El vendedor de tabaco

Una película peculiar, que consigue embaucarme en su historia de principio a fin, consiguiendo enternecerme sin grandes sobresaltos, sobresaltos que si esperaba que tuviese en ese final que me dejó algo frío.

En general me ha gustado, pero el sabor de boca podia haber sido bastante mejor.

Por cierto, Emma Drogunova está preciosa

Decepcionante película en la que casi nada funciona. Ritmo lento que casi me ha hecho abandonar a la media hora, personajes sin fuerza, diálogos insulsos... ni siquiera la ambientación trasluce autenticidad.

El chico protagonista no transmite nada. Bruno Ganz intenta hacer lo que puede con su papel, pero ni eso salva a la cinta de la quema.

Me sabe mal dejar esta mala crítica, porque reconozco las buenas intenciones que hay detrás de este filme, y que tendrá su trabajo detrás, pero es necesario advertir a los que tengan la tentación de verlo lo que les espera.

A Leytner hay que darle un aprobado en sus intenciones. Verdaderamente la novela seguro que expresa con mayor amplitud la situación cotidiana de entre-guerras, pero cuando el director lleva a la pantalla la historia de Franz resulta fría, sin emoción, por tanto difícilmente puede cumplir con el teórico objetivo didáctico para el que fue concebida.
Las interpretaciones se suman a la falta de garra de la película.

En una Viena con una escenografía que parece de teatro (malo), una historia sobre la amistad entre un aprendiz vendedor de tabaco con un ya viejo Sigmund Freud, que moriría poco después, exiliado.
La historia pintaba bien, pero el desarrollo es muy irregular y las actuaciones parecen también de teatro (malo).
Todo en Austria fagocitada por los nazis, también con una escenografía exagerada hasta el ridículo.
No he leído la novela en la que se basa, pero debe ser mejor, porque peor imposible.

Como estudiante de psicología, esta película me llamó la atención con el nombre en cabecera de Freud, asumiendo que íbamos a embarcarnos en un viaje de sueños, psicoanálisis y mentes perversas, pero que, sin embargo, una ola nos arrastra nada más desembarcar.

Freud aporta más que un par de consejos, siendo muchísimo más interesante nuestro amigo Otto que, por lo que sea, el protagonista le tiene miedo a abrir su corazón como si de su padre fuera y se avergonzase, algo que no entiendo.

Se queda finalmente como un entretenimiento adolescente interesante para pasar el rato y reflexionar lo más mínimo a pesar de que el protagonista podría ser perfectamente yo.

Un saludo.