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Hobo with a Shotgun

Acción. Thriller Un vagabundo (Rutger Hauer) llega a una pequeña ciudad dominada por la violencia extrema y la corrupción policial. Tras ser ayudado por una prostituta, armado con una escopeta decide limpiar la ciudad. Película basada en un falso tráiler que pudo verse con motivo del programa doble Grindhouse. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2014
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89/13(20/06/14) Entretenido pasarratos para los que gusten de la mezcla entre cine gore y el estilo cómic, aderezado con dosis de humor negrísimo, donde lo más destacable es la presencia carismática de Rutger Hauer. Cinta que sigue el molde de otras en que un forastero llega a una ciudad podrida y este con su comportamiento produce la catarsis para intentar sanar la villa. Película que tiene su raíz el concurso que Quentin Tarantino y Robert Rodríguez hicieron para que les mandaran trailers de films inexistentes, el mejor lo pondrían en su proyecto conjunto “Grindhouse”, homenaje a los cines de sesiones dobles de films de terror serie b, Rodríguez dirigió “Planet Terror” y Tarantino “Death Proof”, al inicio de cada una como se hacía en este tipo de sesiones se pondrían los falsos trailers, en lo que serian divertidas parodias de este subgénero, con los falsos trailers de directores afamados colocarían el del ganador, fueron, “Thanksgiving” de Eli Roth, “Don´t” de Edgar Wrigth, “Werewolf Women of the S.S.” de Rob Zombie, “Machete” de Robert Rodriguez (con su versión largometraje) y “Hobo with a Shotgun” de Jason Eisener, que gustó tanto que se ha hecho largometraje, eso si, cambiando al protagonista original David Brunt (hace cameo de poli) por el gran Rutger Hauer. Por cierto, “Grindhouse fue tal fracaso taquillero que ha España llegaron las dos cintas por separado a ver si así recaudaban más.

La acción se desarrolla en la deprimente ciudad de Scumtown, allí llega un vagabundo (buen Rutger Hauer) polizón de un tren de mercancía. La urbe es un lugar caótico, dominado por la corrupción moral, donde la vida es un valor muy a la baja, prime la ley del más fuerte, a ser posible el más sádico, y en esto el capo es Drake (hilarante Brian Downey) y sus siniestros hijos, Ivan (correcto Nick Bateman) y Slick (correcto Gregory Smith), vestidos de nerds pero de comportamiento ultraviolento. El sueño del vagabundo (sin nombre) es comprarse una cortadora de césped que le cuesta 49,99 $ para trabajar y ser útil a la sociedad, pero tras un cruento encuentro con los hijos de Drake, ayudando a una joven prostituta, Abby (correcta Molly Dunsworth), decide utilizar el dinero para comprar una escopeta para acabar con toda la escoria de la ciudad, con lo que el enfrentamiento don Drake será inevitable, por el camino cientos de litros de sangre.

La cinta en su estética bebe indisimuladamente del estilo visual y musical de Tarantino y Rodríguez, con un cromatismo saturado-granulado propio del pulp. En el guión alocado de John Davies (el mismo que el del falso tráiler) se suceden todo tipo de situaciones hiperrealistas, revestidas de un humor oscuro que se alimenta de la hiperviolencia de la que explotan litros ingentes de sangre, una historia sin pretensiones que solo ansia entretener y que pases un metraje ameno en medio de este microuniverso sátira que arremete con superficialidad contra la corrupción de las autoridades, contra las injusticias, contra la telebasura, contra el amarillismo de los medios, contra los abusos de los poderosos, contra la humillación a los débiles, lo hace en un tono caricaturesco, con personajes plúmbeos, meros guiñoles sin alma, con unos villanos de opereta, donde los límites del realismo no son conocidos, cayendo en absurdas secuencias donde lo importante es crear el momento más bizarro-sangriento-salvaje, el premio se lo lleva el sinsentido de la escena en que los dos hermanos malos malísimos entran con lanzallamas en un bus escolar y le meten fuego a los críos riendo cínicamente, grotesco. No le busquéis profundidad a la película, no existen los debates morales por tanta muerte, no hay reflexión sobre tanta violencia, no hay análisis de la situación socioeconómica, todo se reduce a un espectáculo de muertes horripilantes, algunas imaginativas, pero que a medida que avanzan los minutos la inicial fuerza del inicio se va desinflando a base de reiteración, y el que el listón estaba muy alto en su primer tramo, con lo que avanza en un más y más sin mucha solidez.

Es meritoria su pulp ambientación con una espléndida fotografía de Karim Hussein, un derroche apabullante de cromatismo granulado, en la noche con juegos de sombras y experimentando con las luces de neón, adecuando las tomas bien sean los villanos o el héroe, con contrapicados y oscuridad para los malos y luz para el bueno, y esto adornado por la estridente música de una galería de temas rompientes muy al tono del film.

