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España España · Madrid
Voto de mato:
10
Drama Crónica de la vida de tres hermanas londinenses. Nadia (Gina McKee) es un camarera solitaria que busca un alma gemela a través de los anuncios personales. Tampoco a Molly (Molly Parker) le van muy bien las cosas: precisamente cuando está esperando un hijo, su pareja deja el trabajo y desaparece. Por su parte Debbie (Shirley Henderson) es una peluquera malhablada que tiene un hijo de 11 años, pero está separada de su marido. (FILMAFFINITY) [+]
5 de diciembre de 2008
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años me metí en una sala oscura y, como le sucede a todo espectador, no salí cambiado, ni siquiera reforzado en mis planteamientos previos, sólo encontré cómo éstos podían tener un trasvase a la pantalla. Cómo un director podía aunar narración clásica y avances del cine publicitario, humanismo y globalización, continuidad y eclecticismo, diferencia e integración.

Se trataba de la película "Wonderland" y desde entonces no falto a mi cita semestral con Michael Winterbottom. Pocos creadores son capaces de tener una trayectoria tan coherente y tan diferente, de ser tan variados y tan similares, de abordar el riesgo sin perder el acierto. No importa el género, siempre le es fiel a sus códigos implícitos. Parte de ese respeto a las normas clásicas para introducir su amor por la humanidad, su querencia por personajes normales, su huida de las falsas torturas, su apuesta por el interés de la cotidianeidad. Es él quien mejor sabe crear magia de lo corriente, producir fascinación a partir de gente como tú y como yo.


Y lo hace sin necesidad de caer en recursos de fácil identificación. Su voz en off nunca busca provocar empatía, sólo mezclar en pantalla realidades diferentes. Sin embargo, sus personajes sí provocan empatía. Y lo hacen sin necesidad de acertar. Es más, Winterbottom siempre encuentra la belleza en el error, su gusto por la normalidad contrasta con su amor por la diferencia: el ser humano alcanza su perfección sólo cuando asoma su imperfección. De ahí nacen sus radiantes, efímeras, emotivas historias de amor. De ahí nacen sus vibrantes, controlados conflictos. De ahí nace el arte de un pintor con una amplia paleta de colores que siempre dibujan la misma figura: el alma humana. Y lo hace sin retórica de divino, sin pesimismos de postal, sin más búsqueda de autoría que la que da la propia voz.
mato
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