Hex de Rudolf Buitendach es un filme romántico, solo en su comienzo, y terror de chico conoce a chica en el exótico país asiático de Camboya. Este romance vacacional desatará la pasión entre ambos desconocidos, convirtiéndose en una relación amorosa con tintes luciferinos que los dos amantes tendrán que lidiar. Estas fuerzas malignas de Buitendach más que terror causan la risa pero de pena, con este fallido intento de película sobre posesiones en un lugar paradisíaco. Hex es un film que no aterra para nada y que el espectador no sabrá en que género encasillarla. El puntual affaire que tendrá la pareja de protagonistas es el punto más llamativo de todo el film, ya que todo lo demás es cartón piedra y banalidad cutre. Esta película pasa sin pena ni gloria y menos aún trascendencia, por ser mayormente filmada como un despropósito y un disparate de tamaño superior. Buitendach nos confirma con esta patata que aburrirá hasta a las ovejas cuando la montó y la finalizó para presentarla en yo que festivales de cine sé. Por esta regla de tres, no recomiendo en absoluto su visionado ni por encima del hombro, porque el plan secreto de esta filmación es para que te aburras como una ostra.