Después de triunfar con Pulp Fiction, el público esperó con ansiedad la siguiente película del director de moda del momento que se tomó su tiempo, como casi siempre hace, para preparar su siguiente proyecto. Jackie Brown no era un producto genuinamente tarantiniano porque era una adaptación de una novela ajena. Sin embargo es fácil reconocer el cine de su director en una historia cuyo autor original, Elmore Leonard, ha sido fuente de inspiración para Tarantino.

La historia es un homenaje al cine Blaxploitation de los años setenta del que Tarantino es admirador confeso y sobre todo a una de sus musas más representativas, la exuberante Pam Grier, quien a sus cuarenta y muchos todavía seguía conservando su lascivo atractivo. Sólo a Quentin Tarantino se le ocurriría rescatar del olvido a dicha mujer y convertirla en la estrella de su película. Grier está estupenda y demuestra lo que ya se sabía pero no tuvo demasiadas oportunidades de demostrar, que es una gran actriz más allá de su poderosa delantera. Aunque la trama transcurre en la actualidad, el repertorio de canciones setenteras y el vestuario de Jackson hacen que parezca ambientada en los años setenta.

El estupendo guión permite también el lucimiento del siempre genial Samuel L. Jackson y de Robert Forster que recibió una nominación al oscar por este trabajo. Les acompañan en el reparto, Bridget Fonda que encarna a una drogadicta de buen ver, Robert De Niro que hace de torpe ladrón salido de la cárcel y Michael Keaton que es el policía que trata de desbaratar todo el tinglado que Jackson y Grier se traen entre manos.

Resumiendo diré, que aunque Jackie Brown no tenga el carisma de otras películas de su autor ni sea de las más recordadas, sí que es una de las mejores. En su día se estrenó con éxito y fue rentable dado su ajustado presupuesto.