La cinta posee algunas escenas que se te pueden quedar por su hipérbole sanguinaria: La primera en que decapitan a un tipo amoldándole una tapa de alcantarillado al cuello, o la ya comentada del lanzallamas, o cuando le escriben a sangre al Hobo “filth” (escoria) en el pecho, o la estrambótica lucha en casa de la prostituta, queda patente que los malos no solo son malísimos, es que incluso son inmunes a las electrocuciones, o la esperpéntica frase de Drake < Cuando la vida te da cuchillas de afeitar harás un bate cubierto de cuchillas de afeitar>, y coge un el bate y masacrar a una pobre víctima.

Rutger Hauer aporta humanidad, personalidad, matices, y mesura a su rol, demostrando que no hay ni buenos ni malos papeles, solo buenos y malos actores, él es de los buenos. Brian Downey como el patriarca némesis de Hobo resulta muy divertido e hilarante en su composición de un arrogante bufón con delirios sádicos en los que no se salvan ni su hermano o hijo.

El film se queda en una gamberrada que gustará a los amantes de la serie b mezcla de gore y humor sombrío. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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23 de agosto de 2015
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Esta delirante producción tiene un ambiente grotesco, exagerado y ridículo, con unas cuestionables performances de los actores (El puto Drake estaba para matarlo). Sin embargo, refleja la realidad de manera impresionante.
Aquella sociedad podrida, corrupta, donde los fuertes se aprovechan de los débiles, donde no hay a quien recurrir por ayuda, está plasmada de una forma que dudo que pudiera haber sido mejor. Me gustaría que así fueran los comerciales y propagandas, ya sean anti drogas o anti tabaco, contra la violencia intrafamiliar, etc. aseguro que serían más eficaces con sus propósitos.
Pese a su humor negro (super divertido) el mensaje de crítica social va directo al grano y llega al espectador. Aunque igual me hubiera gustado que los actores se hubieran moderado más en sus actuaciones, ya que exageraban mucho y este detalle molestaba un poquito. De hecho al actor que hace de Drake deberían prohibirle actuar de por vida, ya que por culpa de él la película no llega a ser más sobresaliente.
En conclusión, es una película efectiva, ya que su mensaje llega muy claro y sin rodeos, entretenida y delirante pese a su vergonzosa ambientación. Recomendable para todo el mundo, incluso sería excelente que la pusieran en una clase de ética.
Taffeta
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16 de abril de 2016
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Bueno, qué decir, la verdad es que no la conocía ni de cerca. Es originalmente uno de esos cortos de Grindhouse (Tarantino-Rodríguez), como Machete. Finalmente hecho película.

Una maravilla. Un fresco de violencia y caos solo comparable al Detroit de Robocop. Un Rutger Hauer que merecería el Oscar (y después me vienen con Di Caprio, jajaja). Rutger Hauer es un maestro, solo se rinde ante Clint Eastwood.

Esta película es una fiesta de violencia urbana inolvidable.

Y profundamente cristiana.

Es un 10.

pd: un consejo, mirá a todos los que le pusieron menos de 6 y nunca más los sigas, no saben absolutamente nada del género, del cine y lo que es peor, de la vida misma.
Emi
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10 de febrero de 2017
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Porque las calles están sucias, y la basura anda y respira; la forman los delincuentes, pedófilos, asesinos, inmigrantes ilegales, prostitutas, policías corruptos, malos padres, maltratadores (y maltratadoras, que también las hay).
Y sólo un hombre, no Steven Seagal porque está ya demasiado cansado, puede sacar la basura como es debido.

Y nos lo trae un señor llamado Jason Eisener, natural de Canadá y experimentado en cortometrajes, que tras advertir el concurso organizado por Robert Rodríguez donde retaba a crear tráilers de falsas películas que finalmente acompañasen al experimento con Tarantino, se las arregló con un puñado de amigos para hacer su sueño realidad; lo que destilaba su trabajo era la esencia pura del "grindhouse" más mugriento, ofensivo y violento que tan venerado era por aquellos chavales que en los '80 se pasaban la mitad del día en el videoclub, y claro, los dos cineastas quedaron contentos con el resultado.
Huelga decir que del puñado de tráilers que aparecieron entre "Planet Terror" y "Death Proof" sólo dos acabaron siendo visualizados como futuros films, y uno era la algarabía psicotrópica de "Machete" (del propio Rodríguez), así que algo debía poseer el trabajo de Eisener. Tiene la suerte (quién fuera él) de contar con financiación externa, un equipo más grande y un rostro adecuado para encarnar al héroe (David Brunt en el tráiler), y termina siendo nada menos que un Rutger Hauer de 67 años cuya carrera está más muerta que viva y sólo es considerado un mito viviente (aun así se mostró dudoso de hacer tal proyecto).

