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Hara-kiri: Muerte de un samurai

Drama Deseando morir con dignidad, Hanshiro, un samurái sin recursos, solicita realizar el ritual de suicidio en la residencia del clan Li, cuyo director es Kageyu, un guerrero obstinado. Intentando que cambie de idea, Kageyu le cuenta la trágica historia de Motome, un joven ronin que llegó solicitando lo mismo. Remake en 3D de la película homónima de Masaki Kobayashi (1962), con Tatsuya Nakadai en el papel principal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
22 de octubre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantan la mayoría de trabajos de Miike, con sus toques de humor, y sus pinceladas de gore. Pero en el caso de sus películas de samuráis (esta, y 13 asesinos) me quedo un poco frío.

En 13 asesinos, pese a ser una película seria, podiamos apreciar el toque personal de Miike, pero en este caso no me pareció que fuera así. Es una película normal, seria, de samurais que podría haber sido de cualquier otro director.

La historia, en ocasiones dramática, está muy bien, y logra tenerte con un cierto suspense hasta el final. La razón entonces de mi baja puntuación es la lentitud con la que transcurre todo...escenas y silencios interminables, que hicieron que me aburriera un poco. Además, el final también me dejó un poco frío...con un planteamiento tan interesante me esperaba un desenlace mejor.

Con directores tan polifacéticos como Miike, no puedes asegurarte que todos sus trabajos vayan a gustarte...debe ser que no estoy hecho para el cine de samuráis.
GoriNeo
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14 de agosto de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las comparaciones son odiosas, y por esto hay que intentar evitarlas. No obstante, hay ocasiones en las que éstas son casi inevitables. Dado que la industria cinematográfica (sin fronteras que valgan) recurre cada vez más al remake, al encargado de analizar también le cuesta horrores no recurrir a ellas. Menos cuando se desentierra a grandes clásicos del séptimo arte. Hay películas tan mediocres que a nadie le importa que surjan nuevas versiones suyas (básicamente porque ya casi nadie las recuerda), pero en el caso contrario, los más devotos del material original ya empiezan a afilar las zarpas antes siquiera de iniciar el visionado. ¿Se acuerdan de las reacciones después de que Gus Van Sant estrenara su 'Psicosis', a partir del legendario filme de Alfred Hitchcock? La comunidad cinéfila se le lanzó encima -injustificadamente- con ira homicida, aunque los más calmados prefirieron reservar sus fuerzas, al interpretar que Van Sant ya había hecho el trabajo por ellos, ya que consideraban que su trabajo había sido un auténtico suicidio. Queda demostrado pues que jugar con los clásicos es jugar con fuego. Dicho de otra forma: es buscar el harakiri.

La nueva incorporación al ilustre club de los suicidas es Takashi Miike, un personaje que bien habría podido ser uno de los habitantes de la Villa del Pingüino, aquel pueblo delirante ideado por Akira Toriyama para aquella delicia del manga / anime que era "El Dr. Slump". En dicha serie, hacía apariciones esporádicas un motorista que vestía un mono con agujeros especialmente dispuestos para que pudiera hacer sus necesidades mientras conducía sobre dos ruedas. No es que fuera un vago, lo que pasaba es que si se bajaba de la moto, moría. Literalmente. Por esto, para él, el peor momento del día coincidía con el obligatorio repostaje en la gasolinera; por esto no paraba jamás de circular por cualquier carretera. Una dolencia similar debe padecer Miike, un realizador que si para de rodar películas, muere. Seguro. Solo así se explica que, desde hace ya casi dos décadas, mantenga un ritmo de producción que, en el peor de los casos, se "limita" a dos películas al año.

La última de ellas sigue en la senda marcada por la muy recomendable '13 asesinos', que debería ser recordada, más que por tratarse de un respetuoso y muy logrado remake de una célebre cinta nipona de la década de los sesenta, por marcar un punto de inflexión en la carrera de Miike, al mostrar éste una más que bienvenida madurez (manifestada en la serenidad tanto en el discurso como en la puesta en escena) que, echando un rápido vistazo a sus títulos más relevantes hasta entonces, parecía que nunca haría acto de presencia. Con 'Hara-kiri: Muerte de un samurai', el director japonés vuelve a los años sesenta, para rehacer en tres dimensiones la magnífica película de Masaki Kobayashi 'Harakiri (Seppuku)'. Volviendo a los argumentos esgrimidos al principio: váyase preparando toda la liturgia que conlleva el rajarse literalmente el vientre y esparcir por doquier los intestinos... un ritual tan brutal como -paradójicamente- bello, por ello, un ritual 100% Miike.

