Se supone que el sentido del humor evoluciona con el paso de los años. Al igual que hace 1000 años las situaciones graciosas probablemente no lo serían en la actualidad, también hay que decir que los momentos que le hacen reír a cada uno evolucionan según se crece. Siendo niños entendemos el humor más básico. Nos hacen gracia los sonidos guturales, las pedorretas y demás. Al igual que las caídas, los golpes y cualquier situación que provoque daño leve o el ridículo en los demás.

Según se avanza hacia la edad adulta nuestro sentido del humor evoluciona. Hay quien sigue conservando gran parte del primario y quien no, pero nos comienzan a hacer gracia nuevos tipos de situaciones. ¿Cuáles? Eso depende de los gustos y de la personalidad de cada uno. La cuestión es que evoluciona. Y lo hace en parte porque la repetición de lo anterior ya no nos hace reír, o lo hace en menor medida. Y esta es la principal razón por la que no me ha gustado esta película.

Resulta que este film es un sinfín de chascarrillos relacionados con andaluces y vascos que al menos yo, por lo que veo no formo parte de la inmensa mayoría, ya tengo más que aburridos. Desconozco en qué otras películas han participado Borja Cobeaga y Diego San José, los guionistas, pero sé que si son comedias no estoy interesado en ellas. Es más, en el supuesto caso (no tengo ni la más remota idea, lo digo por poner un ejemplo explicativo) de que fuesen humoristas e hiciesen un show en la ciudad en la que vivo no iría a verlo bajo ningún concepto.

Creo que esta comedia llega muchos años tarde. Creo que vivimos en un país con la suerte de tener humoristas de todo tipo. Al que no le gusta lo que ofrece El Terrat le gusta lo que hace José Mota o lo que proponen los "chanantes" o cualquier otra de las opciones que hay. Gente que, dentro de sus registros humorísticos, tiene un humor actual. Pueden también hacer chistes de vascos o de andaluces, esa no es la cuestión, pero lo plantean de un modo o bien novedoso o al menos diferente.

Ocho apellidos vascos me parece un film que iría ver Carlos Alcántara con sus amigos a principios de los ochenta. Es posible que la idea sea buena. Pero no lo es la ejecución.