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España España · Getxo (Bizkaia)
Voto de Rober:
9
Drama En un accidente de coche, Julie pierde a su marido Patrice, un prestigioso compositor, y a su hija Anna. Al recuperarse de sus lesiones, decide comenzar una nueva vida, independiente, solitaria y anónima, alejada de los privilegios que antes disfrutaba. Olivier, el ayudante de Patrice, intenta sacarla de su aislamiento. Olivier está enamorado de ella desde hace muchos años y acaba convenciéndola para que termine el «Concierto para ... [+]
2 de febrero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectívamente, el color azul es el dominante de la paleta cromática de Kieslowski en esta primera parte de la trilogía "Tres colores". Pero no solo está el azul; en los contraluces, sombras, solapamientos...,el director polaco maneja habilmente una amplia gama de colores.
Los colores son los protagonistas, desde el título del film hasta el final. Kieslowski trabaja el cromatismo con notables resultados, dando como resultado una gran belleza plástica.
Expresivamente, la película es minimalista. Los ángulos y enfoques caprichosos dominan la pantalla. Los detalles son importantes; la expresión de ella en planos fijos, a la espera de acontecimientos. La lentitud es consustancial con la concepción de la película y de todo el cine del director.
La historia y el guión son irreprochables: El cambio drástico de la vida de una mujer, después de la muerte de su marido e hija en accidente. No quiere hacer nada, no desea nuevas ataduras, pero la vida desde diversos flancos, se lo impide. Le atrapa. Su madre, con demencia senil; alguien que la adora, que la ha adorado siempre, hallazgos sobre la vida de su marido, ratitas recien nacidas...El mundo no se para, la arrastra.
Y la música. La música, junto con el color, es fundamental en el film. Su marido era un famoso compositor, su amante es compositor, ella es compositora. Ella es "la" compositora. La génesis de la creación músical va a unida a una solemnidad necesaria, impactante.
Coincidencias, encadenamientos, escenas abiertas. Kieslowski seduce al espectador y le ofrece continuas tentaciones. Continuidad.
Los últimos diez minutos son de una delicadeza grandiosa. Belleza en la bondad (de ella) y belleza en el arte (música, color, cine...), belleza en el acto sexual. Todas las bellezas, todos los amores se dan cita en la apoteosis final.
Excelente Juliette Binoche.
Rober
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