No hay más que ver cualquier entrevista con Ben Falcone y Melissa McCarthy (especialmente recomendables son sus apariciones en el programa de Ellen DeGeneres) para darse cuenta de que son una de las parejas artísticas y sentimentales más frescas, divertidas, normales (en el mejor sentido de la palabra, nada divos ni estrafalarios) y encantadoras de Hollywood. Además, ambos son ex-alumnos y ex-miembros de la escuela y compañía The Groundlings, uno de los grupos punteros en comedia e improvisación en el mundo. Vamos, que algo saben de esto de hacer reír al público.
Sin embargo, nada de lo previamente mencionado es garantía de que sepan o puedan hacer una maravilla de comedia cinematográfica, y El alma de la fiesta es la prueba. Dirigida por Falcone, co-escrita por ambos y protagonizada por McCarthy (aunque él también tiene un breve papel como conductor de Uber), El alma de la fiesta es una comedia de lo más normalita. Tampoco es para quemarla en una hoguera, pero no consigue realmente sus objetivos. El tema de "padre o madre fuera de su ambiente e introduciéndose en el de sus hijos, para inicial vergüenza ajena de estos" está ya más que visto, y la película es más simpática y de detalles que realmente divertida y con chistes memorables. McCarthy tiene carisma y talento de sobra para llevar la película sobre sus hombros, pero el guión que han escrito ella misma y Falcone no la acompaña en esta ocasión.
En definitiva, una película aceptable y entretenida, pero en modo alguno memorable.