El silencio (1963) de Ingmar Bergman es un drama psicológico que toma como referente la familia y la enfermedad. Dirigida con un ritmo tranquilo y con el estilo más provocador y temerario del director por las escenas explícitas de sexo e insinuación, es una obra que juega con el morbo y la pasión en un trabajo personal y admirable que hacen de ella uno de los films imprescindibles del director. Realizada de modo incitador tiene un resultado excepcional merecedor de elogio que sabrán valorar los cinéfilos más exigentes.
La fotografía en blanco y negro hace gran uso de los claroscuros, con algunos momentos claustrofóbicos y otros desconcertantes en un trabajo íntimo que busca ahondar en la difícil personalidad de las protagonistas. La música es inquietante en las escenas oportunas gracias a unos sonidos cotidianos turbadores que penetran en el público como por ejemplo el tic tac de un reloj. Los planos y movimientos de cámara completan un profundo trabajo a través del uso de los detalles, seguimiento, primerísimos planos, subjetivos, avanti, retroceso y cámara en mano que sacan lo mejor de unas actuaciones intrínsecas.
Las actuaciones son deslumbrantes. Como protagonistas Ingrid Thulin trabaja con oscuridad psicológica, Gunnel Lindblom clamorosa en sus constantes insinuaciones con el objetivo de seducir y en medio Jörgen Lindström en un convincente papel infantil. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios elegantes en una correcta y bien trabajada labor que junto con unos oportunos decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director, es comprometedor al tener un entramado insólito y perturbador que no deja a nadie indiferente al plasmar la rara relación entre dos hermanas que se odian y dependen la una de la otra más de lo que cualquiera de las dos desea, manteniendo ambas constantes insidias. Esto es llevado a cabo con una narrativa que es más bien escasa y misteriosa, haciendo honor al nombre de la cinta y que deja claro la malintencionada intención de las hermanas.
En definitiva, la considero una obra indispensable e imperecedera del director y un auténtico drama psicológico con tintes sexuales que es construido de manera exquisita en un trabajo que brilla con luz propia y cautiva a los incondicionales del director. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que vuelven a El silencio, un film excelente en su iracunda trama que arrasa con los sentimientos oscuros de los protagonistas.