Para mí ir a ver una pelíula de los Coen ha sido hasta ahora siempre un placer. Esta vez me han decepcionado. En primer lugar el personaje principal no resulta creíble: excesivamente morigerado para todas las calamidades que le suceden, lo que lo hace resultar despreciable para el espectador. Por otra parte, el resto de los personajes son caricaturas dispuestas simplemente como peones para aumentar las desgracias que sufre pacientemente el protagonista, todo ello rodeado de un ambiente en el que la religión resulta un decorado excesivamente presente pero sin ningún interés, aparte de la saturación que provoca (insufrible especialmente resulta la escena en el templo con una duración excesiva y recreación el los rituales, que no por exóticos para nuestra cultura resultan más atractivos). Y si lo que se pretendía era la ironía o la sátira, la película no llega a ella ni de cerca, quedándose en una mera descripción de situaciones, que sumadas, no llevan a ninguna conclusión.

Lo único que encuentro destacable en la película es la interpretación de algunos de los actores. El protagonista está bien, pero recuerda excesivamente a Woody Allen, pero sin la fuerza de la expresión de aquél.