Sorprende la buena acogida de la crítica y los premios que ha tenido. Sólo la actriz los merece porque la directora dedica 2 horas interminables para describir la crisis de una pareja que nada aporta por la escasa definición de sus personajes, especialmente el masculino, a cargo de un actor inexpresivo y de nulo atractivo. Se la ha querido comparar a "La aventura" de Michelangelo Antonioni porque transcurre en un paisaje parecido, pero la distancia es brutal.
Huele a cine viejo, a pretensión intelectual desfasada, e insiste en situaciones irrelevantes y en diálogos que quieren ser cotidianos, pero que son de una banalidad desarmante. Se trata de uno de esos espejismos colectivos que se producen de tanto en tanto en el cine europeo.
Un aburrimiento sin paliativos.