Cuando una película quiere dejar claras sus intenciones lo hace desde el minuto 0, y a Dios se puede poner por testigo que eso está más que logrado en "Hobo with a Shotgun", amparada por unos créditos iniciales al más puro estilo "tarantiniano", una fotografía de colores intensos y luminosos cortesía de Karim Hussain y una banda sonora que presagia algo épico; Hauer es el vagabundo que por no tener donde caerse muerto va a parar a Scum Town, el peor agujero concebido por el hombre. Eisener se las arregla para dar un "look" casi post-apocalíptico a una sociedad desbaratada de la cabeza a los pies, y donde ésta ya no puede caer más bajo.
El extranjero, como nosotros, observa impotente y con repulsión la crueldad reinante, y a los maestros de ceremonias que la imponen, ese estrambótico Drake y sus dos hijos, Ivan y Slick; la atmósfera de corrupción y maldad hacen de esta ciudad un lugar donde un hombre debe decidirse entre un cortacésped y una escopeta, es decir: un sueño o un deber, pero el hombre goza, menuda sorpresa, de la compañía de una inocente prostituta, una hija sustitutiva (Abby). Y hasta aquí la historia; atención al diálogo que el vagabundo se marca sobre los osos, figurándose él mismo uno cuando explica "si te acercas a su círculo te atacarán".

Es un presagio que deja claro qué clase de espíritu combativo encierra este demacrado y bondadoso individuo; y así será. Eisener se lo pasa bomba esbozando una suerte de Sin City tan colorida como sucia, sacada de las páginas de un cómic o de un "Grand Theft Auto", con la ultraviolencia como modo de vida, que es caricaturizada siguiendo la estela cinematográfica de los nombrados Rodríguez y Tarantino, Eli Roth, Edgar Wright o Scott Sanders, como ellos rindiendo tributo al añorado cine "grindhouse" de los '70 y '80 en su espectro más desquiciado y hortera (si bien su enfermiza vorágine tenga mayor relación con las locuras de Miike, Yoshihiro Nishimura o Ryuhei Kitamura).
Pariente lejano del iracundo Travis Bickle, homólogo del traumatizado John Rambo y versión pasadísima de vueltas de Bill Foster, el vagabundo sin nombre no llega con la escopeta en la mano como sí hacía el Ryoji del clásico de Suzuki "Sandanju no Otoko" (¿influencia no reconocida?), sino que se ve obligado a agarrarla tras sufrir en sus propias carnes las garras de la injusticia. Y hace algo que en el cine actual ya no se hace por ciertos ideales del sector más progre y biempensante: repartir justicia sin considerar absolutamente nada salvo ese fin último.

Se trata de una cacería amoral, alimentada de rabia y venganza, y ese sentimiento, aunque no lo admitamos públicamente por miedo a ser tildados de locos o fascistas (o algo peor) lo tenemos todos albergado en las entrañas, y emerge, por ejemplo, cuando nos sentamos ante el telediario y observamos los desastres sociales que nos asolan; el Harry Callahan de nuestro interior pide a gritos una solución dejando de lado cuestiones éticas y cívicas, por tanto resulta fácil simpatizar con este sin techo justiciero, una salida de fantasía a tal represión impuesta, paradójicamente, por la misma sociedad que se devora a sí misma día tras día.
La sensación que provoca ver al chulo con la cabeza destrozada o al pederasta disfrazado de Santa Claus con los ojos estampados en la pared es especialmente satisfactoria. Este trato alocado de la violencia lleva al director a tomarse tantas libertades como desea, cruzando una línea que pocos se atrevieron en el cine, como es el asesinato de niños (en una de esas secuencias perfectamente censurables para nunca olvidar). A Hauer, implacable en su mejor papel en lustros, le acompañan la preciosa Molly Dunsworth y una serie de secundarios estrafalarios, de puro cómic (los dos villanos finales, Rip y Grinder, en especial) y con la sobreactuación por bandera.

Pero que nadie se alarme, pese a que "Hobo with a Shotgun" se revele políticamente incorrecta en todos sus excesos, no aparece ningún personaje femenino malvado que sea asesinado por el héroe (mejor no tocar nunca ciertos puntos, ¿verdad?).
Es preciso tener un estómago a prueba de ácido fórmico o un sentido del humor que lo acepte todo para pasar este disparate de hemoglobina, visceralidad, diálogos ridículos soltados con una abrumadora grandiosidad y gran inventiva visual, cuyo objetivo es entretener y no ganar ningún Oscar.
Chris Jiménez
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13 de junio de 2017
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Cuando empieza la película no sabes muy bien qué es lo que pasa en esa ciudad pero poco a poco te vas enterando de que viven en una gran urbe en la que la violencia parece no tener consecuencias, en el que hasta la policía está metida en el ajo y en el que un mafioso con aires de grandeza se carga a todo quisqui. Luego tenemos a nuestro protagonista que harto de ver todo eso intenta hacer algo y termina apaleado pero no sin ganas de volver a levantarse a darles en la cara con un bate de cuchillas de afeitar si hiciera falta.

La película a mí me entretuvo bastante, me hizo reír en algunas partes sobre todo por el personaje mafioso, feo como él solo pero muy buen actor, sus hijos también son para darle de comer aparte. Pese a ello la comedia de terror no está tan presente como me hubiera gustado y es más una de acción con toques de comedia eso sí. Me resultó muy ochentera sobre todo por la canción final. No tengo más que decir que es original y que creo que puede gustar a muchos, si esto fuera del ochenta de verdad creo que sería película de culto.
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