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Voto de Jack Torrance:
9
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/9.png)
7,5
79.569
Ciencia ficción. Romance. Drama
En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver esta película he sentido una premonición, como si de pronto un Hermes venido del mismísimo monte olimpo me hubiera dicho lo que va a pasar en un futuro o, sin ir mas lejos, lo que ya está pasando en el presente. Las emociones se reinventan con el paso del tiempo porque tanto la naturaleza como la sociedad que está inserta en esta sufren variaciones promovidas por el humano.
¿Quién le iba a decir a un informático en los años 60 que en un futuro cercano sus discípulos iban a crear un software que cambiaría no solo las reglas del mercado, sino también las del humano?
¿Es posible que una persona que haya vivido en un mundo socialmente digitalizado durante la mayor parte de su vida considere que antes de su concepción por la sociedad existía una donde el trato cotidiano con el ordenador era algo secundario?
Esas dos preguntas nos llevan a una tercera, ¿desde cuándo la relación que mantenemos con las máquinas se ha desviado a una relación de dependencia total? No solo con el ordenador, sino con cualquier aparato lo suficientemente inteligente como para hacernos pasar el rato y mantenernos ocupados hasta creer que eso es lo único que hay en el mundo.
Y finalmente, tras esa última pregunta, llega la verdadera cuestión, ¿tiene una relación romántica con un sistema operativo cabida en la actualidad? En primera instancia pensaríamos que no, porque hoy en día no se ha creado ninguna IA que pueda imitar tanto las interacciones humanas como sus emociones (la siri del iphone sería lo máximo, pero está muy limitado por unos códigos que no le permiten trascender socialmente), pero cuando en un futuro se cree una máquina capaz de imitarnos a todos los niveles, ¿no existiría la posibilidad de que cayéramos en un romance confuso donde nuestras emociones llegarían a un máxime en cuanto a adaptabilidad?
El ser humano ha demostrado que puede crear emociones y adaptarlas a cualquier situación. Solo tenemos que reflexionar sobre el concepto “amor” para darnos cuenta de que no hay nada más relativo que eso, pues a fin de cuentas el amor es una amalgama de recuerdos y momentos interconectados que se proyectan en la mente cuando recordamos a alguien… o a algo. Así pues, podemos definir el amor como un sentimiento abstracto e inmaterial, como un pensamiento efímero que surge tras habernos deleitado con un momento donde demostramos que queremos a alguien… o a algo.
Llegados a este punto, solo resta mencionar la esencia de la película para encontrar una similitud plasmada en una historia ficticia.
¿Quién le iba a decir a un informático en los años 60 que en un futuro cercano sus discípulos iban a crear un software que cambiaría no solo las reglas del mercado, sino también las del humano?
¿Es posible que una persona que haya vivido en un mundo socialmente digitalizado durante la mayor parte de su vida considere que antes de su concepción por la sociedad existía una donde el trato cotidiano con el ordenador era algo secundario?
Esas dos preguntas nos llevan a una tercera, ¿desde cuándo la relación que mantenemos con las máquinas se ha desviado a una relación de dependencia total? No solo con el ordenador, sino con cualquier aparato lo suficientemente inteligente como para hacernos pasar el rato y mantenernos ocupados hasta creer que eso es lo único que hay en el mundo.
Y finalmente, tras esa última pregunta, llega la verdadera cuestión, ¿tiene una relación romántica con un sistema operativo cabida en la actualidad? En primera instancia pensaríamos que no, porque hoy en día no se ha creado ninguna IA que pueda imitar tanto las interacciones humanas como sus emociones (la siri del iphone sería lo máximo, pero está muy limitado por unos códigos que no le permiten trascender socialmente), pero cuando en un futuro se cree una máquina capaz de imitarnos a todos los niveles, ¿no existiría la posibilidad de que cayéramos en un romance confuso donde nuestras emociones llegarían a un máxime en cuanto a adaptabilidad?
El ser humano ha demostrado que puede crear emociones y adaptarlas a cualquier situación. Solo tenemos que reflexionar sobre el concepto “amor” para darnos cuenta de que no hay nada más relativo que eso, pues a fin de cuentas el amor es una amalgama de recuerdos y momentos interconectados que se proyectan en la mente cuando recordamos a alguien… o a algo. Así pues, podemos definir el amor como un sentimiento abstracto e inmaterial, como un pensamiento efímero que surge tras habernos deleitado con un momento donde demostramos que queremos a alguien… o a algo.
