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El cielo y el infierno

Cine negro. Thriller. Intriga. Drama En un momento crucial de su vida financiera, Gondo (Toshirô Mifune), un directivo de una importante empresa de zapatos, recibe la noticia de que su hijo ha sido secuestrado. El rescate exigido es una gran cantidad de dinero, pero Gondo la necesita para cerrar una negociación que le dará el control de la empresa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
28 de diciembre de 2017
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar con la crítica de El infierno del odio me gustaría dirigirme a los que critican a Kurosawa, a su cine, a su arte y dicen cosas sin sentido contra su persona. A vosotros que amáis El Padrino, Por un puñado de dólares, Los siente Magníficos, Star Wars, etc. A vosotros que amáis a Coppola, a Scorsese, a George Lucas o a Steven Spielberg, entre otros. A vosotros que comparáis al Maestro con ese cine y a los mejores directores de la época actual (como por ejemplo mi padre, que se pirra por las películas anteriormente mencionadas y en cambio me dice que Kurosawa es un bodrio), os pediría que antes de escribir en público cosas sin sentido por lo menos podríais estudiar un poco, puesto que decir ciertas cosas en público ocasionará que se rían de vosotros muchas veces a lo largo de vuestras vidas. Las críticas son aceptadas siempre con fundamento y criterio, pero no desde lo absurdo. Todos vuestros ídolos se inspiraron en el Maestro, como la mayoría de los rockeros en The Beatles, que también hay quien dice que son una mierda pero que Extremoduro son los mejores. ¡Kurosawa no es sólo el Maestro, es el puto amo!. Y dicho esto, manos a la obra con la película.

Técnicamente impoluta. Una obra rodada en blanco y negro en clave baja con un control de luces y sombras sobresaliente. Los encuadres, como siempre, son brutales y nos meten dentro de la película, porque además la historia y las actuaciones están al mismo nivel, destacando a Toshiro Mifune. Toshiro Mifune... ¿cuándo veremos en pantalla a otro actor tan brutal y camaleónico?. ¡Qué papel tan brutal hace!. El guión y los diálogos van de la mano, siendo profundos pero concisos en todo momento. Atención con cada plano y como se sitúan las sombras en los personajes... sublime.

La puesta en escena está muy bien, con la reunión de los altos ejecutivos de una gran empresa de calzado discutiendo por el poder. Para ello quieren reunir las acciones de todos los reunidos para superar en porcentaje de acciones al actual jefe y ya de paso, hacer un producto de menor calidad para obtener más beneficio. Pero uno de ellos está limpio, pues ama su trabajo, ya que empezó en lo más bajo de la empresa y fue ascendiendo. La empresa es su vida, la siente como parte de su ser y no está dispuesto a que el dinero la corrompa. Este hombre, el señor Gondo, que ya se olía la trama, hace la inversión de su vida e hipoteca todo para hacerse con el control de Zapatos Nacional y seguir fabricando el calzado de calidad de siempre sin la corrupción de sus socios. Justo antes de hacer de entregar el cheque por valor de 50.000.000 de yenes alguien llama al señor Gondo y le reclama 30.000.000 de yenes por su hijo, al que dice haber raptado. El pánico cunde hasta que aparece el Jin, el hijo de Gondo, pero rápidamente se da cuenta de que el secuestrador por error se llevó al hijo de Aoki, su mayordomo. Pese a esto, el secuestrador sigue pidiendo el dinero o asesinará al niño. Gondo se ve en la situación de perderlo todo o salvar al hijo de su mayordomo.

La envidia eterna, el odio infundado, la opinión sesgada de la realidad, investigación, persecución, muertes, drogas, dinero, corrupción... todo esto y mucho más en un film imprescindible, uno más de Akira Kurosawa. Eres el puto amo Maestro, ¡gracias!.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jab
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11 de enero de 2014
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
169/02(07/10/13) Akira Kurosawa muestra con este film que es un maestro del thriller, construyendo una historia sólida donde remanece el cambio social que acontecía en el Japón post-guerra, de cómo el capitalismo más atroz arrasa sin sentimientos, y como las personas integras lo tienen complicado en esta selva de depredadores, exponiendo personajes muy bien delineados que transmiten una fuerte carga emocional.

