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Voto de Natxo Borràs:
6
Acción. Thriller Es Navidad. El teniente John McLane, de la policía de Los Ángeles, espera en el aeropuerto de Dulles, Washington, la llegada de su esposa. Pronto observa que algo raro sucede en la terminal, viéndose obligado a luchar contra unos mercenarios terroristas que toman por la fuerza la torre de control del aeropuerto y amenazan con hacer que se estrellen numerosos aviones por falta de combustible si no se atienden sus exigencias... (FILMAFFINITY) [+]
24 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era inevitable que tras el éxito de “La Jungla de Cristal” (Die Hard, 1988) de John McTiernan, surgiera una inmediata pero bien preparada secuela elevando a Bruce Willis como estrella del blockbuster y en un punto aparte de su carrera que tanta suerte le había deparado en su lanzamiento a la fama con la serie “Luz de Luna” o las comedias de Blake Edwards “Cita a Ciegas” (Blind Date, 1987) y “Asesinato EN Beverly Hills” (Sunset, 1988).

El pirotécnico Renny Harlin se encargó de la dirección de una continuación en que la casualidad vuelve a cruzarse con el agente de policía John McLane (Bruce Willis) en el invernal aeropuerto de Washington, a pocos días de las fiestas de Navidad cuando su presentimiento le alerta de la presencia de un grupo de tipejos dispuestos a hacerse con el control de las instalaciones (desde un lugar remoto) y hacer estrellar los aviones si no se les exige sus condiciones. El malo de turno está interpretado por William Atherton, un habitual de las películas de Frank Darabont como “Cadena Perpetua” (The Shawshank Redemption, 1994) , “La Milla Verde” (The Green Mile, 1999) o “La Niebla” (The Mist, 2007) secundado por el italiano Franco Nero que interpreta a un militar vinculado al narcotráfico.

Así tenemos más de dos horas de tensión y diversión con los chistes malos del bueno de McLane armando jaleo donde haga falta. La franquicia de “La Jungla” seguiría calentándose con tres continuaciones más hasta saciarse en la mediocridad. Menos mal que a Willis se le reservarían, sino otros papeles similares en otros blockbusters, para otras películas mucho mejores en una inaugurada década de muchos cambios, especialmente digitales, en el género del cine de acción Y Renny Harlin, por otra parte, iría lentamente cayendo en el olvido no sin dejar productos similares como “Máximo Riesgo” (Cliffhanger, 1993), “La Isla de las Cabezas Cortadas” (Cutthroat Island, 1995) o “Memoria Letal” (The Long Kiss Goodnight, 1996).
Natxo Borràs
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