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Voto de TOM REGAN:
8
7,2
3.480
Drama
Un grupo de monjas occidentales abre un hospital en un antiquísimo templo en las remotas montañas del Himalaya. A las dificultades económicas y a la hostilidad de los nativos, pronto se suman las tensiones entre las propias monjas. Un agente británico intentará mediar entre ellas para solucionar sus problemas, pero su presencia acabará despertando, con consecuencias fatales, la sexualidad reprimida de algunas hermanas. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/37(31/02/22) Cautivador drama psicológico producido, dirigido y guionizado por el aclamado dueto del inglés Michael Powell y el húngaro Emeric Pressburger (en su sexto largometraje), adaptando la novela de 1939 de la escocesa Rumer Godden que vivió en la India, versando en torno a las crecientes tensiones dentro de un pequeño convento de monjas anglicanas que intentan establecer una escuela y un hospital en el antiguo palacio de un rajá indio en la cima de una montaña aislada sobre un fértil campo valle en el Himalaya, palacio con un pasado de harem, que cual reliquia de este periodo aún tiene en sus paredes pinturas eróticas indias, habiendo una especie de casero desinhibido, que termina creando tensiones entre las monjas. Estando protagonizado por Deborah Kerr (en su último papel en Inglaterra), Kathleen Byron, Sabu Dastagir, David Farrar, Flora Robson, Esmond Knight y Jean Simmons. El título hace referencia al perfume Caron Narcisse Noir.
Siendo famosa la obra por su esplendorosa puesta en escena, y es que es asombroso que la cinta se rodó en Pinewood Studios en Inglaterra (y en un jardín hindú en Horsham, en el oeste de Sussex), y sin embargo la miscelánea espléndida entre las oscarizadas labores de dirección artística de Alfred Junge (“Las Minas delas Minas del Rey Salomón” o “Ivanhoe”), que crea un convento fascinante cual pináculo encima de una altísima montaña, rodeado de la cordillera del Himalaya, cercada de impresionantes acantilados donde la vista se pierde buscando el fondo del valle (ello sin los desnaturalizadores CGI de hoy día), donde el campanario se convierte en un Icono perturbador al estar al filo del tajo, cual si hacerlo sonar fuera un desafío a naturaleza y con ello acercarse a Dios. Y la fabulosa cinematografía de Jack Cardiff, filmado en Technicolor de tres tiras, con tomas evocadoras, bucólicas, con exacerbados cromatismos que contrastan con los blancos de los hábitos, con cielos azules profusos, de exacerbado carácter pictórico que recuerda al neerlandés Johannes Vermeer, con tonalidades mates, con poderosos primeros planos que juegan con las miradas, con travellings, cenitales, planos holandeses, proyectando un entorno asfixiante de calado epidérmico. Contando con la ayuda invaluable de los decorados pintados por Peter Ellenshaw (“El ladrón de Bgadad” o “Spartacus”), y la fenomenal labor en los efectos especiales de W. Percy “Poppa” Day (aprendiz de Méliès), que utiliza moedlos a escala para las tomas generales que hacen creíble el lugar; y el montaje de Reginald Mills (“Las zapatillas rojas” o “Romeo & Julieta”), lírico en las disoluciones hacia los flash-backs, consiguen transportarte al lugar y tiempo, haciéndote sentir el aroma, el viento, el frio. Todo esto adornado por la música de Brian Easdale (“Las zapatillas rojas” o “El fotógrafo del pánico”), que agudiza el dramatismo en sus melodías.
Con la importancia que tiene la ambientación para el desarrollo dramático de la historia, pues el ambiente marca a fuego el devenir de los personajes, trastornados por la fuerza del entorno, ello en un relato con claras reminiscencias eróticas en las pulsiones sexuales reprimidas de las beatas, componiendo un crescendo de fulgor sensual gradual, impregnando de dilemas morales la narración, con la eterna lucha entre el deseo de la carne y la disciplina del espíritu (no fue este tema central en la novela, quizás la razón por la que despreciaba tanto la película Rumer Godden), será mejor recordado por sus impresionantes imágenes, con seres dubitativos, inseguros, temerosos, e incluso sumidos en espirales de delirios paranoicos, hasta que en el rush final todo explota de modo excelente en su recreación, con claro sentido gótico mezclado con el terror. Allí el hedonismo, el deseo, las tentaciones, la abulia se apodera de las monjas, la belleza sensorial, el perfume, los recuerdos de lo que fue el convento, la candorosa Kanchi, y por supuesto el arrogante Sr. Dean que se pasea entre las hermanas en pantalones cortos y sin camiseta, luciendo palmito y haciéndolas ‘tilín’. Allí unas flores, una danza, unos labios rojos, todo hace cocer las bajas pasiones a fuego lento. Ello exponiendo la hipocresía de la religión y su castidad. Hay quien ve en la historia una alegoría de la colonización inglesa de la India, pues fue estrenado el film el mismo año en que culminó el proceso de independencia de la India, Narciso Negro es recordada hoy en día como un retrato decadente de la descomposición del colonialismo británico, donde tiene mucho significado en este aspecto el último plano (spoiler).