El escenario es Yokohama, en una modernista vivienda en lo alto de una colina vive el potentado empresario del calzado hecho a sí mismo Kingo Gondo (gran Toshiro Mifune) que pertenece a la Corporación Nacional del Calzado. Una noche Kingo mantiene una tensa reunión con tres ejecutivos de la Corporación que quieren les acompañe en un giro de dirección de la empresa rebajando la calidad de lo que ofrecen, Kingo no está de acuerdo, tiene otros planes, ha hipotecado todo lo que tiene para hacerse con el control del accionariado de la Corporación. Esa misma noche recibe una llamada reclamándole 30 millones de rescate por devolverle a su hijo, , Jun (Toshio Egi), que han secuestrado, la sorpresa viene cuando Kingo descubre que a su vástago no lo han raptado, se han equivocado y se han llevado a Shinichi (Masahiko Shimazu), hijo del chófer, Aiko (Yutaka Sada), que jugaba con Jun. El malhechor se entera de su erro pero no cambia de idea, sigue exigiéndole la plata a Kingo, este es un hombre de honor y de fuertes principios que se ve envuelto en un dilema moral, si paga el rescate se arruinara y no podrá hacer con la empresa, y si no lo hace podrá comporar la Corporación pero el niño morirá destrozando su dignidad humana, su esposa de Kingo, Reiko (buena Kyoko Kagawa) está abatida. La policía comenzará una ardua investigación utilizando todos los medios técnicos del momento, dirigiéndola el Jefe detective Tokura (gran Tatsuya Nakadai).

Los guionistas Hideo Oguni (‘Los 7 Samurais’, ‘Vivir’ o ‘Ran’), Ryûzô Kikushima (‘Perro rabioso’, ‘Trono de sangre’ o ‘Yoyimbo’), Eijirô Hisaita (‘Los Canallas Duermen En Paz’ o ‘El Idiota’) junto A Kurosawa adaptan la novela pulp de Ed McBain (alias de Evan Hunter) ‘High And Low’, el título en japonés es ‘Tengoku To Jigoku’, traducido al castellano como ‘Cielo E Infierno’, alegórico a la grieta social que existe entre el cielo donde está la casa de Kingo y el Infierno, el submundo donde se cuecen las envidias, odios y codicias, fue la única adaptación de una obra estadounidense de AK . El realizador pasa la historia por su particular filtro para acomodarla al entorno nipón, le sirve para arremeter contra la deshumanizadora sociedad de consumo que solo tiene como objetivo enriquecerse, aunque para ello tenga que aprovecharse de los demás. La cinta posee un arranque demoledor con la extraordinaria presentación del carismático protagonista, un tipo que es la esencia de la Nobleza ancestral del Japón, frente a él reflejados los peores vicios y venenos del capitalismo desalmado. AK combina con genialidad el drama, la intriga, el misterio, el policiaco, el suspense, ello tocando temas tan universales como la integridad, la envidia, la dignidad, el egoísmo, el honor, la codicia, el egoísmo, la justicia social. Es una obra moderna que nos coloca en un tiempo en el que las corporaciones son como monstruos con mil cabezas, una sociedad donde los medios de comunicación tienen mucho poder de crear opinión, elementos que hoy día siguen vigentes. Kingo hace que los espectadores nos sumamos en una encrucijada decisiva, que haríamos nosotros en su lugar? Es por la perspicacia del guión, pues si hubiera sido el hijo no habría habido duda, pero al ser otro pone nuestra ética contra la pared, y a la vez, mientras discurre la narración nos preguntamos quien es el tipo que ha organizado el secuestro? Quien odia tanto? Es un desesperanzador retrato de la Condición Humana.

