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Narciso Negro

Drama Un grupo de monjas occidentales abre un hospital en un antiquísimo templo en las remotas montañas del Himalaya. A las dificultades económicas y a la hostilidad de los nativos, pronto se suman las tensiones entre las propias monjas. Un agente británico intentará mediar entre ellas para solucionar sus problemas, pero su presencia acabará despertando, con consecuencias fatales, la sexualidad reprimida de algunas hermanas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2006
78 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me recuerda esta película a otras como "Único testigo" y "Chicago años 30". Siendo tan distintas todas comparten una original —y, a mi juicio, lograda— yuxtaposición genérica. "Único testigo" es a la vez un "thriller", un drama romántico y una mirada antropológica a la vida de los "amish" y al choque de culturas, mientras que la película de Ray combina el cine negro con el melodrama e incluso el musical.
"Narciso negro" va más allá y, según el minuto en que la contemplemos, podrá parecernos un drama realista, una exótica aventura con personajes que parecen sacados de "El ladrón de Bagdad", una historia de dinámica grupal del estilo de "Siete mujeres" o "La calle de la vergüenza", un estudio de profundización psicológica sobre la represión sexual y hasta una película de terror.
Tantos ingredientes podrían dar lugar a un caldo indigesto, pero para mi gusto los arqueros Powell y Pressburger consiguen que la mezcla resulte extrañamente atractiva. Y, rizando el rizo, en un ejercicio de modernidad totalmente inusual para la época, anticipatoria del Rosellini de "Te querré siempre", prescinden de la narratividad clásica basada en un conflicto central que hace avanzar la acción.
No se puede dejar de lado el inmenso trabajo en la fotografía de Jack Cardiff y de dirección artística de Hein Heckroth. Esa vertiginosa campana al borde de un precipicio insondable es ya una de las imágenes míticas de la historia del cine.
En fin, "Narciso negro" supone para mí el máximo logro de Powell Y Pressburger, al lado de "Las zapatillas rojas", sin olvidar la desbordante imaginación visual de "Los cuentos de Hoffmann" y una pequeña maravilla llamada "The Small Back Room", donde está la mejor desactivación de una bomba que yo haya visto en el cine, lejos, muy lejos, de los clichés habituales en este tipo de escenas.
Quim Casals
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4 de enero de 2007
68 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita, producida y dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburger, se basa en la novela "Black Narcissus" (1939), de Margaret Runner Godden. Se rodó en exteriores de County Galway (Irlanda), Leonardslee Gardens (West Sussex, RU)) y en los Pinewood Studios (RU). Ganó 2 Oscar (dirección artística y fotografía color). Se estrenó el 26-V-1947 (RU).

La acción principal tiene lugar en el monte Mopu (Himalaya, India), en una antigua edificación, situada a 2.500 m de altura, levantada como harén, convertida en Santuario con convento, escuela y dispensario médico. Los hechos tienen lugar durante los últimos años de la dominación inglesa de la India (independiente en 1947), a lo largo de 10/12 meses. Narra la historia de la hermana Clodagh (Deborah Kerr) y otras 4 monjas anglicanas de la Congregación de las Siervas de María, de la comunidad de Calcuta, elegidas para fundar un convento en el Himalaya.

La película sitúa a las 5 monjas en un lugar solitario y exótico, que despierta en ellas recuerdos olvidados, pasiones reprimidas y nuevos deseos. Contribuye a ello la presencia del licencioso Sr. Dean (David Farrar), inglés, eslabón de contacto entre las monjas y el mundo exterior. Las paredes del convento reproducen escenas eróticas, que enmarcan y contradicen la castidad monacal. La joven Kachi (Jean Simmons), de 17 años, huérfana y separada, acogida por las monjas, recuerda con sus bailes de seducción las fiestas del antiguo harén. La situación que rodea la vida de las religiosas contiene elementos perturbadores: los niños que acuden a clase lo hacen porque el maharajá del lugar paga por ello a sus padres, los servicios sanitarios sólo son demandados en casos desesperados, la no curación de los enfermos atendidos levanta maldiciones contra las monjas, un joven aristócrata (Sabú), de 20 años, reclama asistir a clase con los críos. Entre las monjas y las gentes del lugar se produce un choque cultural, lingüístico, étnico, religioso y político, que las aisla de modo lacerante. El ambiente del convento se ve enrarecido por enfrentamientos entre las monjas, dirigidas por una superiora joven y poco experta. El dramatismo creciente alcanza un punto culminante en la escena del campanario, en la que D. Kerr y Katleen Byron protagonizan unas imágenes de terror que forman parte de la antología iconográfica del cine.

