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Voto de Revista Contraste:
1.592
Comedia
Rafi (Alfonso Sánchez), completamente arruinado, se cuela en la montería organizada por la Marquesa que reúne a toda la alta sociedad española para venderles su negocio y dar el pelotazo por fin. Dentro está Fali (Alberto López), que ha sido reprogramado, y ya no es un compadre. Juntos descubrirán que la montería no es lo que parece, y que en la finca se está decidiendo el futuro de España.
18 de marzo de 2022
10 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde 2021, Alfonso Sánchez y Alberto López han ido sembrando largometrajes con su particular humor. Empezaron con buen pie en El mundo es nuestro, cojearon con la siguiente El mundo es suyo y, ahora, caen en un abismo con El mundo es vuestro.
Esta entrega de saga seudocañí es de suma y sigue respecto a las anteriores, a la vez que el tono, la gracia, el chiste, las referencias, las formas e incluso la declamación van perdiendo toda la finura, acentuando así el clima de broma gruesa y pasajera.
La sucesión de tópicos del sur, pero también de otras periferias, se envuelve en la peor de sus caras y se presenta como un carrusel de insultos. Es difícil localizar un ápice de auténtica ironía para poder darle la vuelta a esas situaciones. Casi todo es plano y explícito, y se sucede y ensarta sin más lógica que la de ir destilando burdas payasadas.
Seguramente, subyace alguna buena intención de reírse de uno mismo. Sin embargo, cuesta detectar dónde está y dónde se manifiesta esa buena intención.
www.contraste.info
Esta entrega de saga seudocañí es de suma y sigue respecto a las anteriores, a la vez que el tono, la gracia, el chiste, las referencias, las formas e incluso la declamación van perdiendo toda la finura, acentuando así el clima de broma gruesa y pasajera.
La sucesión de tópicos del sur, pero también de otras periferias, se envuelve en la peor de sus caras y se presenta como un carrusel de insultos. Es difícil localizar un ápice de auténtica ironía para poder darle la vuelta a esas situaciones. Casi todo es plano y explícito, y se sucede y ensarta sin más lógica que la de ir destilando burdas payasadas.
Seguramente, subyace alguna buena intención de reírse de uno mismo. Sin embargo, cuesta detectar dónde está y dónde se manifiesta esa buena intención.
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