Interesante película que muestra el paso de la visión a la discapacidad visual y lo hace de manera estructurada, científica y a la vez humana y cercana. Es interesante ver el esfuerzo por transmitir las sensaciones y la "visión" del mundo de una persona ciega, esas atmósferas oscuras, el mundo interior, la relación que cambia con sus seres queridos, su recolocación en el mundo, la capacidad para describir lo indescriptible, para visualizar lo que no puede verse.
La película se presentó en dos formatos, el que aparece en esta edición y otro con una banda sonora específica para personas con discapacidad auditiva, más enriquecido y explicativo, algo que debería ser más habitual en un país que no es muy amigo de los subtítulos y que no favorece demasiado todos aquellos complementos e implementaciones que facilitan la vida y el acceso a medios audiovisuales de las personas con discapacidad.
La película busca más la explicación y la empatía que la lágrima fácil, no es en absoluto sensiblera. Aunque es tierno escuchar como una hija de 8 años le dice a su padre: "Papi, si llorase y mis lágrimas cayesen en tus ojos...¿Serías capaz de ver de nuevo?"
Las reflexiones de John son profundas y sumamente interesantes, se pregunta en un momento dado si esa parte del cerebro humano especializada en el sentido de la vista queda huérfana o incapacitada al no recibir estímulos. Comenta también que se debe volver a la vida activa, recolocar el pasado y reconformar los recuerdos.
En 1990 John publicó el audio en un libro titulado "Tocando la roca".
"Para adquirir una humanidad plena los ciegos y los que no lo son se necesitan mutuamente".