En los tiempos del, wild wild west estadounidense, casi todo pueblo tenía un gamonal que era dueño de gran parte de las tierras; ponía a su servicio a un grupo de matones dispuestos a hacer lo que él dijera y a eliminar a quien quisiera; y con su gran poder económico y su falta de escrúpulos, dicho tirano decidía quién vivía y quién moría… pero ¡a todos ellos les llegaba su día negro!... y ya fuera porque el pueblo hastiado se confabulaba para acabarlo o porque llegaba alguien que, en plan de venganza le buscaba su punto débil, todos ellos terminaban mordiendo el polvo y el pueblo haciendo fiesta para celebrarlo.

John Herod, es de esa suerte de mandamás y en, Redemption, todo el mundo le teme porque mata sin piedad y además es un excelente pistolero. En una de esas salidas, ocasionalmente inteligentes, que ésta suerte de individuos suelen tener, a Herod (¿de Herodes?) se le ocurre lanzar un concurso de duelos con el que logra que los principales matones de la zona se hagan presentes, y así, él podrá identificarlos y tenerlos a su alcance, mientras, en cada duelo, se irán acabando los unos a los otros, bien seguro de que al final será, él, el único sobreviviente.

Pero, entre los concursantes, habrá tres personajes que lo tienen en la mira: El uno, contratado por el pueblo en plan de que los libere. El segundo, porque no le perdonará el conseguir arruinar su propósito de redimirse… y la tercera es una bella mujer a quien le arruinó la vida con una acción miserable de la que ella no puedo zafarse.

Con un efectivo guion escrito por Simon Moore, el director Sam Raimi -especialista en los géneros fantástico y terror- tiene aquí su primera, y hasta hoy única incursión en el cine western, y tenemos que afirmar que fue bastante afortunada, pues, la trama contiene notables aciertos, empezando por ese planteamiento general del que ya hemos hablado, siguiendo con esas tomas de los buitres humanos… y añadiendo una serie de apuntes que nos llevan a advertir lo que pasa por la mente de algunos personajes sin decir una palabra. Véase, como ejemplo, el comportamiento de Horace, el cantinero y árbitro de los duelos; o la actitud de, John Herod, en la cita privada que tiene con Ellen. La puesta en escena -no obstante que transcurre prácticamente en unos pocos sets-, resulta bien convincente y visualmente muy atractiva. El director de fotografía, Dante Spinotti -a quien recuerdo sobre todo por, “La Leggenda del Santo Bevitore” (Ermanno Olmi, 1988) y por, “The Last of the Mohicans” (Michael Mann, 1992)-, tiene aquí otra de sus impecables tareas, logrando que cada plano adquiera un preciso significado e inventivos puntos de vista; y el uso de la ralentización produce efectos que generan un eficaz aire de suspenso.

En cuanto a las actuaciones, <<RÁPIDA Y MORTAL>>, nos ofrece un magnífico equipo encabezado por la magnética presencia de Sharon Stone, actriz de eterna recordación desde, “Basic Instinct”, secundada por un impagable Gene Hackman, quien aquí lucirá como uno de los más crueles antagonistas que hayamos visto en el cine western. Otro gran actor, Russell Crowe, será aquí una suerte de mártir (el reverendo Cort), un exforajido con un gran empeño en recuperar la dignidad… pero, quizás encuentre otra forma de compensar lo que de nuevo habrá perdido.

Leonardo Di Caprio, Pat Hingle, Lance Henriksen, Tobin Bell, Gary Sinise y Woody Strode (quien falleciera antes del estreno), complementan, con gran eficiencia, un western que nos deja bastante satisfacción.