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Piel de serpiente

Drama Adaptación de "La caída de Orfeo", drama de Tennessee Williams. Valentine 'Snakeskin' Xavier (Marlon Brando) es un músico de Nueva Orleáns que lleva una vida errante y muy irregular que le crea frecuentes problemas con la ley, razón por la cual se ve obligado a cambiar de ciudad continuamente. Durante un viaje, se detiene en Two Rivers, cerca del Mississippi. Allí consigue trabajo en la tienda de Lady Torrance (Anna Magnani), una mujer ... [+]
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2013
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos libros de cine consideran un fracaso esta adaptación al cine de la obra "La caída de Orfeo" de Tenessee Williams. También el propio Brando señala en su biografía ("Las canciones que mi madre me enseñó) que interpretó el papel protagonista sólo por dinero. Creo, sin embargo, que "Piel de serpiente" es una buena película a pesar de ser un pelín lenta y de que su temática (como casi toda la obra de Tenessee Williams) se desarrolla en el profundo sur de los Estados Unidos, lo cual la aleja demasiado del espectador situado al otro lado del charco. Peleados o no, lo cierto es que, tanto Anna Magnani como Marlon Brando, llevan el peso de la historia y bordan sus papeles. Cada uno en su estilo, pero los bordan. De la Woodward mejor no hablar, pues su personaje es de por sí absolutamente repelente. Sí, he de reconocer que me asquea el final. Yo hubiera preferido que al Sheriff y a sus compinches les hubiera ido a visitar John Rambo -que de abusos policiales en el sur entiende un rato- y les hubiera dejado su patético pueblo reducido a unas cuantas piezas del Lego. Pero Val amaba a la Lady de verdad. ¡Qué le vamos a hacer!
el chulucu
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23 de mayo de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película nada típica en la filmografia de un director como Sidney Lumet, en esta ocasión alejado de su universo de mafiosos y policías corruptos, con un guión del casi siempre magnifico Tennessee Williams, que nos ofrece otra de sus magníficas tragedias sureñas. Un magnético Marlon Brando, como un músico vagabundo al que le sobra atractivo y le falta talento musical, harto de su vida y con una gran angustia vital, por otro lado Anna Magnani, una actriz de una de una brillantez que en nada puede envidiar a Brando, interpretando a una mujer infelizmente casada con un hombre enfermo y amargado, por ultimo a una inadaptada Joanne Woodward, un espíritu libre a la que la gente bien del pueblo no soportan. Todo eso mezclado con los ingredientes típicos de Tennessee Williams, racismo, represión, hipocresía, el peso del pasado, vamos lo mejorcito de la condición humana. Un magnifico drama con un trio protagonista magistral, a reivindicar.
zuriman
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4 de mayo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que el caldo de cultivo en que se desenvolvió la vida de Tennessee Willians (1911-1983) mantuvo su inspiración teatral a un altísimo nivel.
Piel de serpiente es una adaptación, en la que él mismo colaboró, sobre su obra trágica: La caída de Orfeo. Este, el mejor cantante, poeta y músico de la antigüedad, descendió al mundo subterráneo para rescatar, de las manos del dios Hades, a su esposa Eurídice, fallecida tras la mordedura de una serpiente el mismo día de su boda.

El mito masculino es Val, el personaje encarnado por Marlon Brando. Eurídice sería Lady (Anna Magnani) una mujer secuestrada que anhela la salvación. El dios administrador de los muertos, tiene en esta versión varios tentáculos: el marido de la tendera, el sheriff, los alcohólicos y tarados que infectan el pueblo..., y en general, el ambiente putrefacto que ahoga cualquier atisbo de felicidad.
Seguramente no le resultó a Willians demasiado difícil encontrar paralelismos entre los sujetos clásicos y un buen puñado de sureños que él había conocido en profundidad. Es lo que tiene la maldad con adn meridional USA, que sobran candidatos para estar representados.

Por supuesto que Sidney Lumet tiene mejores películas, pero esta tiene momentos deslumbrantes; y aunque no goce de la uniformidad de otros trabajos, no es nada despreciable el duelo entre un Brando de 36 años y una Magnani con 52; como tampoco es baladí, aunque a algunos no les convenza, la locura perfumada con bourbon, de Carol (Joanne Woodward).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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13 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
13/13(15/01/16) Sidney Luymet realiza una interesante adaptación de la obra teatral de Tennessee Williams “Orpheus descending” (1957), que a su vez es una revisión propia de la obra “Battle of Angels” (1940), guioniza el propio dramaturgo junto a Meade Roberts (“Verano y humo”). Es un relato con el clásico temario de Tennessee, personajes disfuncionales, obsesivos, adictos, al límite, solitarios, tortuosos dramas familiares, relaciones matrimoniales tempestuosas, con infidelidades, pasiones desatadas, machismo, represión sexual, desarrollado en un increscendo de fuerte intensidad que desemboca en un drástico clímax final, ello enmarcado normalmente en el sur de USA que tanto marca la personalidad de los personajes, pues un poco de todo esto tiene esta cinta. Un film con un gran inicio, con unas meritorias actuaciones de Marlon Brando, Anna Magnani (segundo trabajo de ambos en una obra de Williams, Brando en “Un tranvía llamado deseo” y ella en “La rosa tatuada”) o Joanne Woodward, al que le falla el freno de mano, se pasa en muchos tramos, se excede, siendo esto potenciado en su sobreactuado final. En 1960, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, ganó la Concha de Plata Sidney Lumet el Premio Zulueta, el de Mejor Actriz Joanne Woodward.