La historia se divide en tres partes, el primer tramo es cuasi-teatral sucede casi todo en el salón de la casa de Kingo, la Mansión en el Cielo de la ciudad, es una radiografía psicológica del protagonista, al principio es un Coloso que por su Integridad empequeñece a los que quieren conminarlo a ganar más dinero a cambio de vender su alma y ofrecer un producto malo al público, para a continuación someterlo a la tortura psicológica de que hacer, Brillantísimo lo de que no sea su hijo, el debate moral se agiganta, las dudas lo acorralan, vemos la amargura del chófer, en este intenso segmento AK demuestra que es un genio brindándonos una profundidad que nos cala, nos involucra, nos enreda en su tormento, nos hace reflexionar sobre que estaríamos dispuestos a hacer nosotros, AK filma con planos generales que nos suman a la acción, dotando de una tremebunda claustrofobia estos minutos, punzante cada llamada del secuestrador, o el momento en que pide que corran las cortinas, sublime. La segunda parte, salimos del Cielo, bajamos al Mundo, Gondo/Mifune se hace a un lado, apenas saldrá ya hasta el epílogo, y llega la Antológica escena del tren, 6 minutos trepidantes de una Maestría rara vez vista en cine, de un ritmo sofocante, con un tempo narrativo sublime, resuelto todo con admirable Ingenio, y comienza la investigación policial para dar con los raptores, el protagonismo lo recoge Jefe Tokura (gran Tatsuya Nakadai), hay un despliegue meticuloso en que AK enseña como la fuerza de muchos unidos puede dar resultados, el detallismo con que somos testigos de la investigación hace nos sintamos uno más, vamos cercando al criminal, cerrando el círculo, hasta que un elemento desbordante de imaginación hace aparición (continua en spoiler por falta de espacio),…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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2 de octubre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por si algún lector no compartiera según qué teorías acerca de la in/existencia de un Más Allá celestial, lo que sí diré, o señalaré, es lo incuestionable de que su apéndice negativo años ha que se encuentra entre nosotros. Obviamente no me estoy refiriendo a ninguna especie de lugar de pesadilla donde el fuego adquiere un papel protagonista y allá donde uno mire encuentra almas en pena hirviendo en gigantescas cacerolas; me estoy refiriendo, claro, a algo mucho más sutil pero igualmente devastador, no apreciable quizás a simple vista, pero que, a poco que uno escarbe, se presenta perfectamente nítido y mortalmente peligroso: hablo, concretamente, de esos demonios interiores que todos llevamos donde quiera que viajemos, de forma más o menos consciente, qué importa, y que siempre encuentran cómo manifestarse con no muy agradables resultados. Es aquí donde entra la moral, el autodominio y la madurez de cada uno, donde se demuestra, en fin, de qué tipo de pasta estamos hechos y hasta qué punto somos capaces de tensarla sin llegar a destruirnos... tarea esta de lo más difícil. Sobrevivir y sobrevivirse, que se llama.

Kurosawa, con su película, no sólo dibuja un retrato inapelable y jodidamente amargo en torno a esa tara tan humana que es el odio, la envidia y lo común del sinsentido cuando toca hablar de ellos (¿buscan razones? lo más probable, y lo más real, es que no las haya); también se encarga, ya en la dirección, de que el resultado llevado a la pantalla sea lo más fidedigno posible en comparación con lo que cada uno ha visto y ve, si se empeña, cada puto día vaya adonde vaya -el Odio nos consume-. Así, yo también dividiría la cinta, como creo alguna gente ha hecho, en tres apartados: un inicio sobrecogedor, tenso de cojones y tremendamente ambiguo; una investigación policial de manual, en que no sobra ni falta absolutamente nada (aquí el único truco es la ausencia de él; rarísimo tratándose de un thriller); y una extensa parte final que es, de veras, una puta maravilla, no sólo por la atmósfera que consigue crear, sórdida, espeluznante, con una fotografía bestial, sino por las implicaciones de las que hablábamos hará unas cuantas líneas ...