Una misión de monjas anglicanas de la Orden de las Siervas de María es invitada por el general Toda Rai, el gobernante Rajput de un estado principesco en el Himalaya, para establecer una escuela y un hospital que se llamará Santa Fe. El convento estará ubicado en Mopu, palacio en ruinas en lo alto de un acantilado donde el padre del general anteriormente guardaba su harén. Una orden de monjes ya había intentado sin éxito establecerse allí, y el agente del general, el Sr. Dean les deja claras las dificultades sociales y ambientales a las que se enfrentarán. La ambiciosa Hermana Clodagh es nombrada Hermana Superiora y enviada con otras cuatro monjas: Hermana Philippa para el jardín; Hermana Briony para la enfermería; Sister Blanche, más conocida como "Sister Honey" para enseñar a hacer encajes; y la hermana Ruth, emocionalmente enferma, para las clases generales. El Sr. Dean no está impresionado con ellos y predice que lograrán permanecer solo hasta el comienzo de la temporada del monzón.
La congregación de las cinco monjas tiene muchos problemas en su misión en el palacio. El choque cultural es enorme, desde la idiosincrasia de los lugareños a los que el sultán local debe pagar para que vayan a que les atiendan sanitariamente, también les paga para que vayan a la escuela, tiene un Santón rezando infinitamente sobre una roca,... (sigo en spoiler)
Siendo famosa la obra por su esplendorosa puesta en escena, y es que es asombroso que la cinta se rodó en Pinewood Studios en Inglaterra (y en un jardín hindú en Horsham, en el oeste de Sussex), y sin embargo la miscelánea espléndida entre las oscarizadas labores de dirección artística de Alfred Junge (“Las Minas delas Minas del Rey Salomón” o “Ivanhoe”), que crea un convento fascinante cual pináculo encima de una altísima montaña, rodeado de la cordillera del Himalaya, cercada de impresionantes acantilados donde la vista se pierde buscando el fondo del valle (ello sin los desnaturalizadores CGI de hoy día), donde el campanario se convierte en un Icono perturbador al estar al filo del tajo, cual si hacerlo sonar fuera un desafío a naturaleza y con ello acercarse a Dios. Y la fabulosa cinematografía de Jack Cardiff, filmado en Technicolor de tres tiras, con tomas evocadoras, bucólicas, con exacerbados cromatismos que contrastan con los blancos de los hábitos, con cielos azules profusos, de exacerbado carácter pictórico que recuerda al neerlandés Johannes Vermeer, con tonalidades mates, con poderosos primeros planos que juegan con las miradas, con travellings, cenitales, planos holandeses, proyectando un entorno asfixiante de calado epidérmico. Contando con la ayuda invaluable de los decorados pintados por Peter Ellenshaw (“El ladrón de Bgadad” o “Spartacus”), y la fenomenal labor en los efectos especiales de W. Percy “Poppa” Day (aprendiz de Méliès), que utiliza moedlos a escala para las tomas generales que hacen creíble el lugar; y el montaje de Reginald Mills (“Las zapatillas rojas” o “Romeo & Julieta”), lírico en las disoluciones hacia los flash-backs, consiguen transportarte al lugar y tiempo, haciéndote sentir el aroma, el viento, el frio. Todo esto adornado por la música de Brian Easdale (“Las zapatillas rojas” o “El fotógrafo del pánico”), que agudiza el dramatismo en sus melodías.