Tennessee escribió la obra con Brando y Magnani en mente como protagonistas, y ellos dos son la salsa del film, cuando los dos están juntos saltan chispas, para un melodrama con paralelismos con “El mito de Orfeo y Eurídice”, el halo trágico que envuelve a los amantes, la música como elemento enamorador, o la referencia a la serpiente, un relato con tintes románticos con bastante de crítica social, arremetiendo contra la hipocresía, los prejuicios, la intolerancia, el racismo, ello enclaustrado en una comunidad cerrada del sur profundo de los USA, donde las pasiones, obsesiones, odios, celos, y furia, provocan que la violencia latente en esta conservadora comunidad sureña, provoque un terremoto de ira desbordada. Un drama que remarca como el entorno social moldea a los personajes, un desarrollo de opresión psicológica, donde los personajes evolucionan mediante diálogos adustos, iracundos, pasionales, hirientes, punzantes, afilados, con momentos de enorme crueldad, donde las más bajos instintos sacan a relucir lo más mezquino de la Naturaleza Humana, con unos personajes presos del peso de su pasado, en lo que es una reflexión ácida sobre la perversión moral.

La cinta está rociada de recursos estilísticos de fuerte simbología visual y sensorial que entronca con la psique del dramaturgo Williams, de gran influencia freudiana: Como la chaqueta de piel de serpiente, a modo de que Val es la “Serpiente” del Paraíso que porta en sí mismo, su atractivo, la manzana de la discordia; El simbolismo de la llegada de Val a Two Rivers, en medio de una copisa lluvia, símbolo de la tormenta pasional que le acompaña, a esto sigue cuando debe dormir entre rejas, símbolo de un pasado del que es preso; Las constantes referencias al fuego (del infierno), el clima de calor se respira como antesala del fuego que hará arder todo lo bueno, el fuego que hizo arder el jardín familiar de Lady Torrance, y al propio padre, desembocando en el clímax fogoso en que otra vez el anhelado “Paraíso” volverá arder, no dejando esperanza a un mañana mejor.

En el debe del relato mencionar que hay tramos y personajes mal descritos, lo que deriva en situaciones un tanto confusas, como es el comportamiento errático de Carol, ejemplo de esta nebulosa que envuelve a algunos personajes es cuando Val ve a Vee ir dando tumbos por la calle principal del pueblo, en pleno día, gritando que se ha quedado ciega, Val quiere ayudarla, pero aparece el Sheriff, su marido y se la lleva bajo amenazas a Val, no se entiende lo que ha ocurrido, al parecer esto en la obra de teatro está bien explicado, aquí se ha cercenado cualquier explicación dejando al espectador perdido. Cabe achacarle también unos secundarios bastante exagerados, el del sheriff cae en la caricatura grotesca, tampoco su final resulta satisfactorio, en demasía sobreactuado, sobrepasado en su explosión incendiaria.

Mencionar el paralelismo entre el personaje de Val con el de Sailor Ripley (Nicolas Cage) en “Corazón Salvaje”, dos fetichistas carismáticos que sienten su chaqueta reptiliana es el símbolo de su individualidad y de su libertad personal, seguro David Lynch se inspiró en Val para su protagonista.

La puesta en escena salva con mérito las barrearas que impone la procedencia teatral, con un notable diseño de producción de Richard Sylbert (“Chinatown”), siendo protagonista la tienda de lady Torrance, lugar amplio, con simbolismos claros como los maniquíes testigos mudos del drama, o el bucólico entorno de las ruinas del casa familiar de Lady, o la evocadora confitería, rodada en sus exteriores en Milton (Nueva York), esto enaltecido por la meritoria fotografía de Boris Kaufman (“La ley del silencio”), en glorioso b/n, manejando con soltura el contraste entre los soleados exteriores y los apagados interiores, con ultraexpresivos primeros planos, ejemplo el radiante inicio con Brando, o el idealizado bosque que vemos con los rayos de sol colándose entre las ramas, a esto se suma la música de Kenyon Hopkins (“El buscavidas”), adecuándose bien al tono taciturno de la historia y a su entorno del sur USA, con melodías jazz y blues, añadiéndose asimismo una canción con letra de Tennessee Williams y música de Hopkins, “Blanket Roll Blues”, de resonancias sureñas.

(sigue en spoiler)
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TOM REGAN
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27 de enero de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sólo por los primeros planos de Brando y Magnani merecería la pena ver la película. Y su desarrollo, muy lejos de lo mejor de Sidney Lumet, queda lastrado por la presencia (que se adivina en cada segundo de la película) de la obra a la que pertenece; un Tenesse Williams con sus señales inequívocas de identidad:personajes marginales, alcohólicos, desesperados, dramas familiares, relaciones conyugales abocadas al fracaso, soledad...y sólo la presencia de su trío protagonista (una más que notable Joanne Woodward) consiguen sacar a flote un largometraje demasiado teatral y, por ello, bastante pesado.
enyel
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