La música ofrece fragmentos de percusión, flauta, cuerdas y trompeta, de gran lirismo, que dan paso a un intenso acompañamiento dramático de las secuencias finales. La fotografía, de Jack Cardiff, aporta un recital de primeros planos, travellings, planos oblícuos y cenitales y esccenas vertiginosas, de magnífica factura. El guión construye un relato que, bajo una serenidad aparente, hace palpitar pasiones, contradicciones, desengaños, desarraigo y locura. La interpretación de D. Kerr y K. Byron brillan a gran altura. La dirección crea una atmósfera dramática de gran fuerza psicológica y exquisita ejecución.
Miquel
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15 de febrero de 2010
45 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un comentario escrito en francés sobre el film, leo: " la mise en scène capte à merveille les nuances des regards, seuls indices aux sentiments des nonnes " , lo cual viene a significar algo así como que la puesta en escena capta maravillosamente los matices de las miradas, única muestra de los sentimientos de las monjas". Perdonen la cita en francés, pero no me negarán que esto de " les nuances des regards" es toda una declaración de deseos.

Espero sepan disculpar mi pedantería pero no me pude resistir a la suavidad de una expresión que define con meridiana claridad el tormento sin éxtasis de unas mujeres cuyo compromiso con el Evangelio no puede anular su propia condición femenina, en un paisaje donde el deseo se hace amo y señor y donde la sensualidad trasciende más allá de los frescos de las paredes del antiguo harén del sultán, convertido hoy en hospital, escuela y convento.

La tentación vive en las alturas del Himalaya, en forma de flores, de perfumes, de exotismo, de danzas, de santones, de hermosos príncipes y sobre todo de la presencia en toda su masculinidad de Mr. Dean, ese licencioso inglés imposible en sexy short, diáfano objeto del deseo y de la locura de Sor Ruth. Todo un mundo latente de sensaciones compendiado en "les nuances des regards" filmado magistralmente en color por Jack Cardiff, estatuilla incluida.

Espectaculares y meritorios escenarios, filmados mayoritariamente en estudio, que fueron reconocidos asimismo con la concesión del Oscar a la mejor dirección artística, hacen de este film una joya visual con algunas escenas que forman parte, por derecho propio, de la historia del cine, como esas campanas al borde de un precipicio donde irán a confluir, inevitablemente, todos los conflictos pasionales larvados y ocultos bajo los hábitos.

Excelente film de Michael Powell y Emeric Pressburger, conocidos, por su productora, como Los Arqueros que seguro gustará a quienes sepan escuchar lo que no se dice y a quienes les interese descubrir lo que se oculta en cada uno de los matices de las miradas.
FATHER CAPRIO
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11 de agosto de 2008
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene magia. Amén de la comentadísima calidad fotográfica, llegamos a impregnarnos de ese viento constante que hace flotar las vestimentas de las monjas. Es el viento, no tanto el lugar exótico con paredes llenas de recuerdos de un promiscuo harem. Es la altura, que agota a las cinco monjas hasta rememorarlas pasados con amoríos desastrosos que ya quisieran para ellas las hermanas de "Entre tinieblas". Es ese rostro tan atemporal y terrorífico de hambre de hombre que llena Kathleen Byron. Lástima que a nadie se le ocurriera poner una pequeña valla en el campanario para asegurar un riesgo laboral que se veía venir.
mrvazba2k
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27 de setiembre de 2010
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco podían imaginar las cinco monjas protagonistas de esta película que su viaje desde Calcuta al palacio de Mopu (con el objetivo de fundar en tan remoto lugar un convento, hospital y escuela), acabaría convirtiéndose en una verdadera experiencia mística, pero no en el sentido religioso, sino en el íntimo.

Y es que el palacio de Mopu y sus alrededores aparecen ante nosotros casi como un mundo mágico de naturaleza imponente, ante el que, como bien se apunta en un diálogo del filme, sólo cabe una completa contemplación, o una absoluta ignorancia. Es un lugar donde los recuerdos enterrados en lo más profundo del espíritu y la memoria vuelven a hacerse presentes; donde los instintos reprimidos se desatan con furia, fiebre y locura; un lugar, en suma, en el que las personas revisitan sus propias esencias espirituales, y viven plenamente, para bien o para mal.

Nuestras monjas no son una excepción, y van a experimentar, en cuerpo y alma, esa a veces sutil, pero siempre profunda alteración íntima, que ciertos lugares de la India han ejercido, desde antaño, en los europeos. Así, en forma de recuerdos de un pasado dolorosamente "olvidado", de una entrega total a la belleza natural, o del surgimiento de una pasión desenfrenada, el mágico palacio de Mopu trastorna a las protagonistas, obligándolas a retomar aspectos fundamentales de la vida a los que ellas creían haber renunciado definitivamente. Nada expresa mejor esta realidad que esa mirada enfebrecida, consumida por el deseo y los celos, que asoma en el rostro de la Hermana Ruth.

Un filme impecable, de soberbia ejecución en todos sus aspectos; si la fotografía es hermosa y cálida, y los decorados tan mágicos como la historia (todo se rodó en estudio y en un jardín botánico), qué decir de los bellos encuadres, de los elegantes encadenados (que nos introducen en los recuerdos), de la innegable elegancia y belleza que caracteriza a esta obra. Y si además encontramos un guión tan bueno y eficaz como suelen ser los de Pressburger, y unas interpretaciones a la altura de lo que se narra y muestra (soberbias Deborah Kerr y Kathleen Byron), sólo queda concluir que se trata, indudablemente, de la cima artística de este gran dúo de creadores.
Quatermain80
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