Entré al cine para ver esta película sin demasiado interés. No tenía una gran campaña de marketing detrás y tampoco le ha beneficiado la situación generada por la pandemia. Además, Ben Affleck nunca ha sido "santo de mi devoción".

Sin embargo, la historia que se iba desarrollando en la pantalla desde el minuto uno era una historia creíble, sin artificios, actual (y eterna, como la vida misma). Los personajes son reales, las situaciones comprensibles. Asistimos a una narración que no es una narración, es la vida misma. No hay falso edulcorante ni un guión prefabricado o artificial. De hecho, no sabemos qué va a suceder. Simplemente, acompañamos al protagonista en lo que le acontece y casi le préstamos nuestro hombro, tambien. Sufrimos con él y nos alegramos con él.
Al menos a mí me sucedió así. Me pellizcó el corazón.

Y he de decir que Ben Affleck está sensacional. Cualquiera podría decir que una buena interpretación es la que se trasluce de la exteriorización de las emociones. Pero para mi una gran interpretación es la que se consigue con la contención. En cada escena, sabemos exactamente qué está sintiendo el protagonista. Y no hace falta que mediante gestos evidentes el actor nos lo haga entender. Es tan intenso y tan palpable lo que siente el personaje, que precisamente por esa contención es más creíble aún. Al menos, es mi opinión.

Por tanto, me quito el sombrero ante la sobria y adecuada actuación de Affleck.
Recomiendo encarecidamente esta película sencilla pero intensa.