Virtudes no le sobran: fotografía, música e interpretaciones áridas, oscas y frías, como la realidad. Desdramatiza el culmen del drama, le saca hierro a las lágrimas secas, deshumedece los sentimientos más intensos y llena de dolor de forma simple y casi natural. No siempre sube la música cuando el corazón palpita, no siempre se llena de olor a rosas el momento que se abre nuestro corazón... a veces las circunstancias que nos rodean no son un fotograma de película, si no un momento más de una persona más en un mundo más... Esa capacidad de naturalidad, realismo traumático que desintensifica lo apabullante de los sentimientos, ahí está Kelly Reichardt para narrarlo con sabiduría.
Las interpretaciones, llenas de comunicación no verbal, de intensidad resguardada ayudan a la complejidad de los personajes, que con sus aristas viven sus vidas intentando comprender lo que sienten ellas y lo que sienten los demás, sin llegar nunca a vencedores o vencidos, solo a expresar y a desdecir lo dicho.