La nostalgia puede demasiado, y quién diga que no es un factor a tener en cuenta se equivoca. Pero no se trata de nostalgia solamente. Vale que la película tenga unos efectos especiales de pena y el humor sea un pelín ridículo, pero se compensa con personajes carismáticos, un guión con mucha substancia y un ritmo ameno. Claro, tío, los putos 90. Hay películas de los 90 que ni siquiera vi en su momento y al verlas ahora las disfruto como si fueran actuales.

El problema principal del cine actual es que no saben compensar un presupuesto modesto con actores de calidad. O bien las películas son confusas de tanto efecto especial o acaban en el mundillo de metraje encontrado a lo Paranormal Activity. Yo prefiero los 90, la época en la que para disfrutar una película no hacía falta efectos especiales creíbles, ni mucho menos escenas de planetas explotando y provocando una supernova.

Le da mil patadas a las versiones modernas con la muy pendón de Megan Fox. Prefiero esta, y reírme un poco con el loco Casey Jones y con el niñato punky sin fundamento llamado Danny Pennington.