La condición humana II: El camino a la eternidad

En esta segunda parte de la odisea de Kaji, nuestro colega pasa de la justicia a la supervivencia. Todo lo que arrastraba desde el primer tercio de historia con la injusticia hacia los chinos, intenta aplicarlo aquí al ver la injusticia hacia sus colegas del ejército pero la situación lo supera de una manera que lo va derivando en la necesidad básica de sobrevivir. Así el protagonista transitará un nuevo camino guiado por su rebeldía y sus ganas de conseguir justicia, pero sin saberlo terminará descubriendo que lo único que importa en la guerra es no morir. No caben dudas que Kaji no sería Kaji sin la actuación de Nakadai que le aporta todos los estados de ánimo imaginables.

La mirada de Kobayashi sigue siendo totalmente antipatriota pero ahora se concentra en una crítica al maltrato interno, es decir, a los abusos sufridos por los soldados durante su entrenamiento. Lo que en "No hay amor más grande" era una mirada desde afuera, desde el lado del enemigo; aquí se transforma en una mirada desde adentro, desde los propios japoneses.

Y al final del metraje expone todo el asco de la guerra y el servicio militar en escenas bélicas que si bien técnicamente -sobre todo en sonido- son bastante precarias, son impecables en cuanto a montaje y funcionan igual que cualquiera de "Rescatando al soldado Ryan" (Steven Spielberg, 1998) o de "Nacido para matar" (Stanley Kubrick, 1987), porque lo importante es la potencia y la expresividad de Nakadai entre todo ese festín de balas perdidas.

Kobayashi deja un par de escenas para el recuerdo. Una de las mejores es esa escena de amor que bien podría ser la última de esta pareja, donde él quiere verla por última vez para no olvidar su cuerpo tal cual es. El suicidio de uno de los soldados es otro momento imponente, implica el rendirse no ante el enemigo sino ante los propios compañeros. Y la otra secuencia impecable es la del pantano donde Kaji intenta ayudar su "enemigo". Esta vez es de destacar también que el director maneja mejor el relato y logra que el denso metraje se sienta menos que en su antecesora, pese a ser más larga.

Lo mejor: la historia es más interesante, se va adentrando más en la guerra y va dejando de lado lo colateral.
Lo peor: la forma en que Kaji se deja tratar por algunos soldados no tiene mayor justificación.

¿Qué ocurriría si metes a un antimilitarista en el ejército imperialista japonés?
Pues eso la diversión está asegurada. El principio durante la instrucción es memorable. Para mi gusto no decae para nada el ritmo aunque sean casi 3 horas. No sé cuestión de gustos y yo reconozco que me va el "cine ladrillo", siempre que te cuenten algo y sea interesante. Y aquí se cumplen los dos requisitos sobradamente. Kobayashi se crece detrás de la cámara y ahora se pasa por la piedra al vil ejército imperial japonés.

Cine de conceptos estrictos bajo la lógica de la moral impoluta, en un ambiente mucho más propicio para la expresión que la primera parte, reclutas y veteranos para dibujar la honestidad de un protagonista bajo roja sospecha, disciplina y habilidades, paciencia y sufrimiento, el código y la huida, el amor y la nostalgia sí que están introducidos de manera mucho más artificial que la anterior entrega, pero, junto con el personaje frágil, ayudan a introducir en el horror y algo en la pasión, para de este modo unir en medio del abuso.

Todo lo que ocurre proviene del alma implícita de un mundo mejor, buscando que la gente sea humana y las palabras sean hechos, es el camino hacia la bella tristeza eterna, un soldado no puede descansar nunca, honor y vergüenza, compasión y combate, rendición y abandono, castigo y reflexión, la conciencia finalmente se presenta como un mecanismo de acción reacción en busca de la redención, acto egoísta en sí, el planteamiento moral define el circulo vicioso de los sentimientos propios de los seres inteligentes hasta hacerlos caer en la venganza.

La película está concebida como ejemplo de conducta radical silenciosa, mano dura y amabilidad encuentran la controversia de comerse un zapato y jugarse el pellejo sin perder el espíritu de victoria y sin convertirse en un producto polémico, se mantiene viva porque contiene dilemas y obliga al espectador a entender decisiones que llevan a defender a un país o a sus personas, no huele a amor, pero tiene una tensión que ejecuta las ideas en el campo de batalla, se contiene de ser épica para centrarse en un gran film antimilitarista sobre el destino y la muerte en una secuencia final sin medios pero de gran calidad, que añade cargas sobre una vida de honor y barbaridades, "soy un demonio", una historia de supervivencia.

