El título con el que se presenta esta película en España es bastante desafortunado: al Las Cícladas, traducción literal del original francés, han añadido el Escapada de amigas, con el que dan una imagen totalmente distinta de lo que el espectador se va a encontrar. Quizá haya sido adrede, para atraer a más público a las salas con la promesa de una comedia de mediana edad alocada y superficial.

Algo de eso hay, ciertamente, pero, al menos alivio de la que suscribe, esta cinta tiene más de drama que de comedia y, entre los desvaríos, las groserías del vocabulario y lo obsceno de algunos momentos, ofrece una muy interesante mirada sobre la madurez y las heridas del pasado.

El relato de Marc Fitoussi, guionista y director, se centra en las dos protagonistas y sobre ellas recae toda la responsabilidad de llevar a puerto un viaje que, como el de Blandine y Magalie, corría el riesgo de naufragar entre tópicos y vulgaridades. Sin embargo, el excelente trabajo de las dos intérpretes, Laure Calamy y Olivia Côte, y una descripción de sus personajes meticulosa y amable, que las personaliza y convierte en verosímiles y cercanas, hace que se vea con gusto, se sufra un poco, se ría otro poco y se quede uno con buen sabor de boca.

La aparición de Bijou, en el cuerpo de la solvente Kristin Scott Thomas, introduce, en el torbellino de su desenfreno, la posibilidad de reflexionar acerca de los dramas que están viviendo. El fondo de la trama, entonces, se revela como el del innegable deseo de amar y ser amado y de cómo las “huidas hacia adelante” (en este film, también “hacia atrás”) no solucionan los problemas sino que los agrandan. Todo no se puede tener a la vez y este largometraje lo demuestra una vez más.

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