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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Ciencia ficción. Acción. Comedia Una escalofriante ola de atracos está teniendo lugar en Nueva York. La policía no tiene sospechosos, y lo más misterioso de todo es que los criminales son invisibles y absolutamente silenciosos. Los únicos capaces de mantener el orden son unas simpáticas tortugas ninja mutantes que responden a los nombres de Donatello, Leonardo, Raphael y Michaelangelo. Viven en las alcantarillas de la ciudad y les encanta comer pizza. Dirigidas por el ... [+]
22 de noviembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta difícil decir por qué una película se mantiene en el tiempo.
Unos dirán que por su relevancia cultural, otros hablarán de nostalgia infantil, una gran mayoría exige una calidad argumental y estilística que no pase de moda.
Y la verdad es que puede que ninguna de esas cosas esté presente (o lo están todas a la vez, o es cuestión de gustos) cuando suena la música y te encuentras siguiendo el compás con el pie, sin pensarlo, con una sonrisa en la cara.

Creo haber descubierto el secreto de 'Tortugas Ninja'.
Nunca fueron los conseguidísimos trajes de goma verde con los que empatizabas sin dificultad, tampoco eran las cachondas coreografías, y desde luego nadie las recuerda con cariño porque una rata anciana fuera capaz de curtir el lomo a un matao con casco de corchopán que simula ser cuchilla.
Lo que se quedaba era lo otro, lo que estaba entre medias.
Las bromas finísimas, los juegos de palabras, las auténticas gilipolleces, un chuleta enmascarado apalizando ninjas en Central Park mientras despliega encanto irónico, la maravillosa y absurdísima convención de que una gabardina y sombrero ocultan tu identidad, las Tortugas sudando polla de las místicas enseñanzas de Splinter, una April O'Neil con la que compartirías pizzas y algo más, un penosísimo Clan del Pie que es la pesadilla de cualquier control parental... la clase de cosas que te harían exclamar "¡¡de puta madre!!".

Que esa es otra, la corrección política salta por la ventana ante una película que no quiere agradar a nadie (¡niños fumando puracos y mujeres golpeadas humillantemente!), ayudada por unos dobladores que daban alas a diálogos de este calibre:
-"A veces actúas como líder."
-"¡Y tú a veces actúas como un gilipollas!"

"Ahora sé lo que siente un inmigrante ilegal al cruzar la frontera."

Y el consabido y glorioso... "¡¡¡DE PUTA MADRE!!!".
Porque siempre mola que hablen sinceramente a tu niño interior, que decía tantos tacos como el que más cuando los padres no andaban cerca.

La clave aquí es que los que estaban detrás se creyeron sinceramente que existían tortugas, que eran adolescentes, también eran mutantes, pero sobre todo que eran ninjas.
"Eso es imposible."
Ah, pero entonces ya te perderás la maravilla y absoluto gustazo de conocerlas, de bajar a su alcantarilla y comer pizza con ellas, porque no cabe duda de que existieron.
Si en algún momento no las ves pasárselo bien o pelearse como hermanos avísame, porque entonces eso de que no existen me lo creeré.

Mientras, gracias a una fotografía ridículamente buena y un trabajo de cámara excepcional, sólo puedo aplaudir porque incluso en el frenesí ninja nadie quiera olvidarse de que esta es una historia de padres pacientes como Splinter, e hijos demasiado inconscientes que deben aprender a cuidarse.
El episodio en la casa de campo, narrado a través de magníficos dibujos de April (sin sujetador, todos nos fijamos), demuestra que bajo estos quelonios también late un corazoncito que quiere hacer el bien, aunque tengan una edad difícil para escuchar.

El Triturador se equivocaba, los niños no necesitan apostar y patinar para pasarlo bien.
Únicamente les basta con creer que seres como las Tortugas existen, porque representan todo lo que alguna vez quieren ser.
Irresponsables, despreocupados, poderosos y malhablados, pero sobre todo héroes, a su manera.

Habría otras, habrá otras.
Pero ningunas que nos hagan olvidar de esa manera que el caparazón sólo era cartón.

*Mención especial al matao que lleva las hachas de todo el Clan del Pie.
Porque de niños se nos puede pasar, pero de adulto uno empatiza con las putadas que le hacen pasar al becario de turno, aunque sea en un grupo ninja.
(¡Y luego dirán que esto no es real!)
Charles
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