La condición humana II: El camino a la eternidad de Masaki Kobayashi es un drama bélico secuela basado en la segunda guerra mundial. Dirigida con un ritmo pausado y con el estilo personal y subjetivo que continua en la misma línea que su predecesora aunque en este caso en la justicia militar, es una obra profunda que vuelve a poner en evidencia al ejército japonés, ya que nuestro protagonista Kaji pone a prueba otra vez su honradez y dignidad para buscar la justicia incluso en los momentos en los que el hombre muestra sus más bajos instintos por la guerra. Realizada de forma portentosa tiene un resultado impetuoso que es necesario para descubrir la continuación de una saga sobresaliente.
La fotografía en blanco y negro es de nuevo bella y está cuidada hasta el más mínimo detalle, cumpliendo con un evocador trabajo estéticamente perfecto que cautiva a toda clase de públicos. La música es inquietante por su intensidad en las escenas oportunas y melódica y sentimental cuando es requerido por la trama, cumpliendo con un profundo trabajo que llena de dramatismo el film. Los planos y movimientos de cámara consuman de nuevo un admirable trabajo técnico mediante el uso del avanti, retroceso, reconocimiento, primeros y primerísimos planos, generales, plano-contraplanos, travellings y detalles que sacan lo mejor de la historia. Cabe destacar también los efectos visuales y sonoros en las escenas de batallas que enardecen las explosiones en un sorprendente trabajo que acapara la parte final del film cuando comienza la batalla.
Las actuaciones están repletas de personalidad y carácter militar. Como protagonista Tatsuya Nakadai vuelve a trabajar con disciplina, ética y determinación, siendo deslumbrantes los acompañamientos de Michiyo Aratama, Kei Sato, Minoru Chiaki, Keiji Sada, Izumi Hara, Kaneko Iwasaki, Kokinji Katsura, Hideo Kidokoro, Michio Minami y Taketoshi Naitô. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a soldados japoneses de la segunda guerra mundial en una excelente labor que, junto con los excelentes decorados, te transportan in situ.
El guion, escrito por el director junto con Zenzo Matsuyama y basado en la novela de Jumpei Gomikawa, vuelve a centrarse en el personaje Kaji, en esta ocasión en los entrenamientos militares que tanto quería evitar, enfrentándose no solo a la separación de su esposa, sino a seguir manteniendo su digno trata a los reclutas incluso cuando es ascendido a oficial y tiene que aguantar las palizas e insultos de los otros oficiales por no emplear mano dura con sus soldados, concluyendo un film excepcional que mantiene el altísimo nivel expuesto por su predecesora. Esto se llevo a cabo con una narrativa expresiva que muestra con tono militar la desesperanza de los soldados en una correcta labor. Cabe señalar también, el montaje lineal e idealista que no se toma prisas en exponer la historia.
En definitiva, la considero una obra imprescindible y sobresaliente que continua de modo espléndido la saga, ya que en este caso, nuestro protagonista está en contra de su voluntad en el ejército y es separado de su mujer, llegando a ser oficial y ofreciendo de nuevo el trato justo y honrado que daba a los prisioneros en la primera parte hasta llegar al frente contra los rusos, poniendo de nuevo a prueba su virtud y noble forma de ser. Muy recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a La condición humana II: El camino a la eternidad, un film antibelicista profundo y esencial en su categoría, que encantará a todos aquellos que se aventuren a descubrir un trilogía brillante.

Este era el destino de kaji, hasta el final, la segunda parte toma el nuevo aire cuando kaji se encuentra dentro del mounstruo del que solo vio la cabeza en la primera parte. Gran pelicula.

Por lo demás STANLEY KUBRICK, parece haberse plagiado esta parte de la pelicula para realizar su pelicula "Full Metal Jacket", que es muy similar a esta segunda parte de la vida en el ejercito. Y es que en aquellos tiempos del apogeo de Kubrick, los grandes directores americanos u occidentales, veian obras del otro lado del mundo, y a veces las calcaban en parte y en arte en sus peliculas, creyendo y con cierta consciencia de que las peliculas japonesas, y asiaticas eran muy poco vistas en occidente. Ya con el auge del internet, y a la internacionalizacion del cine asiatico, se han detectado muchos Plagios o "pequeñas copias", de peliculas muy famosas...

Por lo demás, muy buen rumbo de la secuela, aunque he de admitir que no se la recomendaria a cualquiera...