Como ya sucediera en la ya mencionada '13 asesinos', en lo nuevo (?) de este híper-activo autor la calma reina en los primeros compases, para imponerse al final la furia y el caos. Siguiendo al pie de la letra la hoja de ruta marcada por Kobayashi, se presenta con elegancia y tensión al personaje de Hanshiro, un viejo samurai que acude a una casa noble para pedir efectuar allí la noble ceremonia del harakiri ("Cuanto más respetable sea la casa, más honor se conseguirá con el ritual"), no sin antes relatar detalladamente a sus ocupantes las razones que le han llevado a formular la petición en cuestión. Así se inicia una cada vez más enigmática, al mismo tiempo que dramática, narración construida a base de flashbacks, que sirve para que Miike vuelva a deslumbrar con una muy convincente recreación del Japón feudal... y quede retratado por el antecedente.

En efecto, el conjunto se tambalea peligrosamente cuando el director decide alejarse del camino propuesto por el original, una decisión que desemboca en la introducción de nuevas variantes que no hacen más que lastrar el desarrollo de la historia, y que marginan algunos de los conceptos más fascinantes planteados por el guión casi perfecto que escribió hace casi medio siglo Shinobu Hashimoto. Al final del presunto harakiri autoral, las sensaciones que permanecen dentro del espectador son más bien tibias. Una temperatura que ni quema ni enfría, debido a que la calidez de esta recuperación del chambara clásico, técnicamente envidiable, se ve compensada por la gelidez de que ésta sea demasiado plana... y esto no solo es debido a su mal uso del 3D. Las comparaciones son odiosas, sí, pero es innegable que Takashi Miike es una triste sombra de Masaki Kobayashi (eso sí, al menos el primero sale vivo de su particular seppuku, que ya es mucho).
reporter
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17 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época donde el honor estaba por encima de todo, incluso de la propia vida, los samuráis entregaban todo para servir fielmente a sus señores. Pero después de las grandes guerras y con un Japón unificado, estos los samuráis quedaron sin trabajo y se volvieron simples ronins, sin nada que hacer, sin nadie con quien combatir. La gran mayoría sin trabajo, su verdadero enemigo ahora es el hambre. ¿Estarán dispuestos estos nobles y legendarios guerreros a perder su honor a cambio de comida o trabajo?

Hanshiro, es un samurái sin recursos para seguir viviendo en tiempos de paz. Pero no está dispuesto a perder su preciado honor, se dirige a la residencia del clan Li para pedirles si le dejarían realizar el ritual del Seppuku en sus jardines para así poder morir con honor. Kageyu, el jefe del clan Li, para tratar que desista en su intento de realizar seppuku, le contara la terrible historia de Motome, otro samurái que antes que llegara Hanshiro había venido aquí mismo con estas mismas intenciones…

Takashi Miike, nos sorprende a todos no por realizar el remake del mítico film de Masaki Kobayashi (Harakiri), sino más bien por la sobriedad y entereza con el que está rodado. Mas viniendo de un director al cual siempre le gusta dejar su toque excéntrico en todas sus películas y después de haber dirigido la brutal 13 Asesinos, todos esperábamos algo más de su estilo, con muchos litros de sangre y giros inesperados. Pero todo esto nunca llego, y a medida que pasaban los minutos, más nos sorprendía esta faceta de Miike, estábamos viendo Hara-kiri: Muerte de un samurái dirigida por el director japonés que genera controversia en todos y cada uno de sus films y aquí no pasaba nada extraño, es más, todo tenía un tono lúgubre, pausado, tranquilo y con una sobriedad que llegaba a asustar, sin olvidarse de escenas realmente duras y dramáticas pero siempre sin llegar a los excesos. Definitivamente era como ver el film del 1962 pero esta vez a color. Hay que quitarse el sombrero por que Miike vuelve a demostrar que maneja todos y cada uno de los géneros en el cine y sabe cuándo debe añadir violencia extrema y desmembramientos y cuando debe prescindir de su sello personal en pos a brindarnos un remake digno de este gran titulo de samuráis.