Con la importancia que tiene la ambientación para el desarrollo dramático de la historia, pues el ambiente marca a fuego el devenir de los personajes, trastornados por la fuerza del entorno, ello en un relato con claras reminiscencias eróticas en las pulsiones sexuales reprimidas de las beatas, componiendo un crescendo de fulgor sensual gradual, impregnando de dilemas morales la narración, con la eterna lucha entre el deseo de la carne y la disciplina del espíritu (no fue este tema central en la novela, quizás la razón por la que despreciaba tanto la película Rumer Godden), será mejor recordado por sus impresionantes imágenes, con seres dubitativos, inseguros, temerosos, e incluso sumidos en espirales de delirios paranoicos, hasta que en el rush final todo explota de modo excelente en su recreación, con claro sentido gótico mezclado con el terror. Allí el hedonismo, el deseo, las tentaciones, la abulia se apodera de las monjas, la belleza sensorial, el perfume, los recuerdos de lo que fue el convento, la candorosa Kanchi, y por supuesto el arrogante Sr. Dean que se pasea entre las hermanas en pantalones cortos y sin camiseta, luciendo palmito y haciéndolas ‘tilín’. Allí unas flores, una danza, unos labios rojos, todo hace cocer las bajas pasiones a fuego lento. Ello exponiendo la hipocresía de la religión y su castidad. Hay quien ve en la historia una alegoría de la colonización inglesa de la India, pues fue estrenado el film el mismo año en que culminó el proceso de independencia de la India, Narciso Negro es recordada hoy en día como un retrato decadente de la descomposición del colonialismo británico, donde tiene mucho significado en este aspecto el último plano (spoiler).
Una misión de monjas anglicanas de la Orden de las Siervas de María es invitada por el general Toda Rai, el gobernante Rajput de un estado principesco en el Himalaya, para establecer una escuela y un hospital que se llamará Santa Fe. El convento estará ubicado en Mopu, palacio en ruinas en lo alto de un acantilado donde el padre del general anteriormente guardaba su harén. Una orden de monjes ya había intentado sin éxito establecerse allí, y el agente del general, el Sr. Dean les deja claras las dificultades sociales y ambientales a las que se enfrentarán. La ambiciosa Hermana Clodagh es nombrada Hermana Superiora y enviada con otras cuatro monjas: Hermana Philippa para el jardín; Hermana Briony para la enfermería; Sister Blanche, más conocida como "Sister Honey" para enseñar a hacer encajes; y la hermana Ruth, emocionalmente enferma, para las clases generales. El Sr. Dean no está impresionado con ellos y predice que lograrán permanecer solo hasta el comienzo de la temporada del monzón.
La congregación de las cinco monjas tiene muchos problemas en su misión en el palacio. El choque cultural es enorme, desde la idiosincrasia de los lugareños a los que el sultán local debe pagar para que vayan a que les atiendan sanitariamente, también les paga para que vayan a la escuela, tiene un Santón rezando infinitamente sobre una roca,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... se ven obligadas a acoger a una joven díscola, Kanchi (hermosa Jean Simmons, en una sub trama donde su personaje es reflejo de la lujuria que hay en el aire, expresado esto en su baile libidinoso y en el modo en que se ‘ofrece’ al joven General), también son obligadas a dar clases al heredero del sultán (Sabu en un papel que borda con simpatía). Pero sobre todo es un apuesto inglés el que azuza el ‘gallinero’, el Sr. Dean (buen David Farrar, aunque quizás debido a la censura su rol queda un tanto a medio gas de lo que realmente podría haber sido, me refiero a lo pudoroso que se ve y le resta coherencia), consejero inglés del general. Es el aislamiento del lugar lo que hace mayor mella en las hermanas, terminan alienándose en el lugar. Briony (buena Judith Furse) padecerá de achaques de salud; Philippa (correcta Flora Robson) desvaría con las prioridades y acaba plantando flores en el huerto en vez de verduras para comer; Honey (solvente Jenny Laird) siente cariño por los niños del lugar, esto acaba trágicamente, poniendo más en entredicho a la misión; Ruth (excelente Kathleen Byron, componiendo a una mujer en viaje hacia la demencia, hasta desembocar en el vertiginoso duelo final. Era pareja romántica de Powell en ese momento) se convierte en un amasijo de celos, obsesionándose con el sr. Dean y sufriendo por ver los acercamientos de este con la madre superiora. Su tránsito la llevará a renegar de su vocación, ello reflejado en el tramo final. La actriz aprovecha los muchos primeros planos de sus ojos y de su mueca de sonrisa para que sintamos su odisea mental, sus sudores, su fiebre, todo es parte de su metamorfosis hacia su marcada feminidad, donde para ella es significativo el color rojo-pasión; Clodagh (notable Deborah Kerr en una interpretación cargada de sutilidad en su mirada y gestualidad) es la madre superiora, la vemos reflexionado sobre su pasado con los recuerdos en modo flash-back de lo que le llevaron a hacerse monja, fue por un amor fallido en su Irlanda natal, a la par siente una turbadora atracción que la hace incomodarse por el Sr. Dean, una tensa relación entre ambos.