No hace falta acudir a mundos aún desconocidos por los vivos para definir el Infierno, basta con mirar dentro de uno mismo y escandalizarse de hasta qué punto estábamos podridos. El director lo sabe bien, en tanto en cuanto quizá sus demonios sean, al fin y al cabo, los tuyos, los del tal secuestrador o, por qué no, también los míos.
José (FullPush)
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6 de octubre de 2006
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada como una obra menor de Kurosawa, que sin embargo, bajo mi opinión, es la que mejor ha sabido llevar el paso de los años. Vista hoy contiene una temática muy de acorde al cine actual.
En la película se distinguen dos bloques: comienza siendo un drama en torno a un secuestro y termina convirtiendose en un angustioso thriller en busca del captor.
En el film podemos apreciar a dos de los colaboradores asiduos del director y que también han entrado en la historia del cine gracias a esta especie de simbiosis particular: Mifune y Shimura.
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30 de enero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa puso en marcha la adaptación de “King´s Ransom”, una novela negra escrita por el desaparecido Ed McBain, trasladando su acción a la era de desarrollo económico que Japón estaba atravesando. El resultado fue una nueva incursión del cineasta nipón en el “film noir”, tras los anteriores: “El ángel ebrio”, “El perro rabioso” y “Los canallas duermen en paz”. Sin embargo, esta nueva experiencia se saldó con fortuna, porque Kurosawa crea un film de alto voltaje, un thriller electrizante de narrativa minuciosa y descriptiva , punteada por las llamadas telefónicas, encuadres por los que a veces se mueven hasta ocho personajes, que nada tiene que envidiar a los clásicos americanos. La virtud moral opuesta a la degradación sádica y violenta.

“El infierno del odio” se sustenta sobre un guión sin fisuras, de una precisión absoluta y elaborado meticulosamente, respaldado por una puesta en escena absorbente y un “tempo” cinematográfico trepidante, casi vertiginoso en determinados momentos, como por ejemplo, la larga escena desarrollada en el tren expreso. Elementos que entroncan perfectamente con los gustos del público occidental que suele rechazar cierto tipo de cine contemplativo. La traducción del título original, algo así como “Lo alto y lo bajo”, hace referencia a dos niveles de realidad social y moral distintos a través de la posición que, dentro del imaginario religioso, ocupan dos lugares tan antagónicos como son el Cielo y el Infierno. Una obra moral en clave de emocionante thriller.

Gondo (Toshiro Mifune), destacado accionista de una fábrica de calzado, recibe la noticia de que han secuestrado a su hijo, el mismo día en que espera llevar a cabo una inversión financiera que le convertirá en el mayor accionista de la compañía. Sin embargo, el niño raptado resulta no ser el suyo, sino el hijo de su chofer con el que jugaban juntos. Planteándose un serio dilema moral, pagar el rescate y no poder hacerse con el control de la empresa o dejar que el niño muera. En el primer espacio hallamos a Kingo Gondo, un alto ejecutivo industrial, cuya residencia está ubicada sobre una colina en la ciudad de Yokohama. En el segundo, se encuentra Takeuchi, un estudiante de enfermería que siente un intenso odio hacia los poderosos, que intenta arruinar la vida de Gondo al que considera su enemigo. El jóven es un ser corroído por la envidia, pero desconoce que el directivo de la fábrica de zapatos en un hombre honesto y emprendedor, que lo que ha conseguido ha sido por su esfuerzo y dedicación.

Sin embargo, esta acción tiene como consecuencia un cambio hacia una actitud más humana por parte del empresario: abandona el frío egoísmo del hombre capitalista y despierta su conciencia moral, sobre todo cuando empieza a preocuparse por la vida del hijo ajeno. Todos estos temas componen el primer segmento del film, en el que la trama gira en torno a la figura de Gondo. El segundo segmento, claramente diferenciado del anterior, se centra en la intensa actividad de la policía para capturar al secuestrador asesino que incluye la magistral escena final, filmada con una maestría absoluta que resulta clave para entender la obra. El Cielo de los buenos y el Infierno de los malos. Merece estar entre las mejores de su autor y en mis favoritas.
Antonio Morales
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