El film es todo poesía, y nos muestra lo enfermizo, casi rozando el absurdo que podía llegar a ser la palabra “honor” para un hombre. Hara-kiri ha sido rodada en 3D, cosa que personalmente me asustaba un poco, pero tras ver el uso que se le ha dado en el film quede muy satisfecho. Y es que el 3D usado es casi imperceptible, simplemente buscar hacernos sentir que estamos en el mismo Japón feudal de la época, objetivo que logra con creces. Sobretodo destacar la escena que empieza a nevar, puedes sentir el frio de los copos de nieve caer en ti. Toda esta increíble inmersión no se podría lograr de no ser por la espectacular fotografía que corre de la mano Nobuyasu Kita, el cual ya ha trabajado en varias ocasiones con el director nipón. Por otra parte y hablando del tema de la inmersión conseguida en la película, hay que mencionar la música del compositor Ryûichi Sakamoto, que parece quedar en segundo plano pero cobra mucha fuerza sobre todo en las escenas más dramáticas, otorgándoles mucha más fuerza.

Para esto también ayuda y mucho, las increíbles interpretaciones de los protagonistas, un Ebizô Ichikawa espectacular en su interpretación del ronin que busca morir con honor, Hanshiro y el veterano Kôji Yakusho en el papel de jefe del clan Li sin olvidar a la preciosa actriz Hikari Mitsushima, la cual firma una gran actuación como Miho, la hija de Hanshiro.

Indispensable titulo de samuráis, de obligada visión para los amantes del género y toda una lección de buen hacer a la hora de realizar un remake. Atreviéndose a aplicarle una técnica relativamente novedosa y a veces incluso arma de doble filo como el 3D. Takashi Miike vuelve a demostrar porque es uno de los más notables directores que hay actualmente, no solo en su país sino en todo el mundo.

http://www.terrorweekend.com/2012/08/hara-kiri-muerte-de-un-samurai-review.html
TerrorWeekend
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19 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda mis espectativas eran demasiado altas. Suele pasar. Esta no es una mala película, ni un mal remake, pero no supera la de kobayashi de 1962 en NINGÚN aspecto, y eso que reconozco que el color no le sienta nada mal.

Me parece muy bien que le sirva a Takashi Miike para reafirmarse como un excelente director (no le hacía falta) y que esté ahí disponible para la gente que no quiere ver películas en blanco y negro por principio ( ellos se lo pierden), pero, sinceramente, prefiero ver el original con un solo ojo que ver siete veces esta versión en color, 3D, dolby sorround chupi guai. Por mentar sólo un par de detalles en los que aquella supera a esta: el carisma del protagonista le da mil vueltas al actual y las pocas escenas de lucha están mucho mejor realizadas en la versión antigua.

Lo peor: Ser un remake del Harakiri de 1962.

Lo mejor: Ser un remake del Harakiri de 1962.
SegnorLobo1138
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15 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si el público poco informado no se sentirá decepcionado cuando acuda a ver esta cinta atraído por el reclamo de: "el director de 13 asesinos". Tampoco es que este tipo de películas sea muy comercial pero... El caso es que a pesar de tener elementos comunes como la época en que transcurre la acción, y que también es un remake de los 60, en este caso del clásico de Kobayashi, "Hara-Kiri./ 1962", la primera es básicamente una cinta de acción y esta es un drama con una profundidad trágica que, a mi juicio le queda grande a Miike. En mi profunda ignorancia no he visto el clásico del 62 pero al menos esta versión me ha motivado a verlo y eso ya es un acierto.
Miike, que no para desde el 91 con casi 90 cintas en su haber, se toma una pausa en su gusto por la acción sangrienta y tiene en algunas escenas de la vida cotidiana de estos samurais, sus mejores logros. Élite militar samurai abandonada en tiempos de paz por sus antiguos señores a quien servían.
No beneficia en nada narrativamente el largo comienzo que destripa la trama, donde Miike tiene su ocasión de soltar su perla sangrienta, lastrando el flashback en que se constituye toda el metraje posterior. Ya sabemos lo que va a pasar y solo un maestro, quizás Kobayashi, puede mantener el interés en la desgracia de unos personajes aferrados a un honor cuyo valor apenas da para exponerlo como reliquia artística ya en aquellos tiempos, no hablemos de hoy día.
El montaje, los encuadres, la fotografía... todo evoca lo que pudo ser y no fue este remake probablemente innecesario.
ELZIETE
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