Reir por no llorar. Como estará el patio para que el respetable esté convencido de que más que una sátira de nuestros políticos es un documental de los mismos. Y ya se sabe que la realidad supera la ficción.

Una excelente selección de casting con Cámara en estado de gracia a la cabeza, guiones notables y actuaciones comedidas hacen que esta serie, heredera de otras foráneas (está todo inventado) pase por la turmix patria las vergüenzas de aquellos a quienes elegimos para que nos representen. Y como parece que la cosa no tiene arreglo nos los tomamos a risa. Mejor la primera temporada que la segunda. El incombustible Juan Carrasco y su equipo seguirá medrando en una tercera.

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