La diligencia

Un trama de parto de una hora y media me parece excesivo no es lo mío, justo cuando pensaba que la acción llegaría entre la caballería e indios estos se retiran, quedándome claro el porque de las cabelleras emplumadas, el tan esperado duelo que nunca vi, meritorio final tramposo de suspenso pero hoy ya muy quemada, no se como definirla es como retirarte la hamburguesa de la boca, unas caracterizaciones de personajes ordinarios, francamente no hubiera extrañado a ninguno, perdonado Ford por ser su primer western en sonoro.

Las exigencias de su director John Ford hacia las productoras fueron grandes desde anteponer a un actor poco conocido como John Wayne y un cuantioso presupuesto, condiciones reconsideradas por las productoras independientes David Selznick y Walter Wanger que preferían actores taquilleros como Gary Cooper, Marlene Dietrich. Ford cedió con la productora Walter la reducción a la mitad del presupuesto, contratar a Claire Trevor para fichar a favor de Wayne.

El negativo original se destruyó, recuperándose en 1970 gracias a la impresión positiva que poseía John Wayne, finalmente restaurada en 1996, ahora la he visto en color, lo siento por mis tocayos John Carradine y compañía pero ahí les va mi puntuación, me quedo con las reinventadas.

Remakes Stagecoach 1966 y 1986.
Reboots recomendados The Hateful Eight 2015 y serie Stagecoach West 1960.

Tengo la impresión de que esta película puesta en su contexto es muy buena. Tengo la impresión de que muchas películas del Oeste han sido inspiradas en esta. Tengo que investigar si la escena del duelo a muerte en las calles del poblado se había filmado antes de la diligencia. Tengo la impresión de que la escena de los indios cayendo a toda velocidad que hemos visto de pequeños estan también inspiradas en esta.

Al margen de esa puesta en contexto histórico para conocer su novedad, la realidad es que se trata de una película que consigue ser entretenida describiendo el carácter de los personajes que caben en una diligencia: Una dama a punto de tener una hija de un marido al que va al encuentro, un jugador de pocker enamorado platónicamente de ella, un médico alcoholocio pero responsable a su manera, un viajante de wisky que se deja sustraer la mercancía por el médico, un John Wayne apresado por el cherif, que ofrece a la chica de pasado oscuro que viaja con ellos una vida mejor detrás de la frontera. La primera película de renombre de Jonh Ford, ha conseguido distraerme, 30 años después de que l viera por primera vez.

El western no es un género que me interese o entusiasme mucho, pero las películas buenas en general trascienden los géneros, y esta lo es.
Empieza floja, con demasiados alivios cómicos, de hecho eso considero que es lo peor de la película, y de a poco vamos conociendo a los personajes y conmoviéndonos con sus circunstancias, bueno los de la mayoría, todos tienen su momento para demostrar lo mejor de sí y reivindicarse, menos el banquero que se mantiene desagradable toda la película, en el resto si hay una evolución, pero "realista", no es que se transforman en otros, sino que sacan sus mejores cualidades.
Vista hoy en día casi todos los personajes son estereotipos porque los han copiado innumerables veces, igual que varias de las situaciones, sobre todo las de la segunda mitad. Ford terminó de definir el western de clase A, es el Griffith del género.
Muy linda y enternecedora la historia entre Dallas y Ringo, como deben ser para mí las historias de amor.
Las escenas donde los apaches persiguen a la diligencia han envejecido muy bien, siguen siendo ágiles y emocionantes.

En tiempos del Lejano Oeste los desplazamientos entre poblaciones alejadas suponían no solo la incomodidad de las diligencias sino también una aventura intensa en la que los peligros acechaban en el horizonte, los ataques de los indios y los asaltos de los forajidos estaban a la orden del día por lo que los conductores de las diligencias debían de ir necesariamente acompañados al menos de alguien bien armado que proporcionara cierta seguridad.

John Ford filmó en 1939 este clásico del cine del Oeste en el que un polifacético grupo de viajeros convergen en un destartalado vehículo de caballos dispuestos a alcanzar sanos y salvos su población de destino.

Las inagotables llanuras americanas bañadas de un sol cegador y envueltas en preciosos cielos infinitos son el mejor envoltorio posible de este regalo de rudos vaqueros deambulando por caminos polvorientos con un John Wayne inconmensurable dispuesto a dar la cara en todo momento y un Thomas Mitchell demasiado lúcido para mantenerse permanentemente empapado en alcohol.

Siempre he considerado el western el equivalente en masculino a la novela rosa -no sin razón mientras mi abuelo leía western, mi abuela hacía lo propio con la noveleta romántica-. Aún así, tanto de un género como en otro, hay pequeñas joyas a nivel cinematográfico que se deben extraer haciendo minería entre los cientos y cientos de títulos mediocres del género.

En esta obra de John Ford, descubrimos al mejor de los John Waynes, al que mentaba Billy Idol en su tema homónimo. Un convoy de indeseables, un convoy de almas perdidas o un experimento social que el bueno de Ford nos pone en bandeja y que, entendido en su contexto, constituye todo un documento de hasta dónde llegan los estigmas sociales y, del mismo modo, lo frágiles que son en el momento en el que los seres humanos precisan los unos de los otros. Un acto de humildad convertido en largometraje.