Todos conocemos la historia. Todos sabemos lo triste que resulta en su mayor parte el cuento de Andersen y el reflejo que proyecta sobre la cultura en que vivimos.
Estrenada en el Festival de Sitges, The Ugly Duckling quizás no posea los grandes avances en tecnología de otros estudios de animación como los americanos, pero sigue la tradición clásica con la plastilina y las marionetas con unos resultados más que satisfactorios.
Pero lo mejor, sin duda, las coreografías y canciones que su director ha sabido encajar a la perfección en la película, creando movimiento bellísimos al compás de los mejores temas de Tchaikovsky.
Puede que sea anticuado, pero la historia sigue emocionándome, porque trata sobre un tema candente que podemos interpretar en nuestra sociedad. Además, creo que los russos se verán aún más reflejados al ver a unos habitantes de un corral que viven aislados y tienen su propio código y no les gustan los que son diferentes ni los animales que viven en libertad. Cómo no se va a comparar con la época en la que la URSS era el claro ejemplo de todo esto