Es innegable que emociona. Me vino bien esperar a que desfilaran los títulos de crédito para que las lágrimas apenas se notaran.
El segundo poso es de haber visto una película que puedes contar pasados los primeros 10/15 minutos.
La parte formal, la historia, los personajes y actores, la niña sobre todo, son perfectos. Pero...
Falta, según mi opinión, la sorpresa. No hay nada que se deslice, que rechine en esta pulcra historia.
Se ven las costuras demasiado y demasiado pronto de una casa llena de niños y vacua de alegría. Se ve demasiado pronto la bondad de la prima que la recoge y la supuesta indiferencia del marido y se deduce, demasiado pronto también, ese final aunque nos desborde el alma.
En su media homónima película, The quiet man, era difícil imaginar la siguiente escena. No tienen mucho que ver, desde luego, pero usar un título parejo las engarza de algún modo y, para mi gusto, esta es una chica demasiado tranquila en una cinta asimismo demasiado predecible.
Es bonita, es emotiva, mantiene el interés, todo eso es innegable pero igual que el final es el que es y nos gustaría que fuese otro, a mí me hubiera gustado que el recorrido de esta pequeña hubiera estado surcado por alguna que otra peripecia.
Muy correcta, muy de verdad, tan real como la vida que cuenta.