“Narciso Negro” tuvo problemas con la Iglesia Católica por su descripción de monjas que caen presa del deseo físico, aunque la historia nunca traspasa la línea hacia lo ‘sacrílego’ o transgresor. Todo se sugiere pero no se explicita. Ello queriendo en realidad humanizar en sus falencias a estas personas abnegadas.
Rush final: na noche, Clodagh se enfrenta a Ruth, la encuentra con un vestido (rojo pasión) moderno que había encargado para impresionar al Sr. Dean, lleva el cabello (rojizo) suelto, sus labios carmín (rojos) fuego en primerísimo plano (con el fondo oscurecido), recordándome a planos marcadamente psicológicos de Hitchcock. Ruth escapa de Clodagh y encuentra al Sr. Dean, él rechaza sus insinuaciones. Ella tiene un colapso mental completo (volvemos a ver la pantalla a rojo) y regresa al convento, con la intención de matar a Clodagh. Entonces se produce una especie de coreografía operística azuzada por la neurálgica música, donde seguimos a la hermana Clodagh toca la campana al borde del acantilado, Ruth aparece de la nada para empujar al vacío a la Madre Superiora, se produce una lucha, Clodagh queda agarrada a la cuerda y con un pie colgando, y en la trifulca Ruth cae por el precipicio, consiguiendo Clodagh volver arriba. Hay una elipsis y vemos a las monjas que dejan el convento, tal y como predijo Dean, justo antes del monzón, mientras las hermanas marchan, Dean sale al encuentro de Clodagh, a la que coge la mano cariñosamente, ella pide a este cuide la tumba de Ruth, se separan y ella mira a la cima del monte donde está el palacio, que termina perdiéndose entre las bruma.
Aunque algo envejecida, queda una película preciosa visualmente, y con una historia universal sobre el poder de los instintos básicos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2022/02/narciso-negro.html
“Narciso Negro” tuvo problemas con la Iglesia Católica por su descripción de monjas que caen presa del deseo físico, aunque la historia nunca traspasa la línea hacia lo ‘sacrílego’ o transgresor. Todo se sugiere pero no se explicita. Ello queriendo en realidad humanizar en sus falencias a estas personas abnegadas.
Rush final: na noche, Clodagh se enfrenta a Ruth, la encuentra con un vestido (rojo pasión) moderno que había encargado para impresionar al Sr. Dean, lleva el cabello (rojizo) suelto, sus labios carmín (rojos) fuego en primerísimo plano (con el fondo oscurecido), recordándome a planos marcadamente psicológicos de Hitchcock. Ruth escapa de Clodagh y encuentra al Sr. Dean, él rechaza sus insinuaciones. Ella tiene un colapso mental completo (volvemos a ver la pantalla a rojo) y regresa al convento, con la intención de matar a Clodagh. Entonces se produce una especie de coreografía operística azuzada por la neurálgica música, donde seguimos a la hermana Clodagh toca la campana al borde del acantilado, Ruth aparece de la nada para empujar al vacío a la Madre Superiora, se produce una lucha, Clodagh queda agarrada a la cuerda y con un pie colgando, y en la trifulca Ruth cae por el precipicio, consiguiendo Clodagh volver arriba. Hay una elipsis y vemos a las monjas que dejan el convento, tal y como predijo Dean, justo antes del monzón, mientras las hermanas marchan, Dean sale al encuentro de Clodagh, a la que coge la mano cariñosamente, ella pide a este cuide la tumba de Ruth, se separan y ella mira a la cima del monte donde está el palacio, que termina perdiéndose entre las bruma.
Aunque algo envejecida, queda una película preciosa visualmente, y con una historia universal sobre el poder de los instintos básicos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2022/02/narciso-negro.html