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Voto de FluyanMisLagrimas:
9
8,0
63.594
Intriga. Comedia. Drama. Thriller
Tanto Gi Taek (Song Kang-ho) como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo-sik), empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Seon-gyun), las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lucha de clases fue un término acuñado por el filósofo alemán Karl Marx que venía a hablarnos de una constante tensión histórica entre los dos principales estratos sociales: quienes poseen los medios de producción y quienes venden su fuerza de trabajo a los primeros a cambio de dinero. Es un tema que no tiende a tratarse muy bien en el cine, y que cuando se hace se trivializa como una masa uniforme y simplista de "pobres contra ricos" (ejemJOKERejem). La alienación, por otro lado, viene a ser la aceptación del obrero/plebeyo/esclavo de su posición como situación fija e inamovible, que le lleva a defender a quienes se aprovechan de su trabajo y lo desprecian.
En Parásitos nos encontramos con estos dos ingredientes esenciales del marxismo tratados de forma sofisticada y hasta cómica a ratos.
Sigo en spoiler, que no quiero destripar nada de esta maravillosa película.
En Parásitos nos encontramos con estos dos ingredientes esenciales del marxismo tratados de forma sofisticada y hasta cómica a ratos.
Sigo en spoiler, que no quiero destripar nada de esta maravillosa película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por un lado, la familia Kim, una familia que lejos de buscar una revolución social sólo pretende sobrevivir incluso pisando a los de su propia clase. Fascinante cuando uno piensa que TODO lo que hacen es PARA PODER TRABAJAR (¿nadie más se acordó del mítico Frank Sobotka de The Wire?). No ambicionan nada más allá de la propia supervivencia de su familia, una familia unida y carismática que se gana nuestro corazón desde el minuto uno porque... ¿acaso les dejan otra opción?
La comedia que acompaña la primera parte de la película deja paso a un suspense con toques de bodevil en segundo plano. La revelación de que no son los únicos que viven el drama de su clase. Aquí la película se toma su tiempo para hacer una radiografía de la clase obrera: incapaz de entenderse y de unirse mediante solidaridad por una causa común, acaban luchando entre ellos por MIGAJAS: un bunker donde esconder a tu marido de los acreedores o de nuevo, un trabajo digno. Todo esto sin que los apoderados tengan idea de nada. Viven en su burbuja y ahí son felices mientras los trabajadores luchan entre ellos. Qué jodida maravilla de metáfora, tan directa, tan sutil.
Y aquí tenemos la mejor escena de la película: el olor a trapo sucio. Olor a pobre. El clasismo elitista que destroza la visión interclasista y pacífica del padre. Los agradecimientos a la familia Park se tornan en odio, odio de clase. Un sentimiento que el espectador comprende cuando su corazón se hace trizas viendo al padre olerse su propia ropa debajo de la mesa.
Llega el pre-climax con la inundación, que sirve para constatar los puntos de vista opuestos. Para unos la lluvia es un drama de proporciones bíblicas, para otros viene bien porque limpia de polución. Y vuelve el olor a pobre, donde el padre se desvincula ya de cualquier tipo de cariño hacia sus empleadores y constata sin decirlo algo crucial: olemos a pobre porque somos pobres, y eso no nos hace peores que tú. Mención especial al diálogo:
- Este tipo de cosas sólo se hacen por amor.
- Tómatelo como un trabajo, te pagaremos como horas extra.
Y entonces llega el climax, donde las clases toman forma humana y se enfrentan entre sí: el obrero alienado agradecido (SR. PARK, RESPETO) que asesina a los otros obreros. El padre, el único que nos ha dejado entrever cierta conciencia de clase, desesperado por auxiliar a su hija. Los ricos sólo quieren las llaves del coche, no van a ayudar a nadie más que a ellos. Y de nuevo, el olor a pobre, que desemboca en una pequeña revolución francesa en el jardín de los Park; el padre se viste de Robespierre y asesina a aquel para el que trabaja y del que recibe clasismo y menosprecio.
El final, previsible pero no por ello empaña nada de lo que ocurre.
De lo mejor que he visto en mi puta vida. Brillante.
La comedia que acompaña la primera parte de la película deja paso a un suspense con toques de bodevil en segundo plano. La revelación de que no son los únicos que viven el drama de su clase. Aquí la película se toma su tiempo para hacer una radiografía de la clase obrera: incapaz de entenderse y de unirse mediante solidaridad por una causa común, acaban luchando entre ellos por MIGAJAS: un bunker donde esconder a tu marido de los acreedores o de nuevo, un trabajo digno. Todo esto sin que los apoderados tengan idea de nada. Viven en su burbuja y ahí son felices mientras los trabajadores luchan entre ellos. Qué jodida maravilla de metáfora, tan directa, tan sutil.
Y aquí tenemos la mejor escena de la película: el olor a trapo sucio. Olor a pobre. El clasismo elitista que destroza la visión interclasista y pacífica del padre. Los agradecimientos a la familia Park se tornan en odio, odio de clase. Un sentimiento que el espectador comprende cuando su corazón se hace trizas viendo al padre olerse su propia ropa debajo de la mesa.
Llega el pre-climax con la inundación, que sirve para constatar los puntos de vista opuestos. Para unos la lluvia es un drama de proporciones bíblicas, para otros viene bien porque limpia de polución. Y vuelve el olor a pobre, donde el padre se desvincula ya de cualquier tipo de cariño hacia sus empleadores y constata sin decirlo algo crucial: olemos a pobre porque somos pobres, y eso no nos hace peores que tú. Mención especial al diálogo:
- Este tipo de cosas sólo se hacen por amor.
- Tómatelo como un trabajo, te pagaremos como horas extra.
Y entonces llega el climax, donde las clases toman forma humana y se enfrentan entre sí: el obrero alienado agradecido (SR. PARK, RESPETO) que asesina a los otros obreros. El padre, el único que nos ha dejado entrever cierta conciencia de clase, desesperado por auxiliar a su hija. Los ricos sólo quieren las llaves del coche, no van a ayudar a nadie más que a ellos. Y de nuevo, el olor a pobre, que desemboca en una pequeña revolución francesa en el jardín de los Park; el padre se viste de Robespierre y asesina a aquel para el que trabaja y del que recibe clasismo y menosprecio.
El final, previsible pero no por ello empaña nada de lo que ocurre.
De lo mejor que he visto en mi puta vida. Brillante.