La condición humana II: El camino a la eternidad

Segunda parte de la trilogía de Kobayashi. Una película monumental, absolutamente memorable de cabo a rabo, dónde el cineasta fusiona con excelsa categoría la lírica de lo bélico y lo humano.
Sin exageración alguna, se puede considerar a Kobayashi un cineasta a la altura de los más grandes de la Historia, no solo del cine japonés. Dotada de un clasicismo exquisito, toda ella es un sobresaliente ejercicio artístico, lleno de brillante hondura, hecho con particular sencillez y finura, aparte de un lirismo épico, dramático, íntimo, inolvidable. Combina tonos y géneros (un último tramo más bélico, esperando ese ataque enemigo, esa condena a muerte) y ofrece una galería maravillosa de personajes, dónde Kaji (tremendo Nakadai, también a la altura de los mejores actores de la Historia también) es el vértice de ese análisis de humanismo entre las interrelaciones de los potentes personajes, dónde se intercala, como antes se ha apuntado, el drama humano e intimista con la tragedia colectiva, pasando por el melodrama entre pasional y turbadoramente nostálgico (inolvidable el encuentro de Kaji con su esposa), muriendo en el mejor cine bélico.
Para más redondez, es una muestra soberbia de la institución castrense y de conceptos tan resbaladizos y antipáticos como la disciplina, la violencia, la jerarquía...
Un auténtico arrebato, en fin, segunda parte de, quizás, la mejor trilogía de la Historia del Cine. He dicho.

169/29(20/05/21) Desequilibrada segunda parte (o cuarta según a saga de libros en que se basa) de las (des) aventuras del pacifista y comunista Kaji durante la Segunda Guerra Mundial, una historia épica (sobre todo por la mega duración de entre toda la trilogía nueve horas y 39 minutos de duración), que comenzó con el protagonista intentando hacer valer sus humanistas principios éticos en un campo de prisioneros chinos en Manchuria, chocando con el marcial y totalitario-deshumanizador sentido de la Guerra. En esta entrega estaremos con Kaji en un cuartel militar también en Manchuria en 1943, donde las humillaciones a los subordinados son constantes. Historia basada en la trilogía autobiográfica nipona realizada entre 1959 y 1961, basada en la novela de seis volúmenes publicada de 1956 a 1958 por Junpei Gomikawa, siendo adaptada fielmente por Masaki Kobayashi que dirige y guioniza, siendo protagonizada por supuesto por el estoico Tatsuya Nakadai, aportando su habitual (por la primera parte) rostro hierático que aguanta de todo, a mi modo de ver le faltan registros, solo al final parece emerger algo de carácter.

En la segunda película, Kaji (Tatsuya Nakadai), después de haber perdido su exención del servicio militar al proteger a los prisioneros chinos de un castigo injusto, ahora ha sido reclutado en el ejército japonés de Kwantung. Bajo sospecha de simpatías izquierdistas, a Kaji se le asignan las tareas más difíciles en su clase de reclutamiento militar a pesar de su excelente puntería y su fuerte disciplina en los cuarteles. Su esposa Michiko pide comprensión en una carta a su comandante en jefe y luego le hace a Kaji una visita muy poco ortodoxa en su instalación militar para expresar su amor y solidaridad. Kaji considera escapar por el frente con su amigo Shinjo, quien también está bajo sospecha debido al arresto de su hermano por actividades comunistas. Cuando Obara, un soldado débil y miope de la unidad de Kaji, se suicida después de que los problemas en el hogar se agravan con el castigo incesante y la humillación de otros soldados, Kaji exige una acción disciplinaria de sus superiores para el PFC Yoshida, el líder de las tropas que empujaron.

Hay una estructura narrativa similar a la primera (esto resto, por su nula capacidad de avanzar, siendo un más de lo mismo, pero en otro contexto: El héroe que es vejado por sus superiores y se rebela contra ello (a su modo), hay un representante del sadismo, hay alguien que apoya maquiavélicamente a Kaji, hay alguien que sufre más que nadie y del que Kaji se siente responsable. Y en el desarrollo se le es dada (incomprensiblemente) una oportunidad con reclutas (en la primera era con un grupo de reos chinos), para que lleve a cabo sus ideas. En su devenir serán infinitos los desmanes físicos (lo del ‘running gag’ del guantazo que cual tren siempre casi hace caer a quienes lo sufren para como un tentempié volver a ponerse firmes como si nada resulta hasta cómico de tanto que se repite, pierde fuerza dramática) y psíquicos (epítome es cuando a un soldado le fuerzan a hacer un teatrillo para se haga pasar por furcia; también cuando al prota le hacen tragarse literalmente una zapatilla, y este se la deja ¿?). Es un retrato opresivo de la disciplina dogmática militar, donde en su primer figurado artículo dice ‘los superiores nunca se equivocan’, y en su segundo remarca ‘Si se equivocaran volver al primer artículo’. Es la radiografía de un mártir que cual Santo Job aguanta lo que tropecientos abusos con temple y una calma propia de un mencionado Santo, superando niveles y siempre encontrando una salida a sus ideales contraproducentes contra el fanatismo marcial, siempre alguien que le asiste, alguien que le deja para una romántica noche con su esposa en el cuartel. Una cinta claramente crítica con el patriotismo, pues nunca ve al enemigo exterior, se atiene al interior, al propio cinismo japonés. Al parecer (y me lo creo por las similitudes) este adiestramiento feroz militar influenció a Kubrick para su “Full Metal Jacket” (1987), para su primera mitad.