Llegados a este punto, solo resta mencionar la esencia de la película para encontrar una similitud plasmada en una historia ficticia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Theodore es un hombre solitario que ha dejado atrás un matrimonio y que lucha por salir de la soledad en la que se mueve desde que se divorció. Para pasar el tiempo juega a videojuegos y habla con chicas a través de una página erótica. Su vida hasta ese momento es un hastío, y solo encuentra felicidad en su trabajo, que consiste en escribir cartas y mandárselas a personas que lo hayan solicitado. Sin embargo, un día ve en las noticias que ha salido un IA (es una especie de móvil con cámara y con un diseño futurista) que tiene la habilidad de organizar tus tareas y de darte conversación cuando lo necesites…
No es por hacer spoiler, pero Theodore encontrará en ese IA, de nombre Samantha, la compañía que no le podrían dar ni 5 humanos juntos. De ese modo ambos se enamorarán y crearán la relación que anticipé anteriormente.
Y saliendo de la película y volviendo a la realidad, al presente inmediato, ¿acaso no se están dando este tipo de relaciones, sin ser necesariamente un sistema operativo la pareja? El ejemplo lo encontramos en las famosas parejas a distancia, un tipo de relación que ha surgido gracias a internet y que une a dos personas que están lejos. La diferencia entre la relación a distancia y la relación con un robot es que más pronto que tarde acabaríamos conociendo a esa persona con la que charlamos a través de internet. Pero… ¿y si por alguna razón no viéramos a esa persona nunca, es decir, si esa relación acabara antes de que nos encontremos en la vida real? En ese caso se darían las condiciones necesarias para decir que hemos mantenido una relación con un móvil a través de mensajes de textos. Con una máquina. Porque como ya dije antes, el amor reside en momentos efímeros, y cuando encapsulamos un momento en la retina, en este no tiene por que aparecer un ser humano, sino algo que nos haya regalado un sentimiento de felicidad sin parangón.
De ese modo, argumentamos que el amor es la máxima expresión de esa felicidad efímera que está relacionada con los recuerdos.
De ese modo, argumentamos que las maquinas pueden suplir a los humanos en las relaciones sentimentales.
Solo se tiene que dar una sucesión de momentos donde seamos felices para que un futuro esos recuerdos se conviertan en un amor que nos lleve a una relación.
De ese modo, la premonición se cumplirá y nuestra felicidad-amor residirá en el recuerdo y no en el cuerpo.
No es por hacer spoiler, pero Theodore encontrará en ese IA, de nombre Samantha, la compañía que no le podrían dar ni 5 humanos juntos. De ese modo ambos se enamorarán y crearán la relación que anticipé anteriormente.
Y saliendo de la película y volviendo a la realidad, al presente inmediato, ¿acaso no se están dando este tipo de relaciones, sin ser necesariamente un sistema operativo la pareja? El ejemplo lo encontramos en las famosas parejas a distancia, un tipo de relación que ha surgido gracias a internet y que une a dos personas que están lejos. La diferencia entre la relación a distancia y la relación con un robot es que más pronto que tarde acabaríamos conociendo a esa persona con la que charlamos a través de internet. Pero… ¿y si por alguna razón no viéramos a esa persona nunca, es decir, si esa relación acabara antes de que nos encontremos en la vida real? En ese caso se darían las condiciones necesarias para decir que hemos mantenido una relación con un móvil a través de mensajes de textos. Con una máquina. Porque como ya dije antes, el amor reside en momentos efímeros, y cuando encapsulamos un momento en la retina, en este no tiene por que aparecer un ser humano, sino algo que nos haya regalado un sentimiento de felicidad sin parangón.
De ese modo, argumentamos que el amor es la máxima expresión de esa felicidad efímera que está relacionada con los recuerdos.
De ese modo, argumentamos que las maquinas pueden suplir a los humanos en las relaciones sentimentales.
Solo se tiene que dar una sucesión de momentos donde seamos felices para que un futuro esos recuerdos se conviertan en un amor que nos lleve a una relación.
De ese modo, la premonición se cumplirá y nuestra felicidad-amor residirá en el recuerdo y no en el cuerpo.