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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
10
Drama Randle McMurphy (Jack Nicholson), un hombre condenado por asalto, y un espíritu libre que vive contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego. (FILMAFFINITY) [+]
15 de diciembre de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anoche volví de nuevo a revolotear y a dejarme caer sobre el nido del cuco. Una vez más, Siento una emoción muy especial cada vez que me reencuentro con los viejos compañeros de allí, con los que compartí en el pasado tantos y tantos buenos momentos. Son buenos tipos, una panda de locos maravillosa. Nada más llegar, les saludé a todos uno por uno. Bueno, primero saludé a los bedeles y a los enfermeros que me condujeron hasta la planta. Y allí sí, allí estaban todos: Martini, tan bonachón como siempre, y el pequeño Billy que se alegró mucho de verme y me preguntó si había traído chicas conmigo, y me habló de las ganas que tenía de perder la virginidad. Cheswick y Scanlon se hallaban enfrascados en una emocionante partida de cartas. Al percibir mi presencia, ambos levantaron la cabeza, hicieron un gesto a modo de bienvenida, y volvieron al juego como si nada. A McMurphy me costó encontrarle un poco, pero al final dí con él. Estaba algo escondido al fondo, al lado de su inseparable amigo indio, tramando algo, seguro. Cuando me vio se acercó a mí con una sonrisa de oreja a oreja y me dio un efusivo abrazo. Qué pena que no hayas venido antes- me dijo-, hoy ha hecho muy buen día, y podíamos haber salido un rato al patio a echar unas canastas.Su amigo, el grandullón indio se limitó a estrecharme la mano, pero, como siempre, no desplegó la boca.

A quién también vi pero naturalmente me negué a saludar fue a la enfermera Ratched. Cómo la odiaba. En verdad, daban ganas de estrangularla con tus propias manos, aunque sé que yo nunca hubiese sido capaz de hacerlo. Yo no soy de esos, soy más bien cobarde. Además, sabía que McMurphhy acabaría haciéndolo por mí. Por todos nosotros. Una vez, McMurphy me dijo que yo no tenía porqué tenerle miedo a la enfermera Ratched. Ella se cree invencible y muy importante, me explico, porque aquí representa a la autoridad y al sistema. El sistema se preocupa siempre de aplastar a quién se quiere salir de él o a quién quiere cambiarlo desde dentro. Como al padre del Jefe. Sabían que era diferente, y por eso nunca le dejaron en paz. McMurphy sabía bastante de estas cosas.

Y nunca olvidaré la forma en la que nos contagiaba su alegría,sus ansias de libertad, y cómo lograba que se dibujara una sonrisa en nuestra boca a la más mínima ocasión. Recuerdo aquella vez en la que se puso a narrar enfervorizado un partido de baseball delante de una pantalla de televisor apagada. Yo, que jamás he sentido afición por el baseball y ni siquiera me sé sus reglas, no podía apartar los ojos de la pantalla. O aquel otro día en la que no sé cómo demonios consiguió ese autobús en el que nos llevó a todos de pesca, un día inolvidable. Definitivamente, McMurphy era un tipo especial. Ya no hay locos como él. Tampoco hoy día hay locos que se atrevan a contar una historia como la suya.

Sé que no tardaré mucho en volver a dejarme caer sobre el nido del cuco. Allí soy feliz, quizá siga siendo un loco como los que continúan allí, y no tuvieron la suerte de escapar como yo. Tal vez, esa locura es la que me ayuda ahora a soportar mejor todo esto.
Juan Solo
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