Es un western a lo Sam Raimi si es que eso tiene algún sentido dicho de esa manera. Raimi impone todo su estilo paródico, es algo que le sale natural, las películas de Raimi siempre conllevan algún tipo de parodia, incluso la trilogía de Spiderman tiene un toque paródico (véase que el Peter Parker de Raimi tiene algo medio gay, nunca olvidaré el bailecito de Maguire, creo que en la segunda de la trilogía).

Acá pone su potencial al servicio de un western que es más burlesco que cualquiera de Tarantino, tal vez porque a diferencia de Quentin, Raimi no busca homenajear al spaghetti, sino que pretende imponer una estética más clásica pero con una fotografía que borda la comedia, esos planos oblicuos, por ejemplo. La edición también borda la parodia, está en el límite. Nunca se sabe si se está viendo un duelo una parodia de
éste.

El personaje de Sharon Stone tiene a su favor que muestra sus debilidades y no parece un superhéroe. No obstante no deja de ser ciertamente algo inverosímil. Lo mejor es DiCaprio, porque el personaje de Russell Crowe también es algo ridículo, todo el rollo de volverse cura no cuadra.

A su favor, es un film entretenido, ligero, con una estética que recuerda tiempos mejores y pese a rozar la parodia nunca cae en el completo ridículo como "Un dólar por los muertos" (Quintano, 1999), ni tiene las pretensiones de "Danza con lobos" (Costner, 1990).