Sueños de un seductor de Herbert Ross es una comedia que parodia Casablanca y que es una gran cinta del gran Allen aunque no fuera dirigida por él. Dirigida con un ritmo vigoroso y con el estilo típico y particular de Woody Allen, es una obra divertida que entretiene al público de principio a fin con los característicos gags del cineasta neoyorkino y que cautivarán a todos sus seguidores y serán las risas de todos aquellos que se aventuren a descubrirlo, concluyendo un film notable en lo que se propone que no defraudará a nadie en su visionado.
La fotografía es evocadora y cumple con su tarea de forma competente, utilizando al principio algunas imágenes de la célebre película Casablanca. La música es rítmica y divertida pero poco usada, solo en algunas escenas de fiestas o poco más para no desviar la atención del visionado. Los planos y movimientos de cámara consuman una correcta labor mediante el uso de los primeros y primerísimos planos, reconocimiento, seguimiento, cámara en mano, avanti, generales y plano-contraplanos que sacan lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son genuinas y auténticas. Como protagonistas Woody Allen trabaja con su carisma y verborrea habitual, Diane Keaton está sensible y natural en su línea acostumbrada y Tony Roberts está contundente en su labor, siendo acertados los acompañamientos de Jerry Lacy, Susan Anspack y Jennifer Salt entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones variados que son elegantes pero llevados con informalidad como es habitual en esta clase de films.
El guion, escrito por Woody Allen y basado en una obra de teatro suya, es hilarante de principio a fin gracias a su trama, interpretaciones y diálogos, pero en especial por la interpretación de Allen que vuelve a hacer reír al espectador con sus habituales gags que acaparan toda la atención del espectador, haciéndole reír todo el rato y concluyendo así una de sus interpretaciones más remarcables. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off pesimista pero jocosa, que es muy expresiva y desde luego insinuante en sus intenciones. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido pero con algunas imaginaciones del protagonista que serán las risas de toda la familia.
En conclusión, la considero una obra indispensable y divertida dentro de los films de Allen aunque en realidad no sea el director, logrando entretener de forma jocosa no solo a los seguidores suyos sino también a cualquiera que se aventure a descubrir uno de los films mejores interpretados por el gran Woody Allen. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, montaje, planos, narrativa y diálogos que convierten a Sueños de un seductor, en un film primordial entre las mejores interpretaciones del genio neoyorkino.