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Voto de Vivoleyendo:
6
28 de agosto de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su faceta cómica, es simpática, llegando a veces a la ironía corrosiva. En cuanto a su mensaje, aún siendo bonito, que eso es innegable, eso de categorizar de forma tan simple e insuficiente las etapas del amor deja un poco a medias, porque no logra la identificación plena y no cualquiera se ve reflejado. Y no es que todo quisqui tenga que mirarse en un espejo al ver la película, porque tal vez no sea esa su principal meta, pero esas supuestas etapas amorosas y la manera estereotipada de introducirlas, incluso para tratarse de un film humorístico, no convence. No en todas las ocasiones la comedia italiana funciona más allá de las risas, y eso es lo que me ha pasado a mí. Hay un par de escenas que sí lo consiguen. Es que tengo la impresión, tal vez equivocada, de que debería haber algo más. No me he quedado satisfecha. Otras veces me parto la caja y tan contenta que estoy, pero no ahora.
Primero, en la fase del enamoramiento, no me funciona porque el tío es directamente gilipollas y un pesado que se hubiera merecido que ella le hubiera dado una patada por los huevos, sobre todo cuando le dice que “es igual que todas las demás y que vuelven a sus ex-novios porque no son capaces de mirar adelante.” Sólo por esa frase, ya me dieron ganas de romperle los morros. Por fortuna, no todas nos incluimos en el bajo y simplón concepto que ese muchacho demuestra tener de las mujeres. Pero claro, cada cual tiene sus gustos y parece que a ella le gusta que la persiga un medio tarado que no entiende qué significa la palabra “no” y que no tiene dignidad para retirarse cuando una chica claramente le está dando a entender que es tonto del culo. Ni enamoramiento ni leches. Lo que esos dos tienen es gilipollez crónica. No me cuela que ella caiga después de dos miraditas de carnero degollado y de que él haga bastante el ridículo. Será que no es mi tipo ni en sueños.
Segundo, siempre ponen a las mujeres como que ellas son las que desean avivar la relación haciendo tonterías como lo de pasarse la llamita del amor eterno y esas chorradas. Ahí estoy de acuerdo con el marido. Una relación estropeada no se arregla con llamitas votivas ni trayendo un hijo precisamente cuando está claro que sería de un egoísmo tremendo traer un hijo a una familia que a todas luces se va a romper. Como si un bebé fuera una panacea para curar el amor roto. Los bebés no deben ser medios para arreglar nada, deben venir simplemente porque son personitas que merecen ser felices. También me irrita lo de la ceguera de la esposa al decir que el niño de los amigos es “travieso”, como si fuese un adorable angelito inquieto, cuando se trata claramente de un petardo inaguantable. Vamos, que todas las mujeres están cegatonas y cuando la maternidad está de por medio se vuelven estúpidas.
Primero, en la fase del enamoramiento, no me funciona porque el tío es directamente gilipollas y un pesado que se hubiera merecido que ella le hubiera dado una patada por los huevos, sobre todo cuando le dice que “es igual que todas las demás y que vuelven a sus ex-novios porque no son capaces de mirar adelante.” Sólo por esa frase, ya me dieron ganas de romperle los morros. Por fortuna, no todas nos incluimos en el bajo y simplón concepto que ese muchacho demuestra tener de las mujeres. Pero claro, cada cual tiene sus gustos y parece que a ella le gusta que la persiga un medio tarado que no entiende qué significa la palabra “no” y que no tiene dignidad para retirarse cuando una chica claramente le está dando a entender que es tonto del culo. Ni enamoramiento ni leches. Lo que esos dos tienen es gilipollez crónica. No me cuela que ella caiga después de dos miraditas de carnero degollado y de que él haga bastante el ridículo. Será que no es mi tipo ni en sueños.
Segundo, siempre ponen a las mujeres como que ellas son las que desean avivar la relación haciendo tonterías como lo de pasarse la llamita del amor eterno y esas chorradas. Ahí estoy de acuerdo con el marido. Una relación estropeada no se arregla con llamitas votivas ni trayendo un hijo precisamente cuando está claro que sería de un egoísmo tremendo traer un hijo a una familia que a todas luces se va a romper. Como si un bebé fuera una panacea para curar el amor roto. Los bebés no deben ser medios para arreglar nada, deben venir simplemente porque son personitas que merecen ser felices. También me irrita lo de la ceguera de la esposa al decir que el niño de los amigos es “travieso”, como si fuese un adorable angelito inquieto, cuando se trata claramente de un petardo inaguantable. Vamos, que todas las mujeres están cegatonas y cuando la maternidad está de por medio se vuelven estúpidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tercero, se le coge asco al marido de la mujer policía. No sólo porque es más feo que Pifio y se cree que es como mínimo George Clooney bajito y con michelines, sino porque es directamente imbécil. Es una pena que una mujer de carácter como Ornella tenga que sufrir de amor traicionado por un capullo como ese. El consuelo que tuve fue cuando ella le dio para el pelo y le llamó de todo menos guapo.
Cuarto, está claro que en el amor no hay nada escrito ni definitivo y que lo que les pase a cuatro parejas no es representativo de una mayoría. Cada cual vive el amor de una manera completamente distinta, las circunstancias son muy diferentes entre unos y otros.
Además, faltan relaciones como, por referirme a alguna, la de las parejas que deciden seguir juntas toda la vida, sin traiciones de cuernos ni abandonos. Con crisis, claro, pero superándolas. Y aquí incluyo también los pocos, vale, porque son pocos, los que están enamorados siempre, hasta la muerte. Pero imagino que esas parejas carecen de interés y no sirven para vender los “Manuales de amor”, que están diseñados para los que padecen de atontamiento terminal o para los que piensan que el amor a menudo es una mierda, por lo que se aprecia.
Menos mal que al menos me he reído algo. Los mejores, para mí, el marido aburrido, la policía y el pediatra. El compañero de piso del primer episodio también es divertido y tiene mucha razón. Sobre todo porque tiene que soportar a un parásito.
Cuarto, está claro que en el amor no hay nada escrito ni definitivo y que lo que les pase a cuatro parejas no es representativo de una mayoría. Cada cual vive el amor de una manera completamente distinta, las circunstancias son muy diferentes entre unos y otros.
Además, faltan relaciones como, por referirme a alguna, la de las parejas que deciden seguir juntas toda la vida, sin traiciones de cuernos ni abandonos. Con crisis, claro, pero superándolas. Y aquí incluyo también los pocos, vale, porque son pocos, los que están enamorados siempre, hasta la muerte. Pero imagino que esas parejas carecen de interés y no sirven para vender los “Manuales de amor”, que están diseñados para los que padecen de atontamiento terminal o para los que piensan que el amor a menudo es una mierda, por lo que se aprecia.
Menos mal que al menos me he reído algo. Los mejores, para mí, el marido aburrido, la policía y el pediatra. El compañero de piso del primer episodio también es divertido y tiene mucha razón. Sobre todo porque tiene que soportar a un parásito.