"Rápida y mortal" engrosa, con todos los honores, el basurero celuloide norteamericano de esta década y bien pudiera participar en nulidad cinematográfica con cualquiera de las producciones del mítico Ed Wood. Lo peor es que tras las producciones de aquel apenas había recursos disponibles más allá de un desbordante entusiasmo y un limitadísimo talento, pero tras "Rápida y mortal" hay una producción suficiente como para que al menos no se nos tome el pelo.
Disfrazado de "western", esta pseudopelícula, parte del típico argumento del género (la venganza) e intenta darle una perspectiva femenina con el protagonismo de la "star" Sharon Stone, quién vuelve a su pueblo natal a fin de vengarse del asesino de su padre - un malo malísimo Hackman: ¡uy qué miedo!. Todo a partir de una inspiración nada menos que leoniana (música, atmósfera, fisonomía de los personajes, ubicación territorial de la historia...), resultando altamente ignominioso a la memoria del gran renovador italiano.
"Rápida y mortal" es una película de una pretenciosidad estúpida, burdo y ridículo: hay unos desternillantes toques de modernez, unas gafas de sol, por ejemplo; que cuenta con un guión antológicamente horrible y un desaprovechamiento lastimoso de buenos actores (Hackman o Crowe a la cabeza, de Stone no se puede esperar gran cosa sacada de su indiscutible fiereza erótica) y aquí más que interpretar está para desfilar modelos de vaquera en la pasarela Cibeles y poner cara de forzado estreñimiento.
Párrafo aparte para la realización de Sam Raimi, una pantomima risible, artificiosa, insoportable y rigurosamente vomitiva en sus penosas influencias de cómic.
Una basura que llena cualquier contenedor.