‘El hombre contra la abeja (Man vs. Bee)’ es la nueva serie de Netflix, la cual supone el regreso del actor y cómico Rowan Atkinson, ya sabéis, el mítico Mr. Bean. La propuesta nos presenta una trama bastante sencilla, por no decir ridícula, en la que un hombre se enfrenta a una abeja. Pues una vez vistos sus nueve episodios (de apenas diez minutos cada uno), puedo confirmar que no hay nada más, siendo exactamente eso, un hombre luchando contra una abeja, en lo que sólo se puede definir como una producción floja, conformista y sin gracia.

Pocos reproches se le pueden sacar a los aspectos técnicos, con una dirección que cumple sin grandes alardes, aunque tampoco es que un producto de estas características exija mucho más (casi toda la acción transcurre en el mismo espacio, por lo que todo el presupuesto habrá ido a parar a los bolsillos del protagonista). Por otro lado, si juntamos todos los episodios nos queda una producción de hora y media, es decir, podría haber sido una película perfectamente. El por qué Netflix ha apostado por una serie con episodios tan breves, tiene una sencilla explicación: otra estratagema para engrosar su catálogo de producciones, una artimaña que en esta ocasión no molesta porque de haber sido una película, seguiría siendo igual de mala.

En cuanto al guion, no tiene nada que ofrecer, confiando todo el peso a su protagonista, un Atkinson que repite casi todos los tics de su personaje más famoso y memorable, e interpretando a un tipejo que no cae bien, por mucho que los responsables de la serie se esfuercen en que sí lo haga. Aquí asistimos a una colección de situaciones y enredos sin chispa (la abeja del título es una excusa argumental, ya que el protagonista es idiota y lo provoca todo él), las cuales se apoyan en el gag visual, y con un humor infantil que quizás tuviese su gracia en la década de los 90, cuando estas producciones todavía tenían algún tipo de sentido, pero que hoy en día no lo tienen. Yo no me he reído (ni tan siquiera sonreído) en ni un solo minuto de la serie, siendo alarmante que una comedia no haga gracia, y aquí asistimos a semejante delito. Sólo con eso, la serie ya está sentenciada.

En conclusión, Atkinson es incapaz de salvar los muebles (su actuación es la de siempre) en una propuesta tontorrona, insulsa y sin garra, que todos habremos olvidado lo antes posible, y que me es imposible recomendar. Bueno, quizás le encuentren su gracia los fans del actor o los que hayan disfrutado con producciones como ‘Un ratoncito duro de roer’, pero es mucho suponer… En fin, otra pérdida de tiempo de Netflix, aunque en esta ocasión hayan tenido el buen gusto de hacer la agonía más breve. Quién no se consuela…

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