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Voto de 12345:
9
7,4
42.601
Thriller
Anna, Georg y su hijo Georgie van a pasar las vacaciones a su bonita casa a orillas de un lago. Sus vecinos Fred y Eva han llegado antes que ellos. Las dos parejas quedan para jugar al golf al día siguiente. Mientras padre e hijo preparan el velero, Anna prepara la cena. De repente, Peter, un joven muy educado que se aloja en casa de los vecinos, se presenta para pedir que le presten algunos huevos porque a Eva no le queda ninguno. De ... [+]
25 de diciembre de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia de clase media-alta, educada, culta, integrada, etcétera, llega a su casita de campo a pasar unos días. Padre y madre llegan jugando por el camino a las adivinanzas operísticas, un juego de lo más chic, mientras el hijo asiste desde el asiento de atrás con cierta extrañeza a la competición que sus padres mantienen. Así de apolíneamente empieza Funny Games, las letras. La música, tan armoniosa, elegante y cómoda de escuchar, propia un mundo de hadas, de un mundo con una exacta medida y ponderación de repente se ve cortada por otra dominada por el caos, el pánico, por una estridencia sin razón ni discurso, agresiva.
Los dos psicópatas lo dicen en un momento dado, que ellos no es que hayan sido maltratados, que su único trauma consiste en una vida sin sentido, una existencia vacía. Igual que nuestro mundo no hay ninguna razón que los mueva a ellos tampoco a querer jugar, ni la necesitan. Se objetará que el mio es un argumento cogido con pinzas, pero yo no puedo evitar ver en esta película una reflexión de Haneke (la única que he visto de él hasta el momento) acerca de la caida de los valores de nuestro viejo mundo por una nueva juventud que ya no cree en nada de eso, para la que la vida es un juego sin sentido, ni moral, en el que cada cual debe pasarlo lo mejor que pueda sin preocuparse de más.
Los dos psicópatas lo dicen en un momento dado, que ellos no es que hayan sido maltratados, que su único trauma consiste en una vida sin sentido, una existencia vacía. Igual que nuestro mundo no hay ninguna razón que los mueva a ellos tampoco a querer jugar, ni la necesitan. Se objetará que el mio es un argumento cogido con pinzas, pero yo no puedo evitar ver en esta película una reflexión de Haneke (la única que he visto de él hasta el momento) acerca de la caida de los valores de nuestro viejo mundo por una nueva juventud que ya no cree en nada de eso, para la que la vida es un juego sin sentido, ni moral, en el que cada cual debe pasarlo lo mejor que pueda sin preocuparse de más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Igual que el Joker del Caballero Oscuro estos dos muchachos son agentes del caos. Sin mancharse siquiera las manos acaban con la vida de una hipercivilizada familia burguesa aprovechándose de su blandura, de su casi vergonzosa falta de espíritu de lucha. A mi lo que realmente me revuelve de esta película es la pasividad, la mansedumbre con que se dejan matar, el estado de shock televisivo cuando acaban de matar al niño. Es el retrato de un mundo, en el fondo, cansado de sí mismo, decadente. Véase por favor al padre secando con un secador del pelo la batería del móvil, comiendo pan, que pide disculpas a una esposa atenazada, patética, que apenas puede ni escapar siquiera a pedir auxilio, defenderse, algo, en fin... es el retrato de una humanidad con una flojera de espíritu penosa. El niño es quien más guerra da a los asesinos, y es por cierto algo más que una pobre víctima inocente del mundo de sus padres (porque inocentes son los tres): es la supervivencia imposible del viejo mundo, el de Haendel, angelical, cayendo a manos del mundo bárbaro y nihilista que se avecina, violento, mucho más fuerte. Un mundo que de algún modo tenemos ya encima porque nos es propio ese estigma violento, grabado en nuestra naturaleza por mucho que intentemos (aun) disfrazarlo de huecas cortesías.
Y a esto está todo supeditado, en mi opinión, incluso el mismo argumento de la película, su implícita violencia. En el cine no importa tanto la literalidad de los hechos. Son dos psicópatas, sí. Pero Haneke no trata de ofrecernos un rato, relato, haciéndonoslo pasar por real, no le hace falta: la ficción a su manera es verdadera, es la verdad propia del juego; es una reflexión acerca de nuestro mundo, de nosotros y nuestra decadencia, nuestra humanidad sepultada por siglos y siglos de cultura, de valores en los que ya nadie cree y que han quedado reducidos a un puro formalismo (los dos chavales son educadísimos también). Al fin y al cabo la ficción (esta película, Arno Frisch mirándonos) es a su modo tan real como la realidad que nos encontramos tras su final, cuando salimos de ella.
La mirada final, congelada, de Arno Frisch, cuando es invitado a entrar en casa de la siguiente víctima, de su siguiente juego, a mi al menos me dice: "bueno, llámame el malo de la película si quieres, pero el juego es este, macho. Si te tocara a ti, seguramente, te dejarías matar igual, patético espectador"
Y a esto está todo supeditado, en mi opinión, incluso el mismo argumento de la película, su implícita violencia. En el cine no importa tanto la literalidad de los hechos. Son dos psicópatas, sí. Pero Haneke no trata de ofrecernos un rato, relato, haciéndonoslo pasar por real, no le hace falta: la ficción a su manera es verdadera, es la verdad propia del juego; es una reflexión acerca de nuestro mundo, de nosotros y nuestra decadencia, nuestra humanidad sepultada por siglos y siglos de cultura, de valores en los que ya nadie cree y que han quedado reducidos a un puro formalismo (los dos chavales son educadísimos también). Al fin y al cabo la ficción (esta película, Arno Frisch mirándonos) es a su modo tan real como la realidad que nos encontramos tras su final, cuando salimos de ella.
La mirada final, congelada, de Arno Frisch, cuando es invitado a entrar en casa de la siguiente víctima, de su siguiente juego, a mi al menos me dice: "bueno, llámame el malo de la película si quieres, pero el juego es este, macho. Si te tocara a ti, seguramente, te dejarías matar igual, patético espectador"