Pero Stanley Kubrick quizás vuelve a obsesionarse demasiado con todos los planos y cuadros de la película. Lo cierto es que en ese sentido el film está cuidado hasta el más mínimo detalle. La fotografía es impresionante y una de la más hermosas que se ha hecho, y en su momento supuso un gran avance en la industria cinematográfica. La música de Händel, Bach, Mozart y compañía encaja a la perfección en el desarrollo de la acción y ayuda a situarnos en plena época de clasicismo. Al igual que el diseño de producción y el vestuario, ambos prácticamente impecables.
Pero claro, queda el resto. Ryan O'Neal no me acaba de convencer del todo en ciertos mementos que considero claves en la película. Decir que no está a la altura del proyecto sería injusto, porque el tío da la cara y aguanta las 3 horas que dura la peli. Pero me resulta mucho más memorable e impresionante Marisa Berenson. Su personaje es increíble. Apenas habla en toda el film y consigue encarnar con la mirada y los gestos a una mujer solitaria, triste y sin esperanzas en lo que le queda de vida.
Y la otra cosa es la historia. Porque la verdad es que la idea general de la película es muy buena: el ascenso al poder de un hombre y su caída. Pero el perfeccionismo de Kubrick hace qua haya ratos demasiado repetitivos y se llegue a momentos demasiado pesados. Sí, son escenas muy bellas, pero hacen que la historia y el argumento pierdan fuerza.
En fin, busca 3 horas libres para ver esta película y quizás quedes fascinado con una de las mejores películas de época de la historia del cine