La segunda película de Borja Cobeaga se encuadra en el “redescubrimiento” de los ochenta en los cuales nos encontramos en los últimos años y sigue la senda iniciada por “Pagafantas”: comedia romántica made in Spain con denominación de origen de Euskadi.

Lo original que tiene su cien respecto a otras comedias españolas estrenadas en nuestras salas es que lo que cuenta lo hace sin necesidad de molestar a nadie, sin tener que enseñar partes de la anatomía del cuerpo de los actores o sin ser basto. Es un humor blanco.

Te sientes parte de la historia en el sentido de la solidaridad de querer ayudar a Sergio (un bastante decente Unax Ugalde) en la labor de recuperar a su chica. En este camino con referencias a nuestra infancia y a los revalorizados ochenta, nos encontramos con uno de los descubrimientos de la película, Juancarlitos la verdadera revelación de la película, un personaje en principio aborrecible pero que se hace entrañable (a ello influye mucho la estupenda actuación de Julián López).

No pasará a la historia pero tampoco se quedará en el limbo de las producciones estrenadas. Sin llegar al nivel de “Pagafantas” mantiene el tipo y quién no ha bailado alguna vez al ritmo de “No controles”.