Película que tiene en el integrismo de Kobayashi su peor enemigo, al querer tan leal al material literario, pues el lenguaje escrito no es el fílmico, pues su metraje es excesivo para lo que se cuenta, que con una buena síntesis (llámese tijera de edición) hubiera ganado probablemente en solidez y fluidez, y no sintiéndose en muchos tramos reiteraciones, subrayados cansinos, situaciones que no llevan a ningún lado metidas para nada (ejemplo: el amago de denuncia que se quede en un amago de callejón sin salida), esto provoca estancamientos de ritmo.

La historia en su grueso principal es un acercamiento crudo al día a día de la vida en los barracones de un cuartel japonés de la WWII, donde se maca el temor, la paranoia, la brutalidad, la angustia, el dolor, con castigos a la menor ocasión, donde llegan cartas de la familia que remueven sentimientos. Ello en pos de robotizar al soldado y que no piense, solo actúe sin rechistar a las órdenes superiores, meros peones a sacrificar en el campo de batalla. En este sentido está el acabar con su voluntad, en torcer su sentido de la justicia, en perder el espíritu de solidaridad en pos de la mencionada obediencia ciega. Esto nos llega nítido a través de la batalla en que se embarca Kaji. Pero en este aspecto la película deja muchas redundancias, cual si la idea no la tuviéramos clara al tropecientos atropello humano, esto desluce la solidez narrativa. Aun así mala no es la película, pues nos deja algunas escenas y tramos cargados de lirismo y fuerza dramática que no hacen la película una pérdida de tiempo.

Hoy cuando los vientos de guerra de nuevo afloran conviene no olvidar. Aunque no se trate de guerra en el sentido común de la palabra sino de atajar a los otros, a los diferentes, a los opuestos, no deja de ser guerra. Y entonces hay que preparar a la tropa para que dispare sin pensar, para que sea sumisa, para que no vea ni sienta. Por eso vale la pena ver y volver a ver piezas como estas para que cuando menos haya entre la audiencia uno que vea, que no sea ciego, como no lo fue el protagonista. Impecable producción.

Aunque he visto las tres partes de esta magnífica película, dejaré mi opinión en esta segunda, por ser la que más me gusta de las tres.

La primera vez que escuché el nombre del director Masaki Kobayashi fue a través del programa ¡Qué grande es el cine!, que la 2 de tve emitía, hace ya bastantes años.

A pesar de ser muy joven entonces, recuerdo la película El más allá, que me pareció excelente. Quise desde ese momento conseguirla en dvd, aunque era bastante difícil encontrar nada de este director.

También recuerdo el coloquio del programa, y como comentaron la existencia de otra película larguísima, titulada La condición Humana, por lo que al encontrarme su dvd, decidí verla, y comprobar si me gustaba tanto como lo había hecho El más allá. Y así fue.

Es desde el punto de vista artístico y técnico una obra colosal, y pocas películas pueden hacerle sombra. No obstante, a pesar de la monumentalidad, y de que la película se sitúe en una atmósfera bélica, motivo siempre tendente a la épica, en esta ocasión nos encontramos con una historia introspectiva, llena de sentimientos, pensamientos y dudas.

Es una película biográfica en el que con el transcurso de la historia, vemos el viraje del personaje principal, que tiene una mirada cada vez menos amable de la condición humana, al mismo tiempo que quiere escapar de la situación terrible en la que se encuentra para conseguir la libertad, razón por la cual se ve abocado a arrastrarse a una situación vital cada vez más precaria y hacia la soledad, motivando todo ello que se pueda presagiar un final trágico. Los principios e ideales del protagonista chocarán una vez tras otra con la realidad. En un principio nuestro protagonista cree en la bonomía y honestidad natural de todo ser, sin hacer distingos de nacionalidades o clases sociales, pero este espíritu rousseauniano se dará de bruces ante los acontecimientos que le ocurren. De alguna forma su comportamiento me recuerda a los de los personajes de muchas de las películas de John Ford, siendo una película deudora del Western norteamericano, del que está claramente influenciado.

El argumento es bueno, la dirección excelente, así como las interpretaciones, la elección de personajes, el montaje, la ambientación y todos los aspectos técnicos y artísticos.

Sinceramente creo que hay que hacer justicia, y cuando hay algo tan bueno, agradecérselo a su autor y a las personas que lo han hecho posible, que es el mayor elogio que pueden recibir.

No voy a destripar más su contenido, del que hay mucho para comentar, pero sí que quiero recomendarla a todo el mundo, se trata de una gran historia que recompensa sobradamente la paciencia de dedicar 10 horas para disfrutar de cine con mayúsculas. Es más, todo ese tiempo está más que justificado.

Esta es una de esas obras que hace el honor de calificar al cine como el séptimo arte.

Esta segunda parte de la trilogía (o tercera y cuarta de una historia de seis, como se quiera ver) mejora bastante la primera. La tercera parte muestra cómo los esfuerzos de Kaji por no ir a la guerra son en balde, y debe entrenar y formarse militarmente; la cuarta, muestra la guerra en sí. Esta estructura no sorprenderá a nadie que conozca la más célebre La chaqueta metálica, que bebe mucho de esta película (por ser benévolo y no decir que la plagia en cierta medida, vaya). El protagonista continúa con su evolución, haciendo un salto muy bien reflejado del humanismo al comunismo más abiertamente. Desde los reclutas más veteranos haciendo la vida imposible a los más novatos hasta el horror de la guerra, todo está bien reflejado. Si hubiera que sacarle alguna pega a esta película, diría que algunos de los personajes secundarios y extras no actúan nada bien, llegando incluso a sacarte un poco de la historia.