueblo, ese que unido, jamás será vencido. Y Bill Murray, que decir de él, que es un grande y que me pongo a sus pies, gracias Bill. EL PODER SE TAMBALEARA.