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España España · Vigo
Voto de ru3a5:
8
Drama. Bélico Durante la Primera Guerra Mundial, un grupo de mineros británicos son reclutados para hacer un túnel y colocar bombas debajo del frente alemán con la esperanza de romper el mortal punto muerto de la Batalla de Messines.
28 de abril de 2021
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Creo que el título lo resume todo (tanto el de la película, como el de la crítica). Porque da justamente lo que promete.

Cada cosa en su sitio. Cada plano dura lo justo, cada escena también. Nada falta, nada sobra. Interpretaciones correctas de actores de la casa (ingleses) para mí desconocidos, aunque muy bregados en la TV y con apariciones en varias películas, algunas bien conocidas. Historia verosímil (y a falta de comprobarlo, creo que verídica). No hay sangre, no hay casquería, no hay espectáculo, no hay CGI, pero tampoco hay fallos. Ambientación lograda. Da la sensación de que se hizo mucho con poco, aunque no sé si ha sido así. Nada que ver con el tráiler que en 2012 había firmado este hombre, si no me equivoco (y que si tampoco me equivoco, no llegó a filmarse), llamado The Lost Emperor, que en cinco minutos tenía toneladas de épica, sangre y efectos especiales. Si me dicen que aquel tráiler le costó más que esta película, hasta podría creérmelo.

Por buscar alguna laguna a tanta corrección, sólo me ha rechinado un poco cierta reticencia inicial de los mandos superiores a llevar mineros a hacer la tarea a la que alude la sinopsis, porque por muy señoritos y gilipollas que fueran los mandos de la Gran Guerra, que seguramente lo eran, con su honor, sus tradiciones y demás gaitas, lo cierto es que los zapadores existen -que se sepa- desde la época de los asirios. Seguro que desde muchos siglos antes. No me extrañaría que incluso desde el neolítico. Porque desde hace miles de años se cavan túneles para sorprender al enemigo, incluso para obsequiarlos con pólvora y fuego, que los chinos la inventaron hace mucho también.

Hay héroes, pero héroes que no son Hércules o Luke Skywalker, sino el vecino de al lado, terco él, que trabaja en la mina, y que con algo de silicosis, no le dejan ir a filas. Él y sus compañeros de bocadillo al mediodía los últimos 20 años. Si es que entonces podían permitirse esos lujos. Pero por la imaginación -que al parecer escaseaba- de un coronel patrio, salvarán a miles con sus compañeros de trabajo de siempre, con su trabajo de siempre, oscuro, despreciado, y aún más en el frente. Los mismos peligros de siempre, los desprendimientos, el gas, el agua... con el aderezo de un posible grupo de enemigos en algún recodo, tras cualquier pared de cada túnel.

No hay épica ni fuegos artificiales, ni palomitas. Esto ni es Senderos de Gloria (aunque tiene más en común con esta que con el mucho más reciente plano secuencia eterno que es 1917), ni 300, por poner los dos extremos. Tampoco es antibelicista, a mi modo de ver. Es honesta y verosímil, narra los hechos, sin caer en el tono documental, pero tampoco en hiperrealismos. Quizá porque me ha coincidido verla justo después del último truño pajeromental palindrómico de Nolan, es por lo que esta película me ha sentado como un bálsamo. Una historia como las de antes y muy a la inglesa, sobria, bien contada, lineal, sencilla, impoluta; y de regalo, sin trampas, sin sensiblerías, sin recurso de lágrima fácil, sin alharacas. Los hechos puros y duros, y adornos, los justos. A muchos les parecerá sosa, quizá, aunque las explosiones de la artillería se sientan en el estómago, porque no se ven sangre ni vísceras ni tan siquiera muertos (me sobran los dedos de una mano los que aparecen), pero no he echado de menos nada de eso. Se sabe de sobra lo que hay, y no hace falta mostrarlo.

La he disfrutado mucho, y me parece muy recomendable, especialmente para los amantes del género. Antes había sobredosis de la última gran guerra, y faltaban de la penúltima, de la que presuntamente acabaría con todas las guerras. Parece que últimamente se invierte la tendencia, y se agradece.

Moraleja: cualquier trabajador honesto, bien aprovechado, puede inclinar la balanza en una guerra y salvar miles de vidas. Para qué Rambos o Aquiles ¿Es eso ser héroe? El director cree que sí, y yo, por supuesto, también.
ru3a5
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