Aburrido drama post apocalíptico existencial que no ofrece demasiados puntos de enganche. Tras un aparente colapso de la humanidad, Del sobrevive completamente solo en un pueblo, dedicándose a enterrar los cadáveres de los que eran sus vecinos. Entonces aparece una joven que pone su mundo patas arriba.

Al principio me gustó el enfoque del protagonista: alguien que se sentía invisible cuando vivía rodeado de gente y cuya desaparición masiva no le incomoda. Se impone una rutinas y las cumple a rajatabla en una vida que tampoco se distingue mucho de la que tenía antes de la catástrofe. La chica viene a ofrecer un contrapunto, pero el personaje resulta desagradable y no tardamos en desear que Del la ponga de patas en la calle. Hasta hay un amago de romance que no pega ni con cola. En este punto estaríamos como en uno de esos episodios sin zombis de The Walking Dead, sin chispa ni emoción.

El personaje del médico viene a traer consigo un micro plotwist tan insulso como gratuito. Es, de pronto, contarnos una película completamente distinta. Decir que es forzado es quedarse corto. Y para todo eso nos hemos tenido que comer una hora y pico que no es un monumento al dinamismo, la verdad. Si le doy un cinco es porque han metido a Rush en la banda sonora, y solo eso es motivo para rescatarla del suspenso. Pero solo por eso.